Marta Bustos tenía 24 años cuando su vida cambió por completo y para siempre. “Tuve un accidente que me dejó ciega”, nos dice. En 2020, mientras hacía jabón en su casa, se quemó la cara con sosa cáustica, y, tras grabar un vídeo narrando lo que había sucedido, su historia se hizo viral.
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Ahora, dos años después de aquello, contra todo pronóstico, ha recuperado la visión de un ojo que “los médicos daban por perdido”; y se ha convertido en una influencer que comparte, a través de las redes sociales y en un podcast La vida es ciega (disponible en la plataforma Podimo), su experiencia y mensajes llenos de positividad y esperanza. “Cuando pasa algo tan duro, la vida te sacude para que te des cuenta de todo lo que tienes”. Ella misma nos lo cuenta.
- Hace dos años te cambió radicalmente la vida cuando tuviste un accidente…
- Haciendo mis jabones…
- Te quemaste con sosa cáustica… ¿Recuerdas cómo fueron aquellos momentos?
- Sí, me quemé con sosa cáustica. Yo era muy aficionada a la cosmética natural, a hacer mis propios productos. Lo que sentí... Es curioso, si te refieres a los instantes después. Lo que sentí es que el ser humano está hecho para sobrevivir, está programado para, en situaciones así, buscar la acción para sobrevivir. Yo no pensé en ese momento: ‘Me he quemado o qué ha pasado’. Mi pareja estaba ahí por casa y yo lo llamé: ‘David, David’. Me llevó a la ducha, llama a bomberos… Es una reacción de instinto que te deja alucinada de lo poderosos que somos los seres humanos.
Luego ya los días siguientes fueron una montaña rusa que da para una película. Tenía 24 años cuando me pasó esto.
- Me imagino que, para una persona joven como tú, tuvo que suponer un cambio de vida radical… ¿En alguna ocasión pensaste: ‘qué hago ahora’?
- Hombre… la actitud positiva no quiere decir que no tenga bajones. Si no, sería un robot (se ríe). De hecho, para ser positiva, es necesario tener bajones. ¿Sabes eso de que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes? Yo ya soy positiva de por sí, pero, cuando pasa algo tan duro, la vida te sacude para que te des cuenta de todo lo que tienes. Yo me podría haber muerto, haber tenido problemas respiratorios crónicos de por vida… Si comparas, te sientes muy afortunada. Tuve como una epifanía por así decirlo. Fue un poco increíble también. Pero, ¿mis momentos duros? Claro que sí.
“Cuando pasa algo tan duro, la vida te sacude para que te des cuenta de todo lo que tienes (...) Tuve una epifanía, por así decirlo”
- ¿Fue muy importante el apoyo de tu familia y de tu pareja para continuar hacia delante?
- Sí, eso por supuesto es indispensable. Nos guste o no, todos necesitamos pedir ayuda y está bien hacerlo. Gracias a Dios, he tenido una red de personas increíble. Ya no sólo por mi familia y mi pareja. Con todo, me sentí muy arropada. Una situación tan difícil no se puede resolver estando solo.
- ¿Cómo fue ese proceso de recuperación? Tengo entendido que los médicos te dijeron que no volverías a ver…
- Los médicos me dieron esperanza… Pero un ojo me lo dieron por perdido -que es por el que veo ahora-. El proceso fue… Pues bueno, muy complicado, muy duro, siempre con operaciones, con puntos… Pero cuando quieres algo tanto, estás muy mentalizada y es que no te queda otra… A veces sí que me daban ganas de decir: ‘Me quedo ciega y ya está’. Te dan ganas de tirar la toalla, pero hay que seguir.
- ¿Y cómo fue volver a tu vida ‘normal’ sin poder ver?
- La gente te pregunta si no echas de menos ver el sol, por ejemplo… Claro que echas de menos ver cosas bonitas. Cuando pierdes un sentido, sobre todo, la vista, que es tan inmediato, lo que pierdes primero es tu independencia. Yo siempre he sido muy independiente y decidida, así que lo primero que me planteé era cómo iba a recuperarlo. Cuando te falta un sentido, todo te cuesta más. No hay lugar para la vagancia… No puedes ser perezosa porque, si no, no sales adelante. Te lo tienes que tomar todo poco a poco, pequeños retos y día a día para no decepcionarte, permitirte fallar y no machacarte.
- ¿Solicitaste algún tipo de ayuda? ¿Fuiste a terapia?
- Por supuesto (ríe). Yo creo que todos deberíamos ir a terapia una vez a la semana, es algo súper sano y deberíamos ir igual que al gimnasio. Yo empecé con terapia en la ONCE, y entre otras cosas me proporcionaron una psicóloga especializada en esto. Lo necesitas, además, porque si no, te vuelves loca. Fue parte de mi salvación, sí.
- Antes de que te sucediese esto, ¿ya solías ir?
- Ya había hecho terapia. Si no, no creo que lo hubiese tomado así.
- ¿Notaste algún cambio en tu entorno? Hay personas con discapacidad que consideran que se les ve desde una perspectiva muy paternalista…
- Sí, sí, totalmente. Me encanta que me hagas esta pregunta. Hay una infantilización total hacia las personas con discapacidad. No hay que tener miedo a decir esta palabra, discapacidad. Yo tengo una discapacidad visual, no tengo la capacidad de ver como ves tú. Algo que decía una amiga mía que es ciega es que yendo por la calle, la gente la ha tocado, la ha parado… Tú no tocarías de normal a una persona por la calle… Así que imagínate si no ve, el susto que le pegas. Ella me daba un ejemplo, y me decía: si tú ves a una persona saliendo de un súper cargada con muchas bolsas, no vas a cogerle las bolsas directamente. Antes le preguntarás: ‘¿Te ayudo?’ Y pensaba: ‘Qué ejemplo tan bueno’. Está muy bien que la gente ofrezca ayuda, lo importante es preguntar. Hay cosas que no aprendí -como Braille- porque al cabo de un año ya recuperé visión.
“Es absurdo, pero sí, la gente, a partir de cierto número de seguidores, te deshumaniza”
- Tras el accidente, ¿tuviste miedo o reparo de volver a las redes sociales en algún momento?
- Mm… No de volver porque me pilló un poco desprevenida. Yo tenía doscientos seguidores o así, hice un vídeo contando todo lo que me había pasado, y a los días empecé a acumular miles de seguidores. Nunca tuve tiempo de pensar. Corazón que no ve, corazón que no siente, como dicen, ¿no? No tenía miedo, pero sí es verdad que personas que me rodean veían comentarios de gente que sí era muy cruel. Había gente que decía que me lo había inventado, que lo ha hecho expresamente… ¿Quién en su sano juicio sacrificaría su salud por fama, dinero o atención? Es absurdo, pero sí, la gente, a partir de cierto número de seguidores, te deshumaniza. He tenido haters, y también tengo seguidores que son puro amor. Hay que ir con cuidado: si no es algo que le dirías a alguien por la calle, mejor no lo escribas.
- ¿Y cómo se gestionan los comentarios negativos?
- En mi caso, acordamos no responder a los comentarios malos. Había ciertos comentarios en mi perfil, sobre todo, al principio, y tenía amigas que contestaban porque perdías la fe en el ser humano. Pero pienso que son personas que necesitan ir a terapia. Si no les prestas atención, acaban desapareciendo. Como hicimos un poco eso, te diría que tengo pocos haters… La gente ha sido tan buena, me he sentido tan arropada por mis seguidores que me encantaría hacer una fiesta y darle las gracias a cada uno. Esto te devuelve la fe. En este mundo de redes sociales tan superficial, hay gente buena, que existe. Lo que se ha creado a raíz de una catástrofe.
- ¿Te reconocen por la calle ahora? ¿Cómo se gestiona eso de ser más conocida?
- Me da mucha vergüenza… Sí, la verdad es que me han reconocido por la calle y sólo me sale decirles gracias. Porque pienso, ¿qué voy a decir? ¿Cómo se gestiona? Yo no me considero influencer , soy una persona normal que ha tenido un accidente, pero creo que esto se consigue no olvidándote de quién eres, manteniendo los pies en la tierra… Y, sobre todo, para no volverte loca con todo este mundillo, por muy irónico que suene, no abusar del móvil. Hay días que hago un poco de contenido, saludo a mis seguidores y me voy a vivir a la vida real, que es la que toca vivir.
- Y ahora te has lanzado al mundo del podcast, ¿cómo surgió la idea?
- Yo estudié doblaje de voz y comedia musical. A raíz del accidente, cuando no me daban un pronóstico y pensaba qué iba a hacer con mi vida si no mejoraba y no tenía visión… Se me ocurrió la idea del podcast. Ahí nació un poco entre esta necesidad y qué proyecto más chulo el comunicar y el hablar con la gente, que ha sido siempre algo que me ha gustado mucho.
- ¿Qué cuentas en este podcast?
- Digamos que tiene un enfoque motivacional. Se tratan temas de interés. Es verdad que el primer episodio parece como una conferencia de estas motivacionales, de buen rollo. Y los siguientes episodios son… conversaciones con gente que tiene cosas interesantes que contar. Yo siempre digo que el podcast (que se puede escuchar en la plataforma Podimo), cuando lo terminas, te vas con ganas de vivir porque para deprimirse ya están los periódicos.
Deberíamos pensar qué sentido tiene estar tres horas quejándonos de lo mismo. Hay que aprender que la felicidad, las ganas de vivir… todo se practica, como hacer deporte.