Poco a poco, la infanta Cristina se va adaptando a su ‘nueva normalidad’. Siete meses después de que su matrimonio se hiciera añicos, la hermana de Felipe VI intenta pasar página y mirar solo hacia adelante en su primer verano de soltera. Muy volcada en el trabajo, este mes de julio, doña Cristina, que reside en la ciudad suiza de Ginebra con su hija menor, Irene, no ha dejado de encadenar compromisos en España.
Hace tres semanas, acudió, en Barcelona, al veinticinco aniversario del Programa de Cooperación Internacional de la Fundación La Caixa. Y hace unos días, volvió a aparecer en Santander, donde participó en un acto relacionado con los cursos de verano de la UIMP.
Pero la agenda laboral es solo una parte de la nueva hoja de ruta de doña Cristina, que también va recuperando su vida social, en gran parte, gracias al apoyo de su hermana, la infanta Elena, su gran cómplice en las situaciones difíciles. Juntas asistieron a ver una representación de “Nabucco”, en el Teatro Real. Como su madre, doña Sofía, las infantas son amantes del “bel canto”, por lo que, sin duda, este plan de chicas le ayuda también a recuperar la ilusión.