La situación de Luis Lorenzo y de su mujer, Arantxa Palomino, en el proceso judicial que los investiga por la muerte de María Isabel, tía de ella, parecía haberles dado un respiro después de que un nuevo informe forense concluyera que la presencia desproporcionada de metales pesados en el cuerpo de la anciana no tenía por qué deberse a un envenenamiento. Sin embargo, una ampliación de diligencias presentada por la Guardia Civil de la que se hace eco Efe pone de nuevo al matrimonio en el punto de mira.
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-La juez mantiene en libertad a Luis Lorenzo y a Arantxa Palomino tras una nueva comparecencia
El Instituto Armado lo tiene claro: hay indicios "suficientes, bastantes y razonables" para considerar que se trata de un asesinato. A eso se suma que exponen también que tanto Lorenzo como Palomino habrían empleado sus dotes de interpretación para hacerse con el dinero y las propiedades de Isabel. Ese sería el objetivo y el camino para conseguirlo sería la muerte de la anciana.
Junto a la pareja, también se investiga a la cuidadora que se encargó de la mujer hasta su fallecimiento. La empleada era citada este martes por la jueza de Instrucción número 9 de Arganda del Rey, pero se acogía a su derecho a no declarar. Ha alegado que ya lo hizo en calidad de testigo el pasado mes de junio, si bien fue precisamente por esa declaración por la que ha sido procesada por haber incurrido en contradicciones.
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La cuidadora manifestó entones que María Isabel quería vivir en Madrid, mientras que familiares y amigos informaron a la Guardia Civil de que nunca quiso irse a la capital y que estaba contenta con su vida en la localidad asturiana de Grado, donde solía plantar patatas en su huerta para venderlas en la plaza del pueblo.
Además, el administrador de la empresa que prestaba cuidados a María Isabel describió, el pasado 14 de julio, la desatención que habría sufrido la anciana al no contar, por ejemplo, con elementos básicos para su aseo diario como un cepillo de dientes. En el sumario consta el testimonio de varios vecinos que señalaron a la Guardia Civil que veían a diario a la mujer asearse en el baño del garaje.