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Se cumplen 30º de Barcelona’92: la ceremonia de inauguración que emocionó al mundo, en imágenes

Con esta gala, en la que belleza e innovación iban de la mano, España presentó su seña de identidad a los millones de espectadores de todo el planeta que la siguieron en directo desde sus televisores


25 de julio de 2022 - 10:40 CEST
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Cobi, la mascota oficial de los Juegos Olímpicos de 1992, que convirtieron a Barcelona en la capital del mundo entre el 25 de julio y el 9 de agosto y situaron a España en el centro de la élite deportiva, no solo por la celebración del evento, sino también porque los atletas españoles subieron al podio en 22 ocasiones, 13 de ellas para colgarse la medalla de oro, además de 7 platas y 2 bronces.

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La ceremonia de inauguración comenzaba a las 20,00 de la tarde del 25 de julio en el Estadi Olímpic Lluís Companys una vez que el marcador de los JJ.OO. hubo terminado su cuenta atrás. Justo después, decenas de figurantes daban los primeros pasos de una preciosa danza que emulaba a los pájaros y a las flores de Las Ramblas.

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Tras la entrada en el estadio de los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía, una sardana gigante forma cinco círculos que representan los anillos olímpicos y lo hacen al ritmo de los acordes de La Principal de La Bisbal y de la voz única de Montserrat Caballé y Josep Carreras.

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Cristina Hoyos atravesaba el césped del estadio a lomos de un caballo entre decenas de bailaores y mientras Plácido Domingo cantaba 'Te quiero', tras lo cual Hoyos subía al escenario a bailar y, una vez finalizada su actuación, salía de nuevo montando a caballo.

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'Mediterráneo, mar olímpico', una espectacular puesta en escena de La Fura dels Baus que representaba el viaje de Jasón y los argonautas hasta las columnas de Hércules, el límite del ‘mare nostrum’.

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Fue una interpretación innovadora que, por primera vez, llevaba la narración a las coreografías de unos juegos olímpicos y que recibió una más que calurosa acogida no solo por el público presente en el estadio, sino por los millones de espectadores que la vieron en directo desde sus televisores en todo el mundo.

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Cientos de figurantes lograban dar la apariencia de un impresionante mar plateado que movía el barco al vaivén de las olas.

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Con este macroespectáculo, La Fura dels Baus hacía un guiño a los orígenes culturales de la ciudad que acogía los Juegos Olímpicos, ligados al mar Mediterráneo.

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La formación catalana lograba mostrar de una manera única el mensaje de la historia de Jasón y los argonautas, cuyo viaje simboliza las amenazas que acechan a la humanidad: la guerra, la enfermedad, la muerte...

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Las delegaciones internacionales estaban repletas de grandes figuras que pasarían a la historia del Deporte, como los tenistas Steffi Graf, que ganaría la plata en los Juegos, y Boris Becker, ambos en la delegación alemana.

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La delegación española contaba con un abanderado de excepción: el entonces príncipe Felipe, que encabezaba el grupo portando con majestuosidad la bandera española mientras su hermana mayor, la infanta Elena, no podía contener las lágrimas desde las gradas.

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La estadounidense causó sensación al contar en sus filas con el mítico 'Dream Team', el equipo de la selección de baloncesto, formado por las grandes estrellas de la NBA, y que ganaría el oro por primera vez en unas Olimpiadas precisamente en las de Barcelona.

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En total, 12.000 deportistas de 172 países hicieron el soñado 'paseíllo' por el estadio olímpico.

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El encendido del pebetero estuvo a cargo de Juan Antonio San Epifanio, 'Epi', y del arquero paralímpico Antonio Rebollo (en la imagen), que protagonizó un momento mágico al lanzar la flecha: durante los segundos que esta estuvo en el aire, el estadio entero quedó en silencio, como si contuviera el aliento ante la dificultad que parecía entrañar el momento. Cuando la llama olímpica se encendió, el silencio se tornó en sonoros aplausos y exclamaciones de júbilo.

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La flecha, en realidad, no tenía que hacer más que pasar por encima del pebetero, no era necesario que cayera en él, puesto que ya estaba encendido al mínimo nivel de gas para que pasara desapercibido. Todo estaba preparado para, en cuanto pasara la flecha por encima, ponerlo al máximo nivel. La ilusión óptica hizo el resto.

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Una inmensa bandera olímpica de 114 metros de largo se desplegó en el centro del estadio gracias a 62 voluntarios, que fueron los encargados de introducirla, y a los cientos de atletas que habían participado en el desfile, que ayudaron a sostenerla.

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Casi 2.200 personas generaron gran expectación al levantar doce torres de castellers como símbolo de los doce países que por entonces conformaban la Comunidad Económica Europea.

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Los fuegos artificiales cerraban una majestuosa ceremonia de inauguración mientras el coro interpretaba el 'Himno de la Alegría' de Bethoven.