El sábado 16 de julio, la iglesia de San Andrés, de Sevilla, congregó a las nuevas generaciones de aristócratas en la boda de la artista Marta Hernández-Gil y Álvaro Fidalgo. Entre los asistentes, destacó la presencia del matrimonio formado por Belén Corsini y Carlos Fitz-James Stuart, quienes acapararon todos los flashes. La condesa de Osorno se convirtió en una de las más elegantes al decantarse por un vestido granate, de escote bardot, firmado por Matelier, la firma de su buena amiga la diseñadora Andrea Mateache , que combinó con una atrevida gargantilla de Verili y zapatos, bolso y abanico dorados.
La pareja de aristócratas coincidió en el enlace con la modelo Eugenia Silva , prima por parte de madre de la novia. La mujer de Alfonso de Borbón, familiar del Rey Felipe VI, también deslumbró al decantarse, al igual que Belén Corsini, por un vestido rojo, aunque, en su caso, mucho más vivo. Se trataba de una pieza de alta costura muy especial: un diseño con silueta sirena, pedrería y rematado con gasa, de Emanuel Ungaro, uno de los diseñadores franceses más relevantes y exitosos de la segunda mitad del siglo XX, fallecido hace dos años. Pero no acaba ahí la historia del look, ya que esta ‘joya’ pertenece a su suegra, Marisa de Borbón, “la mujer más elegante y con el gusto más exquisito”, quien se lo prestó para esta ocasión.
A la celebración del matrimonio de Marta Hernández-Gil y Álvaro Fidalgo también acudió Ana Cristina Portillo , hija de la fallecida Sandra Domecq y hermana de las hijas de Bertín Osborne. La diseñadora lució un vistoso mono en tonos negros y plateados y posó con su pareja, Santiago Camacho, con el que sale desde hace cinco años. Tras el ‘sí, quiero’, los invitados se desplazaron hasta la hacienda los Molinos de Maestre, a las afueras de la capital hispalense. Allí disfrutaron de una velada muy top.