Hay cantidades de dinero que escapan a los cálculos del común de los mortales, tener en el banco 87.000 millones de dólares es una cantidad tan descomunal que pocas personas en el planeta han podido ver extractos con tantos dígitos. Molly Novak sí, tras divorciarse de su marido después de 20 años de relación sus cuentas reflejan esta cantidad, aunque ella ya estaba muy acostumbrada a un mundo sin apreturas, lleno de lujos y despreocupaciones. Su exmarido es un emprendedor tecnológico que hizo su fortuna en los negocios digitales, pero al no tener un acuerdo prematrimonial, el divorcio provocó que se desprendiera de una cantidad ingente de su patrimonio. Así Molly se convierte en la tercera mujer más rica del país, y una de las millonarias más relevantes del planeta.
Hasta aquí la historia ficticia que nos cuenta la serie Loot, recién estrenada y protagonizada por la cómica estadounidense Maya Rudolph. ¿Pero no es cierto que la realidad supera siempre a la ficción? La nueva serie de Apple TV+ está basada (libremente) en la historia real del divorcio de Bezos, el creador de Amazon, el que se considera el divorcio más caro de toda la historia. MacKenzie Bezos obtuvo tras la ruptura más de 36.000 millones de dólares, y desde entonces es la tercera más rica del mundo. Tras ello se convirtió en una de las cinco personas más filantrópicas del planeta, donando gran parte de su fortuna a quienes más lo necesitan. Según declaraciones de MacKenzie "Tengo una cantidad desproporcionada de dinero, debo compartirlo". En los últimos tres años se calcula que ha llegado a donar hasta 15.000 millones de dólares a diversas causas benéficas.
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El punto de partida de Loot no se basa en la codicia o la lucha por el poder, como de hecho tampoco fue el caso de los Bezos, pues según parece llegaron a un acuerdo amistoso para el reparto de esta ingente cantidad de dinero. Lo que nos muestra Loot es la sensación de hartazgo que produce tener todo el dinero del planeta, un acceso total a cualquier manjar o experiencia, y percibir que nada conduce a una satisfacción plena. ¿Acaso el dinero, cuando es en demasía lo que nos anestesia? Ese es el planteamiento que nos plantea esta ficción con tintes de comedia que por momentos recuerda a una versión sofisticada de The Office o Ted Lasso.
Como ya ocurre con Bill y Melinda Gates, Jobs o los Zuckerberg, invertir en los más desfavorecidos puede ser una buena vía para conseguir un mundo mejor gracias a sus fortunas. Tras su divorcio, Molly Novak se plantea destinar gran parte de este dinero a una fundación que lleva su nombre. Esta será la excusa perfecta para remangarse y acudir todos los días al trabajo, implicándose en causas benéficas y conociendo de primera mano quienes son los trabajadores de su fundación. Sin embargo, los conflictos no se hacen esperar: el nivel de riqueza en el que se mueve Novak es tan desorbitado que no logra comprender las sensibilidades de las personas vulnerables que le rodean o de sus propios trabajadores. Sin pretenderlo, les tratará como objetos, les colmará de atenciones y sentirá gran impotencia por no lograr empatizar de veras en los valores rigen la vida real, los del común de los mortales que no tienen miles de millones de dólares en el banco.
Loot aborda una vez más la compleja vida de los millonarios que no logran escapar a los mismos problemas que el resto de las personas: encontrar su lugar en el mundo. Como ocurre en otras series recientes como Succession de HBO, la riqueza extrema produce una distancia insalvable, una desconexión del resto de personas y su forma de ver el mundo. El plantel de compañeros de la Fundación son el contrapunto realista de esta serie, encabezados por Sofía Salinas, la pragmática directora que ve cómo todo su esfuerzo por mejorar la vida de los más vulnerables del Sur de California puede irse al traste por las excentricidades de Novak.
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