Pepe Rodríguez se pasa todo el día entre fogones. De hecho, cuando no graba MasterChef, está metido de lleno en El Bohío , el restaurante que tiene en el municipio toledano de Illescas y que ha convertido en un templo culinario en España. “Los lunes, los miércoles y los viernes suelo tener programa. Ya los martes y los jueves, estoy en el restaurante, desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde. Los sábados y domingos también estoy aquí”, nos dice Pepe desde su local. “Si hay grabaciones, no tengo un día entero para descansar, pero busco huecos. En agosto, me iré diez días de vacaciones con mi familia”, añade, mientras nos propone uno de sus platos más emblemáticos. Además, el cocinero nos habla de su faceta más familiar con Mariví Fernández, su mujer, y sus tres hijos en común: María, Jesús y Manuela, de diecinueve, diecisiete y casi trece años.
—¿Siempre quisiste ser cocinero?
—Jamás. Lo hice obligado. Mi hermano y yo no éramos los estudiantes más brillantes, así que dejamos de estudiar y empezamos en el negocio familiar, como camareros. Un día, el cocinero nos dejó colgados y mi hermano y yo, que no teníamos ni idea, empezamos a cocinar, para salvar el negocio. Al final, me quedé en la cocina y me alejé de la sala, ya que siempre he sido tímido y me ha costado el cara a cara con el cliente. Mi padre fue un tipo listo: en cuanto di un paso dentro del restaurante, dio un paso para atrás. Luego, empecé a trabajar con grandes cocineros, porque tenía la inquietud de aprender y me fui con los mejores. Ahí ya supe que era el oficio que quería.
—¿Tu padre te incitó a ser cocinero?
—Cuando tienes un restaurante familiar, tu vida transcurre dentro del negocio. Mi padre me lanzó sin quererlo, inconscientemente.
—Normalmente, ¿cocinas en casa?
—Sí. Mi mujer cocina lo justo, aunque va aprendiendo. Hace un arroz bastante correcto, pero no se complica y no pone mucho interés.
—¿Y eres tan meticuloso en la cocina de casa como en la de tu restaurante?
—No, es imposible, aunque intento currármelo, porque me gusta cocinar y quiero que mis hijos coman bien. Hace ya tres años que dejaron el comedor del colegio porque se quejaban constantemente.
—¿Qué te gusta comer?
—Me fascinan todos esos caldos: del cocido, sopas de ajo, lentejas… pero en clave actual. También me gusta hacer fideos con costillas.
—¿Te espanta la idea de comer una pizza y hamburguesa de franquicia o sí la tomas?
—Alguna vez. Intento no hacerlo y no está en mi dieta habitual. Me comeré una o dos hamburguesas de esas al año, pero me saben a gloria. Y de las marcas populares. Me pregunto cómo puede saber tan rico algo tan mal hecho.
—Has bajado de peso. ¿Cómo te cuidas?
—Como sano y de todo. Nunca hago dieta, pero sí deporte. Hasta hace poco, estaba enganchado al tenis, pero me jorobé las fascias de los pies —membrana que envuelve a los músculos— y lo tuve que dejar. Ahora monto en bici.
Los jueces más duros con él
—Cuando cocinas, ¿quién es la persona más crítica contigo?
—Mis hijos. En cuanto no haces lo que les gusta, lo dicen. Ayer les puse unos tomates cortados, unas aceitunas maravillosas, una carne roja de buey wagyu… Me dijeron: “Papá, ¿solo hay esto?”. Están acostumbrados a que les ponga muchas cosas y me complique en exceso. Cuando llego tarde o tengo prisa, les hago un salteado y dicen que no me lo curro nada (ríe).
—¿Qué quieren ser de mayores?
—La mayor, Manuela, que tiene diecinueve, estudia Marketing de Moda y Publicidad. El segundo acaba de examinarse de la EBAU y no sabe qué hacer… Algo de Business Digital.
—Se está emitiendo la décima edición de MasterChef. ¿Cómo viviste las grabaciones?
—Con mucho gusto y mucha pasión, como todo el equipo. Son diez años, que casi no existe en televisión. Los concursantes han sido maravillosos, con ganas de aprender y entretener.
—Ahora, ya se graba la próxima edición de MasterChef Celebrity. ¿Qué puedes destacar?
—Ha sorprendido enormemente Isabelle, la hija de Philippe Junot. No esperas que sea así. Va a enamorar al público. Es Tamara Falcó tres punto cero.
—¿Te cuesta compaginar las grabaciones con tu trabajo en el restaurante?
—Cada vez más. Ya noto los años. Cada vez me tengo que dosificar más físicamente.
—Por El Bohío han pasado grandes personalidades. ¿Quién te ha hecho más ilusión?
—Cualquier cliente me parece importante y no me gusta hacer distinciones, pero don Juan Carlos ha venido dos veces y me hace ilusión.
“Me ha sorprendido enormemente Isabelle Junot. Es Tamara Falcó 3.0”, nos avanza sobre la nueva edición de MasterChef Celebrity, que ya está grabando
—¿Cómo es el Rey emérito como comensal?
—Muy sencillo. Le gusta comer bien. Está acostumbrado a que le agasajen, con lo cual no le va a sorprender nada de lo que yo le dé.
—¿No han venido don Felipe y doña Letizia?
—No. Tampoco tienen por qué. Parece que llevan otro ritmo.
—¿Qué relación tienes con Eva González?
—Es cordial. A veces, nos escribimos un whatsapp. Es verdad que se ha enfriado. Seguro que Eva tiene un ritmo como el nuestro o mayor. Pero, cuando nos vemos, se nos saltan las lágrimas, como cuando vino a vernos en Sevilla —a las grabaciones—. Qué pena que se enfríe algo que hemos tenido tan cerca, pero me pasará lo mismo con Jordi y con Samantha cuando acabe el programa.
—Cuéntanos algo que no se sepa de Jordi Cruz y Samantha, algo de sus personalidades.
—Jordi tiene ese carácter serio, pero no es duro. Yo le quito hierro a todo, pero, cuando veo al niño de no sé quién o alguien llora, me reblandezco de una forma muy tonta y se me saltan las lágrimas.
—¿Has llorado viendo MasterChef?
—Alguna vez, como con alguna película. Jordi no suelta ninguna lágrima, pero luego tiene un tacto especial para muchas cosas. ¿Y de Samantha? A veces, le cuesta ser ella frente a la cámara, porque es divertida, alocada, surrealista… Quizá, es más divertida que Jordi y yo. Es la rebomba.
Versión propia de la sopa de picadillo
Tiempo de preparación: 3 horas
Ingredientes (para 6 personas):
● 2 pollos ● Un hueso de jamón ● 50 gramos de pasta penne ● Un puerro ● 50 gramos de nata ● Un huevo cocido ● Brotes y hojas de lechuga ● 50 gramos de jugo de trufa ● 5 gramos de vinagre de arroz ● 50 gramos de aceite de oliva extra
Elaboración
Pon a cocer los ingredientes del caldo, a fuego lento, hasta conseguir un caldo suave de pollo y jamón. A continuación, haz un carpaccio con la pechuga de pollo, pica el huevo cocido y mézclalo con dos cucharadas de vinagreta de trufa. Desmenuza el resto del pollo y guísalo con un poco de vinagreta y un trozo del puerro cocido. Con este guiso de pollo, rellena la pasta penne. Por otro lado, mezcla la nata con el caldo de pollo y déjalo reducir para hacer una glasa —con consistencia—. A la hora de emplatar, dispón el carpaccio de pollo en el fondo del plato y, encima, un poco de huevo trufado. A continuación, coloca el puerro cocido troceado y el ‘penne’ relleno de guiso de pollo. Después, salsea con la vinagreta de trufa y la glasa de pollo. Por último, añade unas hojas y brotes por encima, para decorar. Sirve el plato con una taza de caldo de pollo y jamón.