Adriana Abascal, confesiones en Menorca tras su separación de Emmanuel Schreder

‘Tanto Emmanuel como yo hemos entendido que hay un proyecto: el de la pareja, que no siguió. Pero hay otros proyectos, como el de la familia, que nos unen muchísimo’

13 de julio de 2022 - 9:00 CEST13 jul 2022 - 9:00 CEST

Nos dice Adriana que vivir la vida es como ir en un tren: “No todas las personas que viajan contigo estarán a tu lado durante todo el trayecto. Hay estaciones en las que unos bajan y otros suben. Cada uno en su tren recibe, ama, despide, recuerda”. A mediados de enero, Adriana Abascal y Emmanuel Schreder, su marido desde junio de 2013, emprendieron caminos separados. Su proyecto de pareja llegó a su fin, pero no así otros proyectos que todavía los unen, como la familia, el cariño y el respeto mutuo.

Han pasado siete meses. Adriana vive volcada en su sueño: su marca de zapatos de lujo, Skorpios, que ya es un éxito mundial. Con clientes en todo el mundo, su tienda en París, sus viajes de trabajo, el diseño de sus colecciones, las presentaciones, las fábricas, los showrooms, la promoción, su día a día es una locura, sin apenas tiempo libre.Nos cita en Binibeca, uno de los enclaves más bellos de la isla de Menorca, junto a su hija Jimena, que el domingo 10 de julio celebró su cumpleaños número quince.

Jimena es una niña muy guapa, como su madre, simpática, activa, alegre. La mejor compañera posible para Adriana; tal vez, la continuadora de su trabajo, el día de mañana. A Jimena le gusta el mundo de la moda y el del arte contemporáneo; cuando termine el colegio, piensa estudiar en la prestigiosa escuela de arquitectura de interiores, comunicación y dirección artística Pennighen, en París.

“Cuando Jimena se marche de casa, ahí si me dará algo”, nos confiesa Adriana, como buena madre latina, que ya echa de menos a sus dos hijos mayores: Paulina, que estudia en la Universidad de Berkeley, en San Francisco, y Diego, que acaba de graduarse con muy buenas notas del bachillerato y el próximo año comenzará sus estudios superiores en Los Ángeles, donde asistirá a la universidad USC, (Universidad del Sur de California), una de las mejores en finanzas y negocios.

“Ahora que nos quedamos solas Jimena y yo, la decisión de dónde viviremos la toma ella. Para mí sería más cómodo vivir en Milán o en Nueva York, donde tengo la mayor parte de mis clientes, pero Jimena ha escogido París, porque ella llegó a esta ciudad a los dos años y aquí tiene su vida, sus amigos, su estabilidad. Aunque, en realidad, nosotras vivimos en Europa. Si tengo que ir a una reunión fuera de París, tomo un avión, voy y vuelvo. Así es mi mentalidad. Siempre he trabajado así”.

“Este es un proyecto en el que no me puedo desconectar. Es como una bicicleta, que, si dejas de pedalear, te caes”, nos dice Adriana Abascal de su marca de calzado, Skorpios, mientras posa con sus propuestas junto a su hija Jimena, que acaba de cumplir quince años.

La separación de Emmanuel Schreder

Durante casi diez años, Adriana y Emmanuel formaron una pareja sólida y una familia unida. Cuando el empresario francés llegó a la vida de Adriana, los niños eran aún muy pequeños y Emmanuel ha sido como un padre para ellos. Por eso, la separación no está siendo fácil para nadie.

—¿Qué ocurrió, Adriana?¿Cuál ha sido el motivo de vuestra decisión?

—Los dos fuimos conscientes de que la relación llegó a un punto en que la pareja no era compatible. Pero también sabemos que la familia sí lo es. Tanto Emmanuel como yo hemos entendido que hay un proyecto: el de la pareja, que no siguió. Pero hay otros proyectos, como el de la familia, que nos unen muchísimo. Después de tantos años de convivencia, hay una amistad, un cariño… La mexicana y la española somos culturas donde la familia es muy importante. No te extrañe si de repente nos ves a todos juntos.

“Emmanuel ha sido durante estos años la figura paterna de mis hijos y lo ha hecho muy bien. Les ha dado un apoyo, un equilibrio, una seguridad y los niños lo necesitan a él tanto como él necesita a los niños”

—Él ha sido una figura muy importante en la vida de tus hijos. Imagino que seguirán teniendo contacto.

—Emmanuel ha sido durante estos años la figura paterna de mis hijos y lo ha hecho muy bien. Les ha dado un apoyo, un equilibrio, una seguridad y los niños lo necesitan a él tanto como él necesita a los niños, porque se han creado entre ellos unos vínculos muy fuertes. Nos apoyamos mutuamente muchísimo, cuento con él para todo. Por ejemplo, el otro día, en la graduación de Diego, estaba Emmanuel, obviamente.

—Tienes que estar muy orgullosa de tu hijo Diego, ¿verdad?

—Diego es un niño muy bueno, muy noble, y el más alto de todos los chicos que se graduaron. ¡Es altísimo! Es muy buen estudiante. Le gusta el mundo de la empresa y las finanzas y en septiembre se trasladará a Los Ángeles, donde nació, donde tenemos muchos amigos, para comenzar sus estudios en la universidad.

“Nos llevamos muy bien. De carácter somos muy diferentes, pero al final tenemos muchas cosas en común. La parte mexicana, divertida, la tengo como ella. Me encanta México”, nos dice Jimena de su madre. “Cuando Jimena se marche de casa, ahí si me dará algo”, confiesa Adriana, que ya echa de menos a sus dos hijos mayores: Paulina, que estudia en la Universidad de Berkeley, en San Francisco, y Diego, que el próximo año comenzará sus estudios superiores en Los Ángeles. En la imagen, con zapatos de su firma, Skorpios, que ha convertido en un éxito.

—¿Habéis encontrado ya Emmanuel o tú una nueva pareja?

—Yo tengo una pareja con la que estoy comprometida al cien por cien, que se llama Skorpios, mi marca, que es absorbente, exigente y no me deja ver a nadie.

—A veces, pasa que el trabajo nos arrastra tanto que descuidamos la relación de pareja. ¿Puede haber sido este vuestro caso?

—No. No creo que tenga que ver con eso. Pero sí tiene que ver con que justo, en este momento en que de repente la vida te cambia los esquemas y te saca de tu zona de confort, de tus rutinas, tus seguridades…, llega la incertidumbre y da un poco de vértigo. Pero, cuando esto ocurre, hay que confiar y aprender a vivir en el descontrol y no tener miedo.

“Yo tengo una pareja con la que estoy comprometida al cien por cien, que se llama Skorpios, mi marca, que es absorbente, exigente y no me deja ver a nadie”

—Algo de miedo sí sentirías.

—Yo creo que la felicidad está al cien por cien ligado a la percepción. Ahora que estamos en un momento socialmente feminista, ¿quién dice que necesitas tener un hombre, un anillo, un compromiso, para estar completa? Es cierto que el ser humano está hecho para compartir: yo para qué quiero una casa, un barco, un viaje maravilloso, si no lo puedo compartir con alguien y sentirme amada. Pero, si no tienes eso, tampoco eres una pobre desgraciada. Yo tengo tanta suerte, tantos amigos, mis hijos, mi proyecto, unos planes y actividades que me llenan y me permiten evolucionar como persona. No sabemos por qué pasan las cosas. Las respuestas las recibes años después. Tal vez, en este momento de mi vida, yo tenía que estar al cien por cien volcada en el trabajo para que este avión que estaba despegando terminara de despegar. Este es un proyecto en el que no me puedo desconectar. Es como una bicicleta, que, si dejas de pedalear, te caes.

El escorpión que está dando la vuelta al mundo

—En plena pandemia tuviste el valor de lanzar tu marca Skorpios. Ahora, después de dos años, podemos afirmar que el negocio marcha.

—El negocio va increíble, el problema de que vaya increíble es que estamos en esa fase en la que estamos creciendo tanto que no damos abasto. Hay mucho interés y nos pasan cosas que no le pasan a nadie en esta industria. Estamos desarrollando un proyecto comercial global. Estamos en quince puntos de venta en Italia, en USA, en Francia, en el Medio Oriente y en Europa del Este. Pero eso sí…, no tengo vida.

—Estás totalmente volcada en este proyecto, ¿no?

—¿Sabes qué me pasa? Cuando voy a una galería o una feria de arte, ya no veo los cuadros; voy mirando al suelo, a los pies de la gente, y el aeropuerto, ¡con todos esos pies!, no me puede interesar más. Me gusta todo el proceso: desde la creación hasta la venta, y me apasiona el análisis de datos. Es impresionante cómo conoces quién es tu cliente, cómo te conoce, etc. Estoy disfrutando mucho, pero es un reto.

“Ahora que nos quedamos solas Jimena y yo, la decisión de dónde viviremos la toma ella. Para mí sería más cómodo vivir en Milán o en Nueva York, donde tengo la mayor parte de mis clientes, pero Jimena ha escogido París, porque ella llegó a esta ciudad a los dos años y aquí tiene su vida, sus amigos, su estabilidad”

—¿Cómo compaginas todo este volumen de trabajo con la educación de tus hijos? ¿Tienes tiempo para todo?

—Como los necesito yo a ellos más que ellos a mí, los he involucrado a todos en el proyecto, y les pido consejo, ayuda… Así puedo hacer las dos cosas a la vez. Este verano nos vamos a Careyes, en formato Modern Family. Nos vamos de vacaciones toda la familia, incluido Emmanuel, como una familia civilizada y muy moderna. No vamos mucho tiempo, porque en septiembre tengo que montar el beau marché, y tengo el deadline para diseñar la siguiente colección.

“Cuando voy a una galería o una feria de arte, ya no veo los cuadros; voy mirando al suelo, a los pies de la gente, y el aeropuerto, ¡con todos esos pies!, no me puede interesar más”, nos dice Adriana, que asegura estar disfrutando mucho, “pero es un reto”. Madre e hija nos muestran algunos de los modelos de Skorpios.

—En este reportaje, estas acompañada de la más pequeña de tus hijos, Jimena. Háblanos de ella.

—El domingo es su cumpleaños número quince. Lo va a pasar en Maine, en un campamento, pero no te preocupes, que llevamos todo el mes de junio celebrando con sus amigas, con su familia… Jimena es tan increíble, tan mágica, se preocupa muchísimo por los demás y da muchísimo, te ayuda, resuelve, se involucra. Si ella ve que te puede ayudar, siempre está dispuesta y es divertida, artística, tiene mucho sentido de la moda. Siempre le pido ayuda para saber cómo vestirme. Es como mi estilista.

—¿Por qué escogiste este lugar, Menorca?

—Conocí Menorca hace muchos años. Solíamos venir aquí en barco. Pero luego he vuelto muchas veces porque mi amigo Luis Laplace, arquitecto de interiores, argentino, que me hizo mi casa de París, tiene una casa preciosa aquí y vengo a menudo a visitarle.