El pasado agosto, la infanta Cristina sonreía en las playas de Bidart al lado de Iñaki Urdangarin y sus hijos, unas imágenes que no se habían producido desde 2017. Desde su boda (el 4 de octubre de 1997), este rincón del País Vasco francés, en el cantón de San Juan de Luz, siempre fue un destino fijo a finales de verano, pero, desde 2012, después de dejar atrás Mallorca y el palacio de Marivent, Bidart se había convertido en la gran referencia como refugio estival. Ahora, casi un año después, tras el inesperado giro de 180 grados y la tormenta mediática, la imagen es muy diferente. Bidart sigue siendo el lugar donde el exdeportista disfruta del mar y la playa, pero hace meses que es también refugio de su historia de amor con Ainhoa Armentia . El 19 de enero, a unos kilómetros de allí, fueron tomadas las fotos que descubrieron el romance de la pareja, que ha seguido visitando la zona donde, según apuntas varias fuentes en Vitoria, la analista contable tendría una casa familiar.
Desde el pasado abril, sin embargo, no había constancia gráfica de ambos juntos: ni en Vitoria, ni en los bosques de Álava, donde gustan de hacer rutas de senderismo y estar en contacto con la Naturaleza, ni en Francia… Las imágenes de estas páginas son las primeras en más de dos meses y desmienten los rumores de ruptura que han surgido en las últimas semanas. Fueron tomadas el pasado sábado 2 de julio en la playa de Erretegía, donde disfrutaron de unas horas al borde del mar. Iñaki y Ainhoa se alejaron de la parte más poblada de la arena hacia una zona rocosa donde no suele colocarse mucha gente debido a la posibilidad de algún desprendimiento. Su estancia se prolongó hasta la tarde y en algunos momentos se los vio gesticulando mientras conversaban con semblante serio. Tomaron el sol y se dieron un refrescante chapuzón evitando también cruzarse con otros bañistas. Un día de relax en unos meses complicados.
En muy poco tiempo han pasado muchas etapas y presiones distintas y todo condicionado, además, por el trabajo, las relaciones familiares y su exposición mediática. Han ido muy rápido y han tenido que recolocar muchas cosas; pese a esta circunstancia, la ruptura no se habría producido, aunque sí habrían pasado una crisis en ese intento de recomposición y de continuar encajando sus respectivas vidas. Ainhoa tiene su trabajo en su ciudad, Vitoria, y dos hijos, además, en plena adolescencia, mientras Iñaki sigue buscando un futuro profesional, al menos que se sepa, y cada vez pasa más tiempo en Barcelona. La situación matrimonial está hablada y terminará en divorcio, pero hay temas familiares que no están solucionados. Pablo y Miguel acaban de pasar unos días con él en Formentera, pero la pequeña de la familia, Irene, de diecisiete años, es la más sensible en este proceso y parece que le está costando más asimilar la situación; por otro lado, Juan, el mayor, que ha estado al lado de su padre en los peores momentos y en su etapa más complicada, no lo está ahora, ya que en ningún momento se le ha visto junto a él. Una situación que, sin duda, ha tenido que pasar factura a Iñaki. A pesar del cambio de estrategia, de dejarse ver menos para ajustar todo lo necesario pensando en no hacer daño a las personas que quieren, los próximos meses serán claves para que puedan ver hasta donde tiene recorrido su relación.