La primera que dio el salto a la fama fue María Pombo , la pequeña de la casa, con lo que empezó para ella como un simple hobby. Seguro que nunca pudo llegar a imaginar que compartir su vida en las redes terminaría convirtiéndose en una profesión y un negocio alrededor del cual está levantando un imperio. Después, siguió sus pasos Marta y por último, Lucía. A las tres, pronto las bautizaron como Las Pombashian -comparándolas con las Kardashian- y su fama terminó extendiéndose al resto de la familia.
Están muy unidas, entre ellas no existen rivalidades y ante cada reto al que se enfrentan, siguen los consejos y el ejemplo de quien es para ellas la gran influencer que ha marcado sus vidas: su madre, Teresa Ribó . Junto ella, posaban felices el pasado 25 de junio en la boda de Lucía, protagonizando una bonita imagen, que esconde muchas historias de superación detrás y refleja su verdadero éxito: que son una familia de mujeres valientes, con un vínculo muy fuerte. Porque la fuerza y la valentía de las personas no se mide por los logros obtenidos, sino por la actitud con la que se enfrentan a los momentos difíciles, independientemente de cuál sea el resultado. Y ellas siempre han plantado cara a las adversidades con mucho coraje y corazón.
Desde que María comenzó en redes sociales, siempre ha dado visibilidad a la enfermedad de la esclerosis múltiple y ha apoyado la investigación y los avances médicos. Su madre padece dicha enfermedad y para la familia siempre ha sido un ejemplo de fortaleza. A ella, Lucía le quiso dedicar un emotivo momento en su boda. Al abrir el baile con su padre, Víctor Pombo, sonó Tacones rojos, de Sebastián Yatra, la canción favorita de Teresa, quien también se animó a salir a la pista.
Ellas han aprendido a vivir con la enfermedad de su madre y en 2020, María comunicaba a través de las redes sociales que le habían diagnosticado también a ella esclerosis múltiple. Una noticia que llegó poco después de conocer que estaba esperando su primer hijo: “Me siento tremendamente afortunada de que sea esto y no algo más grave, porque, cuando me empezaron a hacer todas esas pruebas, temía que fuera algo más grave y, bueno, es una enfermedad que yo vivo muy de cerca, en casa”, decía con una gran entereza.
Y relataba que gracias a su madre, había podido reconocer a tiempo los síntomas de la enfermedad: “Me siento muy afortunada de tener la madre que tengo, con la enfermedad que tiene, porque si no llego a tener esa madre, con esa enfermedad, y no la hubiera vivido desde tan pequeñita, a lo mejor pienso que los hormigueos son por estrés o que se me ha pinzado un nervio. Lo hemos cogido a tiempo, porque en cuanto empecé a sentir ese hormigueo constante fuimos a un grandísimo doctor”. María comenzó entonces un tratamiento y la última vez que tuvo una revisión, contaba a sus seguidores que estaba contenta porque estaba respondiendo bien y la enfermedad no había avanzado.
Otra historia de superación es la de Marta, la mediana de la familia. En febrero de 2021, abría su corazón y anunciaba que desaparecería un tiempo de las redes sociales porque no se encontraba bien y su salud mental era lo primero. Contaba, al borde de las lágrimas, que había roto con su marido, Luis Giménez, y que, además, lo había pasado mal por unos problemas de salud (COVID y una lesión de hombro) y necesitaba alejarse del foco mediático. Dos meses después, su sonrisa regresaba a las redes y contaba que se encontraba en tratamiento médico porque sufría depresión. Un valiente testimonio que daba visibilidad a una enfermedad que padece mucha gente y que a día de hoy, todavía a muchos le da miedo confesar. Desde su posición de personaje público, Marta quería normalizar que uno muchas veces puede no sentirse bien y que acudir al psicólogo o psiquiatra es la mejor solución. Poco después, su vida daba un tremendo giro. Ya más recuperada, con más confianza en sí misma y con el apoyo incondicional de su familia levantaba el vuelo de nuevo y llegaba a su vida Luis Zamalloa. Comenzaron una relación ese verano y ahora, están esperando su primera hija, que está previsto que nazca en otoño.
Cada una con sus fortalezas y debilidades y con sus diferentes personalidades, las tres hermanas Pombo han demostrado que son mujeres reales, con vidas reales y que, como le sucede a todo le mundo, hay que luchar en cada paso, nadie regala nada. Ellas no reflejan en sus perfiles la perfección, sino que se muestran tal y como son y ese es quizá el secreto de su éxito.