Si algo es el torero José Antonio Morante Camacho, conocido artísticamente como Morante de la Puebla (La Puebla del Río, Sevilla, 2 de octubre de 1979), es culto. Y lo es por lo profundo de su mensaje y porque reúne la esencia y la sabiduría de la tauromaquia que nació y creció al margen derecho del río Guadalquivir. De hecho, entre todos los toreros, ha sido Juan Belmonte, fallecido hace sesenta años, el que más se prodigó entre el mundo intelectual de la época. Y ese testigo lo ha recogido el actual número uno del escalafón taurino, que este año se encuentra celebrando los veinticinco años de su alternativa.
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Su afán por seguir creciendo y por querer que la tauromaquia esté junto a las demás artes, le hacen tener una relación muy especial con intelectuales de la talla del escritor y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa , gran aficionado a los toros, con quien mantiene una buena amistad, y de artistas internacionales como el actor Antonio Banderas, a quien regaló hace siete años uno de sus trajes de luces, además de ser un reconocido coleccionista de antigüedades.
Una de sus últimas adquisiciones es, precisamente, un coche de caballos con rancio abolengo. Y es, como bien podría decirse, un capricho Real. La “joya” de la que hablamos no es la primera vez que es usada por el diestro. Se enamoró de ella hace año y medio al ver la “jardinera” en una fotografía en el Hotel Colón, de Sevilla (el más taurino de la ciudad), la compró, encomendó su restauración a Carruajes Romero (una de las empresas de mayor prestigio de conservación y restauración del país) y la estrenaba en agosto del año pasado para llegar a la plaza de El Puerto de Santa María (Cádiz).
Se trata del coche de caballos que perteneció a la Casa Real española y fue propiedad de doña María Isabel Francisca de Asís de Borbón y Borbón, primogénita de la Reina Isabel II de España y hermana del Rey Alfonso XII. Morante de la Puebla decidió mantener el palio de este coche que un día lució el coche de caballos de la Infanta y perteneció, posteriormente, al empresario Livinio Stuyk, fundador de la Feria de San Isidro de Madrid.
En Andalucía, los coches de caballos tenían gran utilidad. O bien para el trabajo de campo (sin palio), o bien para acudir a teatros y toros donde se utilizaba el palio para mayor envergadura social en feria y romerías. Antiguamente, los toreros acudían a las plazas de toros en coches de caballos. En la parte superior del coche llevaban un accesorio muy significativo como es el búcaro (un botijo) para beber agua toda su cuadrilla y el propio matador de toros, un detalle que ha mantenido. Un detalle más de la personalidad de este torero, tanto dentro como fuera del ruedo.
A lo largo de este año, Morante de la Pueba ha usado el carruaje en cuatro tardes de toros: el Domingo de Resurrección en la capital hispalense y en la Feria de Abril para el trayecto del hotel Colón a la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. El torero ha viajado desde el Hotel Wellington de la calle Velázquez donde se viste de luces hasta la plaza de toros de Las Ventas en el carruaje acompañado por su cuadrilla. Con torería, como los toreros antiguos, y creando una imagen poco habitual en estos tiempos.