Hace casi tres años, en agosto de 2019, Carmen Martínez-Bordiú decidió alejarse del foco mediático y retirarse a vivir a Portugal, junto a su pareja, el neozelandés Tim McKeague. Desde entonces, la duquesa de Franco y el coach emocional, que es treinta y cuatro años más joven que ella, apenas salen de su refugio ni hacen vida social. De hecho, en todo este tiempo han sido contadas las ocasiones en las que la madre de Luis Alfonso de Borbón ha podido ser fotografiada caminando por la playa que tiene junto a su casa o en alguna de sus escapadas a Madrid.
Pero el pasado 9 de junio, Carmen reaparició en público para asistir a todo un acontecimiento social: la boda de Julia Nasi y Carlo Fontana en la iglesia de Santa María de Loures, de la que la revista ¡HOLA! publica esta semana un amplio reportaje. La duquesa se encontraba entre los doscientos invitados que asistieron al enlace de la tataranieta de Giovanni Agnelli, fundador del imperio Fiat, con el ejecutivo sudafricano e italiano por parte de padre.
En la boda, Martínez-Bordiú se reencontró además con una de sus amigas íntimas, Isabel Preysler, con la que siempre está en contacto porque su amistad es para siempre. Se conocieron a los dieciocho años y más de cinco décadas después, las une, además del cariño, las vivencias que han compartido, aunque ahora están en etapas vitales muy diferentes.
La duquesa de Franco estuvo feliz de volver a reunirse también con otras buenas amigas, como Nuria González, mujer de Fernando Fernández-Tapias, y Miryam Abascal, sobrina de Naty Abascal, que vive en Portugal con su marido, Nicholas von Bruemmer y sus dos hijos. Todas ellas son muy amigas de la madre de la novia, Ana Cristina Nasi.
Gracias a este acontecimiento tan especial, hemos tenido la oportunidad de volver a ver a la madre del duque de Anjou. Desde que decidió mudarse a Portugal, Carmen lleva una vida tranquila junto a su novio, en su refugio secreto de la playa. La duquesa de Franco adquirió y reformó un chalé en Sintra, cerca de Cascais, de 600 metros cuadrados construidos sobre una parcela de 2.000, con piscina climatizada, apartamento para invitados e impresionantes vistas al mar.
La vivienda, a treinta kilómetros de Lisboa, tiene tres habitaciones —la suite con vestidor de Carmen es de 70 metros cuadrados—, amplio jardín y está en una zona muy tranquila. Desde este rincón del país luso, viaja con frecuencia a Burdeos y Madrid para ver a sus hijos y nietos.