Repicaron las campanas, sonó la versión instrumental del aria Au fond du temple saint, de la ópera Les pêcheurs de perles, de Georges Bizet, muy especial para los novios, porque fue la primera a la que acudieron juntos, y le abrieron paso hasta la iglesia de Santa María de Loures sus pajes y damitas. Como una princesa de cuento, Julia avanzó del brazo de su padre, Carlo Nasi, hacia el altar, donde la esperaba un emocionado novio, Carlo Fontana, que había llegado al templo del brazo de su madre, Carmen, elegantísima y de amarillo.
La novia acudió a la cita más importante de su vida —seis de la tarde del 9 de junio— vistiendo un traje realizado en doble shantung de seda natural por João Rôlo. El diseñador que también vistió, en verde turquesa, a la madre de la novia, Ana Cristina. Quería un vestido que “pudiera volver a usar en el futuro y no dejarlo en el armario durante años”, y se cumplió su deseo. El modisto creó un diseño contemporáneo con un guiño a la época victoriana, que resaltaba su silueta y sus hombros esculturales. El corpiño, estructurado, y la falda, bajo la que asomaban los zapatos de Versace, muy amplia, con cola de tres metros y dos grandes jabots desde la cintura al suelo.
Julia llevaba un vestido en doble ‘shantung’ de seda natural, con corpiño y falda con cola de tres metros; joyas de su abuela, y un ramo de lirios del valle y hortensias
Joyas de su abuela
Julia Nasi coronó su puesta en escena con un aderezo de diamantes y perlas, de los años cuarenta, de su abuela materna: una tiara que usó como joya de pelo y unos maravillosos pendientes. En sus manos, un magnífico ramo repleto de lirios del valle, porque, como nos contó, “siempre ha sido una de mis flores favoritas”, y de hortensias, que “me recuerdan a mi tía Pequenina, fallecida en 2015, que las tenía en su jardín”.
Carlo Fontana, con traje de Luca Rubinacci, y Julia se prometieron amor eterno ante doscientos invitados, que viajaron a Portugal desde cuarenta países diferentes, protagonizando un gran desfile de príncipes, nobles, empresarios y alta sociedad, en el que destacaron cuatro invitadas de honor españolas: Nuria González, mujer de Fernando Fernández-Tapias; Miryam Abascal, sobrina de Naty Abascal, que vive en Portugal con su marido, Nicholas von Bruemmer y sus dos hijos; Isabel Preysler, y Carmen Martínez-Bordiú, que estaban felices de volverse a encontrar, aunque siempre están en contacto, porque su amistad es para siempre.
Se conocieron a los dieciocho años y más de cinco décadas después, las une, además del cariño, las vivencias que han compartido, aunque ahora están en etapas vitales muy diferentes. Todas ellas son muy amigas de Ana Cristina Nasi, quien, en una entrevista reciente, nos decía que Isabel “es una de las mujeres más divertidas e inteligentes que he conocido. Siempre está ahí cuando la necesitas... Ella y Mario forman una de las parejas más elegantes y hermosas. ¡Nunca la he visto tan feliz como está ahora!”.
Príncipes y nobles
Entre los invitados, también destacó la presencia de Fiona Swarovski Grasser con su marido, Karl-Heinz Grasser; el príncipe Augusto Ruffo di Calabria, primo del Rey Felipe de los belgas, con su esposa, la princesa Tana; Chantal Hochuli madre de los príncipes Christian y Ernst de Hannover; los condes Brandolini d’Adda; Fernando Espírito Santo, y João Viegas Soares, expareja de Vicky Martín Berrocal .
Fue una ceremonia muy emotiva y llena de instantes perfectos, destacando el momento en el que la novia, muy devota de la Virgen María, quiso honrarla cantando un fado sagrado que era un Ave María del fraile portugués Frei Hermano da Câmara. Tras la ceremonia, todos se trasladaron al Palacio do Correio Mor, donde se serviría un cóctel, seguido de una cena en la que se homenajeó a la gastronomía de Italia y de Portugal, incluida la tarta elaborada con la receta del postre ovos moles, que tenía forma de margarita y se decoró con margaritas naturales.
Las celebraciones reflejaron en todos los escenarios los deseos y la ilusión de los novios, aunque en este último enclave se notó la mano de la elegante madre de la novia, quien, como nos contó Julia, tiene auténtica pasión por las decoraciones de las mesas y lo demuestra en su cuenta de Instagram, @actablemanners, aunque contó con la ayuda de Vasco Aragão y Rosario Garcez: “Cada espacio tiene sus azulejos y sus colores y pensamos que sería genial decorar los cuatro salones de forma diferente y única”.
La fiesta
Las celebraciones nupciales finalizaron con una fiesta que estuvo amenizada por Sud Medina, una banda de Nápoles, y DJ Betto, y duró hasta las seis de la mañana. Julia Nasi y Carlo Fontana —nacido en Sudáfrica, pero medio italiano por parte de padre— se conocieron, en Suiza, en 2015. Carlo trabaja como ejecutivo en la industria del juego, en Londres, la ciudad donde viven. Y Julia, tataranieta por parte de padre de Giovanni Agnelli, senador vitalicio de Italia y fundador del imperio Fiat, después de su paso por Muryx Swimwear y de trabajar en la FIFA cinco años, sigue centrada en el mundo del fútbol.
Para la cena y el primer baile, la novia se cambió de falda, y para su fiesta, eligió un mono corto de pedrería, poniéndose la tiara que llevó en la ceremonia como gargantilla
En la actualidad, trabaja en Momento Market, una empresa de deporte y tecnología con grandes proyectos en asociación con destacados atletas y clubes de fútbol europeos, que va a lanzar este verano. Es mitad italiana y mitad portuguesa —”Portugal es muy importante para mí porque me siento como en casa, aunque nunca he vivido aquí”—, habla siete idiomas y ha vivido en diferentes ciudades del mundo, pero ahora todo pasa por Londres, donde empieza su vida de casada.