Ni su estreno en plena pandemia ni el boom de las telenovelas turcas ha impedido que Café con aroma de mujer se haya convertido en uno de los fenómenos televisivos de todo el mundo. De hecho, gracias a la ficción que protagoniza con el cubano William Levy, Laura Londoño se ha convertido en la mejor embajadora de su Colombia natal. Pero la serie no solo le ha traído éxitos profesionales, sino también familiares: durante la grabación de sus últimos capítulos, la actriz se quedó embarazada de Mikaela, su segunda hija con Santiago Mora Bahamón, que nació en febrero.
— ¿Qué supone para ti formar parte de Café con aroma de mujer y poder promocionar tu tierra?
— Es un reconocimiento muy honroso, muy significativo y un gran logro en mi carrera. Personalmente, ha sido importante hablar de las mujeres, porque yo crecí sintiendo una gran desventaja por ser mujer. No me gustaba ser mujer, porque sentía que los hombres tenían toda la diversión y las mujeres, toda la parte dura. Pero redescubrí qué es ser mujer, todo lo que significa la feminidad, y me parece que es alucinante. Entonces, me gusta transmitirlo, para que no haya más mujeres que sientan lo que yo sentía cuando era chiquita.
— Y eso que eres muy joven.
— Exacto. Este personaje de Gaviota va abriendo camino a otras mujeres y les indica el camino. En lugar de pelear entre todas, que es lo que nos han enseñado, todas juntas podemos lograr cosas maravillosas. Es esa mujer que va liderando el camino de otras.
—¿Qué tienes en común con tu personaje?
— Muchas cosas: el amor por la tierra. Yo crecí en contacto con la naturaleza, con los animales. También eso que te hablo del tema femenino, de ayudar a las mujeres.
—¿Y el carácter?
— Sin duda alguna, soy un poco brava, tengo que decirlo. También soy dulce y muchas otras cosas, pero también tengo carácter. Además, me parece indispensable. Siento que, gracias a mi carácter, he salido adelante y he logrado muchas de las cosas que he logrado. A veces, por el hecho de ser mujer, hay que pelearlo un poco más de lo que se debería.
— ¿Te esperabas el éxito que está cosechando la serie?
— Pues no, no me esperaba todo lo que ha sucedido a nivel mundial. Y por eso es más lindo todavía. Sin expectativas algunas, te sorprende más y lo agradeces más.
—¿Habéis hablado William y tú del éxito de Café con aroma de mujer?
—Sí. Es una maravilla que este sea el resultado después trabajar con tanto cariño. Los dos bromeamos. Me dice que no le odie… Le quiero mucho, pero pasamos momentos de mucho estrés y nos peleábamos como una pareja en la vida real.
—Por eso se dijo que os llevabais mal.
—Cada vez que me preguntan por eso digo: “Sí y no”. Había días que “sí” y otros que “no”, pero el resumen es que le quiero.
—¿Cómo es William en la vida real?
—Absolutamente encantador, muy carismático. Luego, le ves grandote, pero parece un niño. Contaba chistes todo el rato y pésimos, pero es así. Es como un niño muy, muy noble, que es lo que me gusta de él. Por eso, discutíamos y, luego, le perdonaba (ríe).
— ¿Habrá nueva temporada de la serie?
— No sé cuándo se va a hacer. Me la están pidiendo mucho y yo la haría feliz, pero no nos han dicho nada.
—Pero el amor de verdad lo vives con Santiago, el padre de tus hijas.
—Nos conocimos hace nueve años. Él estudiaba cine y nos presentó una amiga en común en el Festival de Cine de Cartagena, pero los dos teníamos pareja. Al año siguiente, volvimos a coincidir, pero ya esta vez no teníamos novios. Ahí surgió el amor.
—¿Cómo ha digerido el éxito tu marido?
—Él es de otro planeta. No creo que le encante que me dé besos con William Levy, pero, aun así, es sumamente respetuoso. Me conoció haciendo esto y sabe que es mi pasión absoluta. Él me dice: “Mientras vuelvas a casa todas las noches, soy feliz” (ríe). Él se siente dichoso y me lo dice. Es muy amoroso. Le gusta verme feliz y triunfar, por supuesto.
—¿Qué tiene Santiago para haberte enamorado?
— Ay, todo. Es un corazón andante, un hombre absolutamente bueno, maravilloso y con un humor increíble… Inteligente… Charming… Lindo.
—¿Es verdad que te quedaste embarazada de tu segunda hija mientras rodabas Café con aroma de mujer?
—Terminé La ley del corazón embarazada de tres meses de Allegra —su hija mayor—. Con Café con aroma de mujer también, embarazada de Mikaela. Mis proyectos vienen con un bebé bajo el brazo (ríe).
—¿Cómo has afrontado la popularidad en plena maternidad?
—Lo remueve todo, pero la maternidad también te ancla a la tierra más que nunca. Los hijos no son pasajeros y la fama, sí. La cotidianidad, la rutina, tenerte que levantarte por las noches quinientas veces, el tener que convencer a tu hija por las mañanas de que se vista y se bañe… Eso es lo que le mantiene con los pies en la tierra.
— ¿Cuántos años tenía Allegra cuando empezó el rodaje de Café con aroma de mujer?
— Un año y, claro, me la llevaba a los rodajes. Grabábamos en el eje cafetero, que es esta zona maravillosa. Yo le conseguí clases de equitación y se montaba en un pony.
— ¿Teniendo tu hija un año?
— Sí (ríe). La tenía en la finca de al lado. Desayunaba con ella, almorzaba con ella y estaba por las noches con ella, era indispensable. Lo mismo haré en el próximo proyecto, no con una hija, sino con dos.
— ¿Cómo definirías a tus dos hijas?
— ¡Ay, Dios mío! Allegra es un volcán lleno de alegría, como su nombre dice. Es el centro de atracción, donde quiera que esté, y lo dirige todo. Por su parte, Mikaela es un remanso de paz. Es un grado de tranquilidad… Pero, con dos meses que tiene, también con una claridad de lo que quiere y no quiere. A veces, está tranquilísima y, de repente, da un grito… Entonces, cuando voy alarmada a ver qué pasó, me dicen: “No le gustó que le apagaran la luz”. ¡Así! (Ríe).
— ¿Soléis viajar junta toda la familia?
— Pues sí, porque las niñas están muy chiquitas, aunque también es muy importante hacer vida de pareja.
“Como me pasó en otra serie, terminé Café con aroma de mujer embarazada de Mikaela. Mis proyectos vienen con un bebé bajo el brazo”
—Acabas de visitar Madrid.
—He visitado la ciudad varias veces. La primera vez, cuando trabajaba de modelo en París, con dieciséis años. Me encanta pasear por El Retiro, visitar el museo de El Prado y comer rico, que en España se come delicioso. En noviembre, estuve en la zona norte y de los viñedos, La Rioja y San Sebastián. También conozco Bilbao, Cádiz y Sevilla, que es preciosa. Me falta por conocer Granada, que me muero de ganas de verlo.
—Con tu marido tienes varios proyectos empresariales. De todos ellos, llama la atención los dedicados al bienestar sexual.
—A todo el mundo (ríe). La marca se llama Almost Virgin, que significa “casi virgen”. Nace de todo lo que significa ser mujer. Salimos a la calle a pedir igualdad en salarios, trabajo… Pero hay un tema del que no hablamos y es todo el tema de la sexualidad. Esto surgió en pandemia. Hablaba con amigas, que son de mi edad, y veía común que las mujeres fingieran un orgasmo o que ni siquiera sepan lo que es. La marca tiene dos productos de aceite sexual, realizados a base de la planta cannabis y de su componente medicinal, que es el CBD. Son dos aceites para juntártelos en el cuerpo. Nuestro órgano más grande es la piel y, a través de ella, absorbes el CBD, que, entre otras cosas, te estimula y te sensibiliza por el proceso biológico de un orgasmo femenino, que es distinto al de un hombre. Luego, tenemos una marca de bebidas que se llama Mambe.
—Entonces, ¿puedes dar fe de que estos aceites funcionan?
—Funcionan de maravilla –sonríe–. La verdad es que sí. Ha sido superbonito recibir el feedback de la gente cuando lo usa… Me dicen: “Ay, ¿tú eres la de Café con aroma de mujer? Tengo los aceites y me encantan”.
—¿Es uno de los secretos para mantener una pareja tan duradera como la tuya?
—Ay, por supuesto. También, claro. Es indispensable hablar de esto.
—Antes comentabas que estuviste trabajando en Francia como modelo, pero también estudiaste Arquitectura.
—De chiquita, estudiaba piano, ballet, canto, equitación, teatro… Cuando llegó el momento de elegir qué estudiar, no tenía ni idea. Me gustaba el tema del arte, pero también el tema racional y los números. Vengo de una familia muy así, de constructores e ingenieros. Entonces, pensé que la carrera que mezclaba muy bien esas dos cosas era la Arquitectura. Me daba miedo tomar la decisión de hacer actuación, viniendo de una familia tan académica y estudiar algo tan poco tradicional.
—¿Cómo reaccionaron tus padres cuando les dijiste que tomabas el camino de la interpretación?
—Divino. Ellos querían que, hiciera lo que hiciera, fuese feliz. Entonces, entré en la universidad a estudiar Arquitectura.
—¿Y terminaste la carrera?
—Solo fui dos días. Saliendo feliz del segundo día de clase, me llamaron que había pasado un casting para una escuela de actuación y que empezaba la segunda semana. Dije que sí y aplacé el semestre de la la universidad, con la intención de volver el siguiente semestre. Pero no volví (ríe).
—En varios de tus proyectos, has tratado el mundo del narcotráfico. Además, tú naciste en Medellín, donde operaba el famoso cartel de la ciudad. ¿Cómo influyó ese mundo en tu vida?
—Sí. Creo que uno se acostumbra y no se da cuenta de las malas experiencias. Luego, con el tiempo, lo ves con perspectiva y dices: “Uy, esto no es normal”.
—¿Tuviste alguna mala experiencia? ¿Algún incidente familiar?
—Gracias a Dios, nada grave. Tan solo sucedió una cosa. Entraron en nuestra finca de recreo, durante unas vacaciones, mientras estábamos ahí. Fue algo súper incómodo, miedoso. Por mucho tiempo, no pudimos ir a la finca. Pero, gracias a Dios, no pasó nada.
—¿Asaltaron la casa?
—Sí, entraron. Estábamos mi mamá, mi hermano menor y yo. Yo tenía como seis años y mi instinto fue meterme debajo de la cama con mi hermano.
—¿Se fueron?
—No, pero no pasó nada.
—¿Eso fue el cartel de Cali?
—Eso ni siquiera tiene nombre.
—¿Has trabajado en España como actriz?
—No, pero me encantaría. Ya he trabajado con españoles y he sentido un honor gigante. En la película El olvido que seremos, trabajé con Javier Cámara y, por supuesto, Fernando Trueba. Es un gran director y fue una experiencia maravillosa. También he trabajado con Silma López, que sale en la serie Valeria. Tuve el placer de conocerla cuando vivió en Colombia. Ella dirigía una obra que, encima, escribió ella misma y, además, es una mujer muy pila: maravillosa, inteligente, talentosísima… Audicioné para su obra y, desde entonces, nos volvimos íntimas amigas. Me encantaría trabajar acá.
—¿Con quién?
—¡Hasta con lo que no conozco! Almodóvar siempre ha sido un gran referente. También muero por Penélope Cruz, porque me fascina. A veces, esas figuras que son tan conocidas tienen una gran crítica, pero, realmente, son una puerta para que el mundo conozca parte de la cultura de un país. Para mí, eso es Penélope Cruz. Y Javier Bardem… ¡Por favor! Qué hombre tan talentoso y maravilloso. La verdad es que me encanta. Estoy haciendo el tema de la ciudadanía española porque tengo ascendencia.
—¿Estás pidiendo la nacionalidad?
—Sí. Exacto, la nacionalidad española. Creo que me la van a dar pronto.
—¿Tienes idea de instalarte una temporada en nuestro país?
—Me encantaría. Siempre he querido vivir acá. Mi hermano ha vivido en Madrid y siempre he tenido ese sueño. Me parece una ciudad con una gran calidad de vida: comen bien, viven bien… ¡Buena vida!
—Antes nos hablabas que no sabías si habría una nueva temporada de Café con aroma de mujer. ¿Qué proyectos tienes a la vista?
—Empezamos a grabar una serie para Amazon. Está basada en una historia de Mónica Agudelo, que es una gran libretista y escritora de televisión colombiana. Murió hace unos años e hizo un proyecto, del que se va a hacer una adaptación para esta serie y estoy muy contenta. Tiene un elenco fantástico.
—Desde que diste a luz a tu segunda hija, has tenido tres meses para recuperar la figura.
—Nunca he tenido el plan de tener el bebé en tal fecha y pesar tanto en tres meses. Gracias a Dios, no, porque qué estrés. También tengo el metabolismo y el cuerpo de una manera. Por eso, cuando me ve la gente, me dice: “Estás igual”. Yo le contesto: “Mírame por dentro y verás…” (ríe). Es una realidad maravillosa que nos la han pintado como terrible. Hoy me veo mi barriga, pero no pasa nada. Agradezco tanto esa barriguita que tengo… Es increíble lo que podemos hacer las mujeres con el cuerpo. No he hecho nada para recuperar la figura. Lo único que hago es comer para poder dar leche y alimentar a mi hija, sin pensar que no puedo hacer esto o lo otro.
—Entonces ¿no haces nada de deporte?
—Sí, me gusta hacer deporte. También hice ballet mucho tiempo y eso ayuda. Ahora lo que hago es yoga. Me encanta el yoga. De hecho, llevo un año y medio estudiándolo y ahora estoy haciendo una certificación.
—¿Para ser instructora?
— Sí, para saber. No sé si algún día lo seré… Durante la pandemia, les daba clases a mis amigas. Fue divino. Me encanta.
—En Café con aroma de mujer, también cantas, que es algo que no sabe mucha gente…
—Sorpresas que te da la vida. Yo tampoco lo sabía… ¡Cómo lo va a saber la gente!
—¿Te planteas grabar algo?
—Por supuesto. El arte es algo que se puede expresar de millones de maneras y esta puerta que se ha abierto estoy dispuesta a dejarla abierta, para seguir por allí. Ayer cantamos varias canciones… Ocho. Divinas: Gaviota, Amor que me hiciste, Como un cristal, As de corazones… Incluso una española, que es maravillosa: El toro y la luna, que una canción que ustedes nos han dejado en herencia. Es una canción muy querida para nosotros y se la canto a mis hijas. A mí también me la cantaban de niña… Fue un momento muy especial el que vivi ayer.