Kiko Matamoros ha sido el protagonista de la noche cruzando el 'puente de las emociones' de Supervivientes. Derrumbado y entre lágrimas, el colaborador de Sálvame ha confesado la vergüenza que siente por el trato que ha dado a sus hijos a lo largo de los años. "Para mí fundamentalmente lo que más me avergüenza en mi vida es el papel de padre que he tenido. Creo que no he sabido estar a la altura de lo que mis hijos se habrían merecido. Cierto es que estoy orgulloso de lo que he conseguido con cuatro de los cinco, aunque a una de ellas la he descubierto tarde y es maravillosa", ha dicho el colaborador, agradeciendo además la mediación que tuvo su novia para que la relación con su hija mejorase. Además, el tertuliano ha reconocido que tenía que haber sido consciente mucho antes de que "la vida pasa" y que el tiempo a veces "no es recuperable".
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El colaborador de Viva la vida tiene claro que el mayor error de su vida ha sido no pasar más tiempo con sus hijos, aunque espera que lo que tenga que solucionar en España se pueda "edulcorar" (refiriéndose a Anita Matamoros) para que el día que él falte al menos no tengan "tan mal recuerdo" de su relación. Kiko además ha asegurado que está decepcionado consigo mismo por desbaratar varias cosas de su vida, como poder dejar "un patrimonio" a sus hijos que quizá finalmente nunca llegue. "Soy un monigote televisivo y no creo que eso es lo que quisieran mis padres", ha confesado Matamoros, afirmando que al menos le queda el consuelo de que hizo reír al hermano de su padre durante los últimos años. Además, el tertuliano se ha sincerado diciendo que se siente culpable porque no pudo cuidar de su madre, que tuvo metástasis y demencia, y no se perdona no haber pasado más tiempo con ella. "Le pido perdón a mis hermanos porque oír estas cosas no les gusta", ha dicho el superviviente entre lágrimas.
Durante el 'puente de las emociones' Kiko también se ha sincerado sobre sus problemas de adicción, una enfermedad a la que ya está poniendo solución pero que estuvo a punto de hacerle perder la vida. "He jugado con la muerte porque me he tomado la vida como una aventura, siempre al límite. He sido adicto 50 años a una sustancia, pero estoy en una fase de recuperación que inicié antes de venir al concurso. Estoy siguiendo un tratamiento aquí que ya comencé antes de empezar Supervivientes. Los médicos tenían mucho miedo, era un desastre y ahora afortunadamente estoy mejor", ha relatado Matamoros. Además de las confesiones del superviviente, tras la expulsión de Anuar Beno, que protagonizó una de las despedidas más sinceras y emotivas de la edición, durante la semana el concursante ha estado nominado junto Mariana Rodríguez, Ignacio de Borbón y Nacho Palau. Y tras varios días de votaciones, el público ha decidido de nuevo que el colaborador de Sálvame fuera el salvado de la noche, dejando a sus tres compañeros teniendo que demostrar hasta el próximo jueves 23 que deben quedarse en Honduras y que son merecedores del ansiado premio final.
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Después de que Ignacio de Borbón ganara la prueba de apena, un reto en el que ha competido contra Yulen y que ha durado más de dos minutos y medio, Ana Luque ha tenido un doloroso percance al comer la recompensa. Durante dos minutos, la amiga de Olga Moreno, el esgrimista, el primo lejano del rey, Kiko Matamoros y Alejandro Nieto han podido disfrutar de una pata de cerdo que debían ingerir sin manos, utilizando únicamente la boca. Así, las ansias por tomar lo máximo posible han provocado que Ana tuviera que ausentarse para ser atendida por los médicos del programa por el daño que ha sufrido en su mandíbula. "Se me ha desencajado", ha dicho la concursante preocupada antes de que el equipo acudiera en su búsqueda. "Está bien. Después tendrá ella el tiempo que ha perdido", ha explicado Lara Álvarez a los espectadores y a la familia de la superviviente, que minutos después ha regresado sin mayor problema y totalmente recuperada.