Raquel del Rosario se volvió a unir a sus compañeros de El sueño de Morfeo en un último regalo a sus fans antes de regresar a la vida anónima que eligió hace ya más de una década. El conjunto cantó de nuevo algunos de sus temas más conocidos con fines benéficos en Oviedo, la ciudad que les vio un día nacer en la música y que adoptó a la canaria como una más. Dos recitales tras los que Raquel se ha despedido definitivamente de la banda, no sin antes recordar a través de unas sentidas palabras lo que para ella significó aquella época en la que los fans gritaban sus nombres. "En el último mes he sido más consciente que nunca de la importancia de cerrar ciclos" comienza recordando la última vez que los tres se habían subido a un escenario. "Nuestra última gira fue en el verano de 2013, no porque lo decidiésemos así, sino porque las circunstancias de la vida y nuestras desiciones personales así lo quisieron" explica.
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Continúa Raquel asegurando que estos dos conciertos, que se hicieron a beneficio de los afectados por la erupción del volcán de La Palma, les han dado "la oportunidad de cerrar un ciclo". Su viaje a Asturias estuvo lleno de nostalgia, reencuentros inesperados y recuerdos de cuánto luchó en sus inicios para hacerse un hueco en lo que era su pasión. "Mientras caminaba por las calles de la ciudad, recordé todos aquellos trabajos que hice para ayudar a mis padres a pagar mi alquiler, las tiendas donde trabajé temporalmente, los bares donde promocioné bebidas por las noches, también aquellos donde tocábamos con nuestra primera formación Xemá y a los que acudían amigos y familiares como único público, incluso trabajé como azafata de congresos en el auditorio en el que tocamos este sábado. Un viejo amigo con el que no había hablado en años me paró por la calle, más tarde me di cuenta de que se trataba de la persona que me había hablado de un casting para la serie Los serrano, aquel casting que lo cambió todo".
La intérprete, que reside ahora en California con su marido, el fotógrafo Pedro Castro, y sus dos hijos, hace un balance muy positivo de estos días, pero apunta que las etapas se terminan y las puertas se cierran. "Siempre hablé de una puerta abierta con El sueño de Morfeo, pero hoy sé que hay puertas que es necesario cerrar con amor y honestidad, sobre todo cuando se trata de un proyecto en el que no estás involucrada solo tú". Reconoce que han aprovechado la oportunidad que se les ha brindado de volver a encontrarse con sus paisanos "donde el sueño comenzó a soñar" y da las gracias a sus compañeros, David Feito y Juan Ewan, por ser su apoyo en este viaje que finaliza. "La mejor forma de honrar nuestros ciclos es saber cerrarlos, siempre con amor. Y no, nunca es demasiado tarde para hacerlo" concluye.
El sueño de Morfeo volvió al Auditorio Príncipe Felipe con algunos de los himnos que un día popularizaron y que les convirtieron en uno de los conjuntos pop más relevantes del panorama. Alejados de los escenarios desde hace una década como grupo, David y Juan han seguido con sus respectivas trayectorias musicales de manera individual, mientras que Raquel del Rosario lleva una vida discreta en California con su familia. La intérprete comparte desde allí retazos de su rutina con sus hijos, Mael, de seis años y Leo, de siete, que tiene autismo. Sobre este diagnóstico y cómo lo afrontan como familia se ha sincerado la canaria con sus seguidores, asegurando que, aunque es un reto cuidarle, las cualidades que tiene le convierten en un niño muy especial.