Perder a un abuelo es un golpe muy duro, pero perder a tu abuela tan solo dos semanas después es algo muy difícil de asimilar. Mucho más cuando se tiene tan solo 17 años y esa persona es uno de los pilares fundamentales de tu vida. Esto mismo es lo que le ha pasado a Olimpia, la hija mayor de Miguel Báez ‘El Litri’ y Carolina Herrera, quien ha visto cómo en cuestión de quince días perdía a sus abuelos paternos.
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El 18 mayo, Olimpia se despedía de su abuelo Miguel Báez y Espuny, enfermo desde hace algún tiempo; y el 6 de junio de su abuela, Conchita Spínola, a quien se le rompía el corazón a los 71 años. Tras perder a su alma gemela, su marido desde hace 55 años, fallecía de un infarto mientras dormía dejando a una familia completamente desolada.
Sacando fuerzas de flaqueza y demostrando una fortaleza inusual a pesar de su juventud, Olimpia dedicaba unas preciosas y emotivas palabras a su abuela, o, mejor dicho, a su “abu” como ella la llamaba, con las que hizo llorar a todos los presentes en el último adiós a Conchita de la que nunca imaginó que “tendría que despedirse de esa manera” con la premura y el desasosiego que conllevan las noticias tristes e inesperadas.
Y es que nadie estaba preparado para esta pérdida, pues Conchita gozaba de una excelente salud y nada hacía presagiar este triste final, ni siquiera cuando rota de dolor se despedía de su gran amor, pues había muchas manos para sostenerla. Entre esas manos, en la misma capilla, y sujetándola con firmeza, las de su nieta. “Entre lágrimas, prometí que te cuidaría, estar ahí, como tu lo habías estado durante toda mi vida”.
Su abuela era para ella su refugio en la tormenta, su hombro para llorar cuando algo iba mal como dijo al recordar momentos especiales entre ellas…Como el de aquel día en el que en su casa de Punta Umbría le preparó pollo empanado y le dio un helado para endulzar las dificultades. “Estuviste y sé que sigues aquí, dándonos la mano a todos”.
Olimpia le dio las gracias por todo, le dijo “te quiero” y se deshizo en halagos hacia ella calificándola de segunda madre, una amiga y una abuela ejemplar a la que sin lugar a dudas iba “a echar muchísimo de menos”. La hija del torero también la definió como la mujer protectora y el escudo de la familia, y dijo sentirse segura, a pesar del inmenso vacío que había dejado, “porque siempre estarás protegiéndonos, aunque sea desde ahí arriba”. A sus 17 años cumplidos en marzo, la joven también señaló que toda su familia y amigos honrarían su recuerdo, tal y como ella honró el de ‘abu’ Miguel, y que nunca olvidarían las lecciones aprendidas a su lado ni las anécdotas compartidas porque “te queremos mucho”.
Finalmente, y haciendo suyas las palabras de San Agustín se despedía diciendo: “la muerte no es nada, sólo te has ido a la habitación de al lado. Te llamaremos por tu nombre, te hablaremos como siempre y nos reiremos de lo mismo que nos hacía reír juntos”. Tras la misa oficiada por el párroco de Azuaga (Badajoz), donde Conchita deseaba ser enterrada junto a su padre, todos los presentes se desplazaron hasta el ‘Coto del Ave María’, la finca de su sobrina Mayte Barreiros Spínola, donde tuvo lugar un almuerzo en su recuerdo, en la más estricta intimidad.