En el día más feliz de su vida (marcado por el incidente con su exmarido del todo inesperado), Britney Spears estuvo rodeada por buenos amigos, que brindaron con ella y celebraron la boda que la unió a Sam Asghari. Él se ha convertido desde hace años en su refugio, la roca en la que apoyarse y su más firme defensor, en su única familia se podría decir (si exceptuamos a los hijos de la intérprete). Si algo ha quedado de nuevo de manifiesto en la boda que ha unido a Britney y Sam es no solo la fortaleza de su relación y su inmenso cariño, sino la enorme brecha que separa a la artista de sus padres y hermana, una ruptura familiar que no parece tener vuelta atrás. En la lista de invitados no figuraban ni sus padres Jamie y Lynn Spears ni su hermana Jamie Lynn, un gesto con el que de nuevo deja claro la artista que en esta etapa de su vida no tienen cabida quienes, no se ha cansado de repetirlo, le hicieron tanto daño. Solo estuvo con ella su hermano Bryan, de 45 años, el más anónimo de los Spears y al que la intérprete de Ups! I did it again se ha referido en pocas ocasiones.
Britney Spears, conmocionada por el intento de su exmarido de boicotear su boda
Britney Spears ya se ha casado con Sam Asghari
Su padre mantuvo durante trece años la tutela legal sobre su hija, una situación que según describió la propia Britney era un infierno: jornadas interminables de ensayos, control de sus gastos y su dinero, su alimentación, incluso sus ganas de ser madre estaban controladas sin su consentimiento. Las vistas judiciales sacaron a la luz la angustia de la intérprete y las reticencias de su padre a dejar volar a su hija. La relación entre ambos se había empañado con el tiempo (ya no era la entrega incondicional que les unía y que la llevó en 2019 dado a abandonar su carrera para cuidarle mientras estaba enfermo) y Britney no dudaba en confesarse atemorizada y en explicar que se sentía manipulada. El propio Jamie, antes de que la justicia diera la razón a su hija y la liberara del férreo control, había dado un paso atrás, quizá acorralado por la opinión pública y a la vista de sus escasas opciones de éxito.
En esta lucha su madre Lynne mostró discretamente su apoyo a su hija, no apasionadamente como el movimiento que pusieron en marcha sus fans con el coreado lema #FreeBritney, sino deslizando que también opinaba que era hora de que tomara las riendas de su vida. Sin embargo, estas pequeñas muestras no fueron suficientes para la intérprete que, superada después de tantos años, sacó a la luz los reproches que guardaba contra su madre. En palabras de Britney, Lynne fue quien dio la idea a su padre sobre la tutela legal. "Mi padre empezó con la tutela hace 13 años, pero lo que la gente no sabe es que mi madre es la que le dio la idea. Nunca recuperaré esos años, ella arruinó mi vida en secreto y sí, la señalaré a ella y a Lou Taylor por ello". Taylor fue la portavoz oficial de la familia Spears durante muchos años y según Britney sabía lo mal que lo estaba pasando y lo consintieron durante todos estos años. "Mi padre no era tan listo como para pensar en una tutela legal" ha dicho la artista.
Medidas legales contra su hermana
La idílica relación que mantenía con su hermana Jamie Lynn resultó también un espejismo. En este panorama de sinceridad que inició Britney tras el proceso judicial y justo después de que su hermana publicara un libro, Things I Should Have Said, en el que habla sobre su vida (y su hermana, claro), la llamó "mezquina". La ha amenazado además con tomar medidas legales si no deja de utilizar su imagen y de hablar de ella para promocionar su libro. "Britney fue el sostén de la familia y también te apoyó. Airear quejas inventadas o falsas no está bien, especialmente si están destinadas a vender libros. Es también potencialmente ilegal o difamatorio" aseguraba en un mensaje enviado por su abogado. Entre lágrimas Jamie Lynn aseguraba que no comprende este enfado de su hermana ni qué ha hecho para provocarla. "Ese amor sigue ahí al 100%, amo a mi hermana", aseguró Jamie Lynn. "Solo la he amado y apoyado y he hecho lo correcto por ella. Y ella lo sabe. Entonces no sé por qué estamos así ahora" dijo. Ninguno estuvo con la princesa del pop en su gran día y no parece que vuelvan a celebrar con ella ocasiones especiales, a no ser que las circunstancias cambien.
Tampoco sus dos hijos Sean Preston y Jayden, de 16 y 15 años respectivamente, nacidos de su relación con el bailarín Kevin Federline, estuvieron en esta boda que la pareja celebró en su casa de Los Ángeles. Según comentó el abogado del bailarín, Mark Vincent Kaplan, enviaban los mejores deseos a su madre pero no iban a asistir. "Consideran que la atención de este día debe estar en Britney y Sam y está felices de que ella siga adelante" explicó. Dijo además que por supuesto habrían sido bien recibidos si hubieran ido. Sobre la opinión que tiene Kevin Federline de esta unión apuntó: "Él quiere que ella sea feliz y considera que será un paso positivo para ella en esta etapa después de su tutela legal, en la que construirá un futuro feliz y sano".