El actor Tomás Sáez, conocido por sus papeles en cintas como El milagro de P. Tinto, ha fallecido a los 66 años de edad, como ha informado la Unión de Actores y Actrices a través de un breve comunicado. “Nos deja el actor madrileño Tomás Sáez. Desde la Unión de Actores y Actrices nuestro más sincero pésame a los familiares y amigos del actor” señalan. El intérprete (no han trascendido las causas de su fallecimiento) saltó a la fama con el que fue su papel más icónico: el de un estricto profesor llamado padre Marciano en la citada película dirigida por Javier Fesser en 1998, que se ha convertido en una de las historias de culto del cine español. Encarnó además a Antonio, uno de los protagonistas de la comedia Manos a la obra, que tanto éxito tuvo en la pequeña pantalla.
La prometida de Ray Liotta se despide con estas palabras del fallecido actor
Sáez nació en Madrid y debutó como actor secundario en una coproducción hispano-francesa titulada Un verano de infierno (1986). Llegarían después títulos como La corte de Faraón y El vuelo de la paloma (dirigidos ambos por José Luis García Sánchez). En su filmografía también figuran Catorce estaciones y Sevilla Connection, un proyecto en el que compartió escenas con Los Morancos. Elsa y Fred, La conjura de El Escorial, El oro de Moscú y La daga de Rasputín, estas últimas firmadas por Jesús Bonilla, son otras de las cintas en las que participó.
Reconocido rostro del cine, pero también de la televisión. Formó parte del elenco de algunos de los títulos más recordados de la pequeña pantalla entre los que están Eva y Adán, agencia matrimonial, La huella del crimen, Farmacia de guardia, Lleno, por favor, La casa de los líos y Médico de familia. Muy querido fue por sus apariciones en series de televisión como Manos a la obra, ¡Ala… Dina! y Nada es para siempre. Los últimos trabajos de Tomás Sáez fueron en las series Cuéntame cómo pasó y Águila Roja.
Su amor por la interpretación le venía desde la infancia, como dijo él mismo en declaraciones a Periodismo XXI, aunque tenía formación en Derecho. “Desde que jugaba a los vaqueros y a los indios yo tenía muy claro que quería ser actor. Al entrar en la única asociación católica de teatro de mi barrio, mi interés era precisamente por la escena. La escena a la que había que circunscribirse, que en aquella época recibía el nombre de Galería Salesiana, eran obras de teatro que no estaban dentro del índice de la Iglesia. Cuando un amigo me propone ser profesional con 18 años, no me lo pensé dos veces, aunque mis padres querían que estudiase derecho, que de hecho estudié, pero me llamó eso de ganar dinero con lo que realmente me gustaba hacer".