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Tres días de fiesta, en un ‘château’ de Burdeos y entre viñedos: Así fue la elegante boda de María de la Orden y Edward Bouygues

La novia llevó un diseño exclu­sivo de Jan Taminiau, en falla de seda, y un casquete años 50 del que caía el largo velo. Inés Domecq volvió a ser la invitada perfecta con una de sus creaciones


25 de mayo de 2022 - 9:06 CEST

Por fin llegó el día. El pasado fin de semana, se celebró la esperada boda de  María de la Orden  y Edward Bouygues. Tal y como anunció ¡HOLA! en exclusiva, el enlace tuvo lugar en Château Montrose, la bodega de más de dos siglos de antigüedad y el castillo rodeado de viñedos que la familia del novio, una de las más importantes de Francia, posee desde hace casi una década en la región de Burdeos.

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© Hola

La diseñadora madrileña y el empresario francés, que una semana antes contrajeron matrimonio civil en París, celebraron su enlace religioso por todo lo alto, con tres días de fiesta.

El viernes 20 de mayo, la pareja dio la bienvenida a sus invitados a ritmo de flamenco. La ‘Fiesta del sur’, como se denominó la celebración, inundó los jardines del château de farolillos, mantones, abanicos y flores de vivos colores. Los novios llegaron a la celebración en coche de caballos, perfectamente ataviados para la ocasión: Edward, vestido de corto, y María, con un traje largo, hecho a medida por Inés Domecq para su firma, IQ Collec­tion, y una gran flor de tela blanca con lunares negros en la cabeza. De estilo flamenco y confeccio­nado en crepé de seda, con volantes de tul y plumeti en las mangas y en la falda, el vestido tenía la espalda descubierta y adornada con un lazo negro de terciopelo.

© @theiqcollection

© GTres

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Abajo, María de la Orden y Edward Bouygues abandonan la iglesia de Saint-Estè­phe en un deportivo descapotable ‘vintage’. La diseñadora llevó un vestido de Jan Taminiau Haute Couture, con un minucioso patrón geométrico bordado a mano, y un largo velo que partía de un casquete de estilo años cincuenta. Arriba, Inés Domecq, espectacular con un diseño bicolor de su propia firma.

Una novia de alta costura

Al día siguiente por la tarde, la iglesia de la pequeña localidad de Saint-Estèphe acogió la ceremonia religiosa. María, siempre elegante, original y chic, volvió a deslumbrar con su vestido de novia, una pieza única, diseñada en exclusiva por  Jan Taminiau Haute Couture . En fina falla de seda, con cuerpo entallado y silueta amplia, con una larga cola, cuello barco y manga francesa, el traje sigue un patrón de bordado geométrico realizado a mano durante más de cien horas y confeccionado con cuentas, canutillos y piezas de cuero cortadas a mano que recorren el escote, la cintura y los puños. Toda la superficie del vestido llevaba también un bordado de rombos blancos tono a tono, que creaba un efecto degradé desde el corpiño hasta la parte inferior de la falda, para desvanecerse a lo largo de la cola. Para el velo y el tocado, el diseñador holandés colaboró con la sombrerera madrileña Ana Lamata, con un diseño de casquete estilo años 50 del que caía el largo velo.

© Lucía Yanguas

© GTres

Tras darse el ‘sí, quiero’, los recién casados abandonaron la iglesia en un espectacular deportivo, un Triumph descapotable vintage, en el que regresaron al château para unirse a sus invitados en una elegante recepción.

© Lucía Yanguas

© @inesdecominges

Arriba, María, vestida de flamenca, y Edward, de corto, se disponen a subirse al coche de caballos. La diseñadora madrileña llevaba toda la espalda descubierta y pendientes de coral. Abajo, Inés de Cominges, que espera su segundo hijo, en las tres celebraciones: de izquierda a derecha, con ‘total look’ de Dior, en el ‘brunch’ del domingo; vestida de flamenca por Sara de Benítez, en la fiesta del viernes, y en la boda, de fucsia, con tocado de Mimoki y bolso de Mint & Rose.

Entre los asistentes se encontraban algunas de las mujeres que siempre son referentes por su estilo: Inés Domecq, que, con un diseño bicolor azul y negro de su colección, volvió a ser de nuevo la invitada perfecta; Inés de Cominges; Blanca Miró (socia de la novia), que será la próxima en pasar por el altar con su prometido, el emprendedor Javier Fondevila; la ilustradora Tatiana de Nicolay; Geraldine Guyot, y la chef Gabriela Palatchi, que también lució un vestido de Jan Taminiau. El diseñador preferido de la Reina Máxima de los Países Bajos también creó para la novia un segundo vestido, de silueta columna en crepé blanco, para la fiesta que siguió a la cena.

El domingo, el nuevo matrimonio puso fin a las celebraciones con un brunch al aire libre, en los magníficos jardines de la propiedad de los Bouygues.

© Lucía Yanguas

© Lucía Yanguas

María confió en Inés Domecq el diseño del vestido de la celebración prenupcial: un traje largo de estilo flamenco, con volantes de tul y plumeti, que combinó con una gran flor de tela en la cabeza.