El pasado cinco de mayo, en un lugar secreto de Nueva York, se celebró la cena de gala de la Fundación Versalles, una organización que lucha por la preservación de monumentos históricos en Francia y, en particular, por la rehabilitación del palacio de Versalles. Los invitados para presidir esta gran fiesta suelen ser miembros de la realeza. En otras ediciones han acudido el archiduque austríaco Istvan von Habsburg-Lothringen, la gran duquesa María de Rusia o el príncipe Leka de Albania. Sin embargo, esta vez, los elegidos fueron Luis Alfonso de Borbón y su mujer, Margarita Vargas, quienes viajaron desde España para la ocasión.
Los duques de Anjou acapararon todos los flashes en esta velada que reunió a la élite de la sociedad neoyorquina, pero no fueron los únicos que destacaron. Una llamativa mujer rubia, elegantemente vestida, fue otra de las mujeres más buscadas de la noche: hablamos de la anfitriona de la velada, Bárbara de Portago. Hija del noble alemán Henrik von Schlubach y de la coleccionista de arte Florence Harris, heredera de una familia que hizo fortuna con el café y la construcción de carreteras, la filántropa tiene una fabulosa historia que la conecta con nuestro país.
Bárbara estuvo casada de 1973 a 1978 con el corredor de bolsa Antonio de Portago, el segundo de los dos hijos que el español Alfonso Cabeza de Vaca, XXI marqués de Portago, ahijado del rey Alfonso XIII, playboy y estrella del motor, tuvo con la americana Carroll McDaniel. Desde su matrimonio fue marquesa consorte de Portago, ya que su suegro, conocido popularmente como Fon de Portago, falleció en 1957 al estrellar su Ferrari 335-S a 240 kilómetros por hora a causa de un fallo técnico. La socialité forma parte del Olimpo de otras Portago legendarias como su cuñada Andrea de Portago, hermana de su marido y musa de Andy Warhol.
Tras su divorcio, su exmarido se casó de nuevo con Linda Spier, con la que tuvo dos hijas, Theodora, actual marquesa de Portago, y Carolina. Antonio murió a los 36 años, según cuenta Charlotte Hays en The Fortune Hunters a causa de VIH. Por su parte, después de separarse del que fue XXII marqués de Portago, Bárbara, exmodelo y figurinista en algunas producciones, se volvió a casar con el actor y dramaturgo Jason Harrison Grant y, de nuevo después, con el banquero de inversiones William James Tapert.
La razón por la que cada año esta gran dama de la sociedad internacional organiza esta cena de gala para recoger fondos no puede ser menos fabulosa: Bárbara creció en el Palacio de Versalles, a cuya conservación se dedica desde hace muchos años. Su madre se casó en segundas nupcias con Gerald Van der Kemp, conservador durante treinta y cinco años de este monumento hoy declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad. El matrimonio se instaló en los apartamentos de Colbert, el primer ministro de Luis XIV, y allí Bárbara comenzó a interesarse por continuar el legado de su padrastro.
El experto en arte francés ayudó a devolver a su estado original algunas de las estancias del château, como el dormitorio del rey Luis XIV, elaborado en seda carmesí e hilos de oro y plata, o el de María Antonieta. En el historial de Gerald Van der Kemp también está el haber salvado la ‘Mona Lisa’ de la destrucción por parte de los nazis y haber reconstruido la casa y el jardín de Monet en Giverny. Fue él quien levantó la Fundación Versalles, que, a lo largo de los años, ha contado con numerosos donantes conocidos, como el Aga Khan, Barbara Hutton o apellidos tan conocidos como Rockefeller o Rothschild. Ahora es su hijastra, Barbara de Portago, la que un día fue marquesa de Portago, la que continúa con su estela.