Tras hacer historia con las pasadas Campanadas, Cristina Pedroche se vuelve a poner delante de las cámaras para conducir un programa. Será este domingo 22 de mayo cuando presente la segunda temporada de Love Island , el reality de Neox donde los participantes van a buscar el amor. El concurso se desarrollará en una villa de Gran Canaria y pondrá a prueba la hiperactividad de la vallecana, quien comparte su ilusión por este proyecto con RavioXO, el nuevo restaurante de su marido, Dabiz Muñoz, nombrado el mejor chef del mundo.
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—¿Cómo te enfrentas al reto de hacerte cargo de un reality?
—Estoy muy contenta, aunque es un trabajo exigente. Se graba en Gran Canaria y estaré estas seis semanas para arriba y para abajo con el avión, porque continúo también en Zapeando (La Sexta), pero me lo paso tan bien… ¡No me quejo! Es la segunda edición y tengo incluso más ilusión que en la primera.
—¿Qué supone para tu carrera?
—Un paso más y confirma la confianza que el grupo tiene en mí. Love Island es un gran formato que cualquiera quisiera presentar. Esta es una de las razones por las que he renovado con ellos.
—¿Has firmado un contrato con tu cadena recientemente?
—Sí, hace poco, por larga duración. ¡Ojalá sea así toda la vida!
—¿Has mejorado las condiciones?
—Sí, siempre se mejora. Más que económicamente, que el dinero no da la felicidad, son condiciones de vida, como los días de vacaciones. Lo importante era que fuese de larga duración para seguir sintiendo que confían en mí.
—Una de las reglas de Love Island es que el que se queda soltero está eliminado. ¿Has tenido muchas parejas antes de tu marido?
—¡No! Importantes y de verdad, una, que es él. El resto, vienen y van. Cuando tienes una pareja con quince años, crees que son relevantes, pero ahora pienso que no. Te marca, te enseña…, pero David es el importante. Ojalá sea para siempre.
“Hay que avivar la llama a diario. No dejar que se apodere de ti el ego. Cuando Dabiz y yo nos enfadamos, le digo: “¿Con quién vas a dormir hoy?”. Y, entonces, ya nos relajamos...”
—¿Algún consejo para cuidar el amor una vez lo encuentras?
—Hay que avivar la llama a diario. No dejar que se apodere de ti el ego. Cuando Dabiz y yo nos enfadamos, le digo: “¿Con quién vas a dormir hoy?”. Y, entonces, nos relajamos...
—¿Por qué discutís?
—¡Por chorradas! Porque ha dejado la televisión encendida o el vaso en la encimera en vez de en el lavavajillas. Y él conmigo, porque hemos quedado a las dos y son y cuarto... ¡y sigo dándome el rímel! Dicen que hay que buscar una pareja a tu lado para envejecer juntos. A mí me gusta pensar que, mientras estás envejeciendo, te hace sentir joven. Yo con él me río mucho y lo pasamos bien.
—Celebrasteis muy pronto vuestra boda. Había gente que no daba dos duros por vosotros...
—¡Ahora, todos calladitos! Llevábamos ocho meses. No me quería casar, pero cuando lo conocí cambié de opinión.
—Eres una mujer felizmente casada, ¿pero te fijas si ves a alguien atractivo?
—Esto es como si pruebas una hamburguesa que está más buena que otra. A mí me puede parecer alguien más o menos guapo, claro. He de decir que me fijo más en las chicas. Si tengo que decir piropos, se los digo más a las mujeres.
—Pero, siguiendo tu metáfora, tu hamburguesa es la mejor para ti, ¿no?
—¡Por supuesto! (Risas).
—¿Planeáis aumentar la familia?
—De momento, no. Nuestra familia aumenta, pero en número de restaurantes. Acabamos de abrir RavioXO .
—¿En qué consiste tu participación en los restaurantes de Dabiz?
—Somos equipo en todo. Me encargo de lo que no tenga que ver con la cocina, aunque me da las recetas a probar y me hace caso en cosas…
—¿Cómo es vivir con el mejor chef del mundo?
—Para mí es un sueño. Ojalá me cocinara siempre, pero trabaja todos los días y no va a venir a casa a seguir. Aunque me haga una tortilla francesa, es la mejor del mundo.
—¿Es tan exigente como parece?
—Antes de conocerme, él estaba enfadado con el mundo. Era una persona superalegre y divertido fuera del trabajo, pero, según cruzaba la puerta de DiverXO, se amargaba. Nada cumplía sus expectativas: las recetas, la vajilla... Un día le pregunté: “¿En qué momento vas a ser feliz?”. Poco a poco he ido haciendo que valore un poco más su vida privada… y también que disfrute mucho más su trabajo.
—Estás muy unida a tus padres. ¿Cómo se encuentran ellos?
—Se supone que mi padre se va a prejubilar en verano. A mi madre la operaron hace poco del hombro y está de baja. Lo importante, después de todo lo que hemos pasado en la pandemia, es la salud y están bien.
—¿Qué harás este verano?
—En agosto, nos iremos a comernos, literalmente, cualquier país. Pero antes queda mucho trabajo todavía.