Llevaba mirando al cielo desde hace semanas, pero finalmente la lluvia no se presentó y nada pudo empañar su gran día. Ana Iglesias Panichelli, empresaria y ganadora de la octava edición de MasterChef, daba el ‘sí quiero’ el pasado 14 de mayo a Rodrigo Núñez de Aysa en el Templo Votivo del Mar, situado en el pueblo gallego de Panxón, donde su novio veranea desde niño.
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Rodeada de familiares y amigos, Ana llegaba a su gran cita del brazo de su padre y quedaba al descubierto su secreto mejor guardado: su vestido de novia . Un romántico diseño de inspiración medieval obra de María Gadea, con mangas de seda y un velo con estrellas bordadas, que combinó con zapatos planos de la firma Sveti Stefan. “Quería ir supersencilla, cómoda y natural”, nos decía sobre la elección de su calzado. Como joya, llevó unos pendientes muy especiales, diseñados por su hermana para ella, de la firma que tienen juntas, llamada Dosprimeras.
Nada más entrar a la iglesia, llegaba el momento más esperado por ella: “Sé que lo más emocionante para mí va a ser cuando entre del brazo de mi padre y vea la cara de Rodri, eso es lo que más me apetece, más que irme a vivir con él, más que el viaje de novios…”, nos contaba el día antes. Y así fue, ambos no pudieron evitar emocionarse.
“Es el vestido de mis sueños”, nos cuenta la empresaria y vencedora de la octava edición del programa sobre su diseño de estilo medieval, que combinó con zapatos planos
Una vez convertidos en marido y mujer, la empresaria y el bombero pusieron rumbo junto a sus familiares y amigos —entre los que se encontraban concursantes de su edición de MasteChef como Luna, Sito e Iván Mariñas, con su novia, Sandra Alén— al Pazo da Touza, donde tuvo lugar la celebración. Para una amante de la cocina como ella, no faltó un variado menú. La comida fue tipo cóctel con varios puestos con arroz, jamón, queso… y en lugar de la típica tarta nupcial pusieron una gran mesa de postres.
Ya al terminar el almuerzo, llegó una de las sorpresas del día, con la actuación de un grupo flamenco, ya que, aunque estuvieran en Galicia, Ana es una enamorada del ritmo del sur, pero, sin duda, su baile más especial fue el primero que hizo con Rodrigo, ya como marido y mujer, al ritmo de la canción A milions dreams, de The Greatest Showman, cargada de significado para ellos. Y así, bailando y brindando con sus familiares y amigos por la nueva vida que comienzan juntos, llegó a su fin su gran día, el primero de los muchos que quedan por venir en este nuevo capítulo de su historia de amor.