Con seis premios y otras catorce nominaciones conseguidos a lo largo de sus quince años de carrera musical, Kany García es considerada como una de las reinas de los Grammy Latinos . Y es que esta cantante portorriqueña es toda una estrella de la música al otro lado del Atlántico. Ahora, que está a punto de cumplir los cuarenta, Kany se propone también conquistar al público español con El amor que merecemos, disco que sale a la venta a finales de mayo. De momento, ya conocemos dos adelantos: Muero, que canta con Alejandro Sanz; y Justito a tiempo, con Rozalén. Al tiempo que Kany nos habla de sus amistades con estos y otros artistas españoles, hace un repaso a su fascinante vida con ¡HOLA! Además de ser hija de un sacerdote murciano y de que la dieron por muerta tras sufrir un accidente de tráfico, Kany apostó por el amor cuando se cruzó en su vida a Jocelyn Trochez, su entrenadora personal. Con ella, se casó en diciembre de 2019.
- En España, te llaman una de las ‘reinas’ de los Latin Grammy.
- He ganado unos cuantos premios, pero, al final, te das cuenta de que algunas cosas no son nada. Hay gente a la que sigo que no ha ganado ni un Grammy ni nada. Y al revés. También he ido visto a gente en concierto y he pensado: ‘¿Cómo este tipo ha ganado diez u ocho Grammy? A mí no me mueve nada por dentro’. Hay una cosa medio relativa de la conexión con la gente. También hay que poner en perspectiva lo que significan los premios y lo que puede ser el éxito de una carrera.
- Acabas de estrenar Muero, que cantas con Alejandro Sanz. ¿Cómo surge esta colaboración?
- Fue una cosa loca. Es la canción más viejita del álbum, la primera que hice. Siempre que la cantaba, mis amigos me decían: ‘¿Te imaginas cantarla con Alejandro Sanz?’. Y yo me reía y les contaba: ‘¿Cómo podéis escuchar algo que ni se ha producido y que sea justamente con este personaje?’. Es que me hicieron el mismo comentario tres veces en círculos distintos. Entonces, pensé si tenía que llamar a Alejandro. Era amigo, pero no tenía una relación tan fuerte como para que fuese el primero al que llamase cuando viniese a Madrid. Qué lindo que, gracias a la canción, ahora la tengo. Me atreví a llamarle por eso, porque eran demasiadas cosas intuitivas, aunque tenía claro que me iba a decir que no.
- ¿Por qué?
- Porque sabía que Alejandro estaba haciendo algo y, cuando uno está en un proyecto, no está para otro.
- Pero qué generoso ha sido que sí ha colaborado contigo.
- ¡Pero es que en un principio me dijo que no! (ríe)
“Conocí a Alejandro Sanz en 2009 porque me dio la posibilidad de abrirle un show como telonera”
- ¿Y cómo lo convenciste?
- Me dijo que no antes de escuchar la canción, y eso fue lo que me encantó. Me dijo: ‘Kany, sabes lo que te quiero, pero ahora no tengo la posibilidad’. Es que él tenía tres duetos que iban a salir. Le respondí que no pasaba nada, pero que me sentía fatal tener esto en mi corazón y no compartirlo. Lo dejé ahí, pero, a los diez minutos, Alejandro me escribió: ‘Nunca me mandaste la canción’. Le contesté que él no podía… Pero él insistió en escucharla. Cuando lo hizo, me dijo que aceptaba la propuesta, pero me pedía, como condición, que la canción no saliera antes de abril, para poder cumplir con todas sus cosas. Qué lindo que pudiera salir la colaboración, porque, claro, somos de discográficas distintas y estábamos trabajando en proyectos distintos para un mismo año. Había tanto que impedía la colaboración, que fue la propia canción la que cambió la historia… Y eso da muy buen feeling. Además, Alejandro me cambió la canción y le dio todas las oportunidades. Tal es así que es sencillo.
- ¿Cuándo lo conociste?
- En 2009 porque me dio la posibilidad de abrirle un show , como telonera. Fue maravilloso poder hacer este sueño realidad.
- Todos conocemos a Alejandro Sanz como artista, pero no como persona. ¿Qué te llama la atención de su personalidad?
- Lo generoso que es y el nivel que tiene de hacerte sentir especial. Voy a explicarlo con tres ejemplos. Después de abrirle el show, pude conocerle en persona y eso es algo que muy pocas veces me ha pasado. Aunque a la gente le parezca extraño, he abierto shows a muchos artistas y ni he podido verles o darles las gracias. Eso pasa mucho, mucho. Pero con Alejandro fue todo lo contrario. Antes de cantar, me pidió subirse al escenario durante mi actuación para darme las gracias por abrirle el show. Eso es rarísimo, rarísimo. Luego, cuando visité España para grabar un vídeo, durante unas navidades, Alejandro se enteró y me invitó a su casa para regalarme una cena hermosa con un chef. Entonces, sólo le conocía de cuando le abrí el concierto y de hablar en premios. Después, cuando regresé a España para grabar el vídeo de Muero, Alejandro ya había organizado una comida en un restaurante que ni siquiera abría ese día. No me dejó pagar ni nada. Solamente quería darme las gracias por haberle dejado participar en esta canción. Ese es Alejandro Sanz.
- Con tu próximo álbum, estás apostando fuerte para conquistar al público de España. ¿Cómo es empezar de cero otra vez, siendo ya una superestrella al otro lado del Atlántico?
- Empezar de cero con el conocimiento de todos estos años de carrera es como volver a la escuela. Piensas: ‘Uy, si me hubieran hecho bullying, lo que respondería…’. O cómo actuaría si… Claro, es venir, pero con la malicia y el conocimiento de tantos años de carrera, que eso ayuda un montón.
- En el disco hay más colaboraciones, como la que tienes con Rozalén en Justito a tiempo.
- Creo que era una colaboración necesaria para nosotras. Tenemos una relación bien linda que ha ido creciendo con los años. Todo comenzó con las similitudes que veía nuestra gente de alrededor: éramos cantautoras, hijas de sacerdotes… Su papá fue cura durante diez años, como el mío… (ríe). También le importaban los temas sociales… Incluso, estuvimos nominadas en la misma categoría de los Grammy. Hacer una canción juntas era lo más obvio que iba a pasar. Entonces, organizamos un almuerzo para mostrarle la canción al desnudo, solo con la guitarra, y que viese que estaba con su línea de pensamiento. A veces, me invitan a canciones de artistas que me encantan, pero siento que no encajo o no quiero decir ciertas cosas, que no van con lo que yo pienso. Entonces, quería respetar las cosas que le importaban a Rozalén. Era un puente entre nosotras y algo muy orgánico. Y creo que así fue.
“Rozalén y yo tenemos una relación bien linda que ha ido creciendo con los años. Todo comenzó con las similitudes que veía nuestra gente de alrededor: éramos cantautoras, hijas de sacerdotes… Su papá fue cura durante diez años, como el mío…”(ríe)
- ¿Cómo conociste a Rozalén?
- ¿En persona? En Las Vegas, en los Grammy de 2018, año en el que competimos en la misma categoría. Pero ya la admiraba un montón, un montón. Cuando nos conocimos, traté de estar muy relajada, aunque lo no estaba, para nada. Pese a todo, hubo un clic desde el principio. Lo más gracioso es que ninguna de los dos ganamos ese año porque el premio se lo llevó Jorge Drexler.
- Además de conocer a Rozalén y Alejandro, eres amiga de muchos otros artistas españoles. Por ejemplo, Joaquín Sabina te pintó un cuadro para la portada de un disco tuyo.
- Sí, me pintó todo el arte de uno de mis álbumes pasados. Desde la portada hasta el interior. Fue tan divino que, luego, me mandó por correo todas las pinturas originales y me las firmó por detrás. Tengo una relación bien linda con Joaquín. También tuve el gusto de despedir un año en su casa porque quería que yo le cantase a la familia de su esposa, Jimena. Y ahí estuve, junto a Leiva, que es también un gran amigo. Tengo tantos amigos cantautores en España… Es un honor porque yo vengo de un país donde la música urbana lo acapara absolutamente todo y donde el cantautor es una cucaracha en un festival de gallinas. Yo me siento así (ríe). Acá hay un mar de cantautores que me abren las puertas. Por ese lado, me siento superhonrada, superagradecida y con esa ilusión de que, ojalá, me ayude la malicia de quince años.
- Tienes una historia personal bastante sorprendente, empezando por tu padre. ¿Cómo un murciano como él emigra a Puerto Rico siendo sacerdote y termina enamorándose de tu madre?
- Es una historia brutal, para una película. Voy a intentar resumirla. Mi padre venía de una familia con tres hijos varones y una mujer. Pues los tres varones fueron curas. De hecho, los dos hermanos de mi papá siguen siendo curas, desde hace cincuenta años y están en Brasil. Mi tía, gracias a Dios, se casó. ¡Así que tengo primos hermanos y tengo familia acá! (Ríe). Mi papá entró en el seminario a los doce años. Después, ya siendo religioso, le destinaron a Puerto Rico. Como tocaba el acordeón, quiso hacer un coro allí, en la Iglesia. Le hablaron de una muchacha que se acababa de graduar en Música en la universidad, que tocaba la guitarra y que quizá le podría ayudar a crear el coro. Y esa muchacha era mi madre. No fue amor a primera vista, ni a segundas… Fue amor a los tres años.
- Vaya historia.
- Sí. De hecho, hay una canción sobre ellos en el álbum. Aunque no es de una manera directa, está dedicada a los dos, a frases que mi padre me decía sobre mi madre. Mi padre falleció en Puerto Rico y quisieron que lo enterraran allí, porque es donde estuvo cuarenta y tres años.
- Es curioso que el padre de Rozalén también fuese cura.
- Así empezó nuestra conversación. Después de conocerla, volví a España y nos concretaron una reunión. Fue muy gracioso porque era como una cita a ciegas con alguien de quien conocías cosas.
“La espiritualidad está muy presente en mi vida, aunque no estoy tan atada a la religión”
- Entonces, conocías su vida y ella la tuya, ¿no?
- Sí. Fue muy bonito, porque me empezó a preguntar… Me dijo que cuántos años había sido cura mi papá y le respondí que diez años. ¡Los mismos que el suyo!
- ¿No se conocerían?
- Pues pensamos que quizá. La invité a que cantara en Puerto Rico, cuando su padre acababa de fallecer. Ahí descubrimos todavía más de similitudes… En el carro, Rozalén me dijo: “Nuestros padres deben de estar aquí dentro, detrás, muertos de risa de todas las cosas que tenemos en común”. Cada vez que nos vemos, tenemos más cosas en común: líneas de pensamiento, las cosas que nos duelen, las que nos mueven musicalmente…
- Te habrá marcado mucho que tu padre fuese sacerdote.
- Mucho. La espiritualidad está muy presente en mi vida, aunque no estoy tan atada a la religión. Una cosa que adoraba de mi padre es que nos hablaba de un Dios tan accesible a todo el mundo, tan amoroso y de no juzgar…
- Otro capítulo curioso que marcó tuvida fue tu accidente de tráfico que sufriste cuando estabas participando en un talent show. Fue tan grave que le dijeron a tus padres que no ibas a sobrevivir.
- Así fue. Era como Operación Triunfo y fue el primer show de talentos en Puerto Rico, hace quince años. Yo no tenía posibilidades de grabar un demo o entrar en una disquera porque no había dinero en casa. Entonces, me apunté pensando que quizá alguien me podría ver. Fui al programa y la primera noche, mientras volvía a casa conduciendo, me quedé dormida y sufrí el accidente.
- Tu accidente sería un shock.
- Salió en todos los periódicos… Fue una cosa heavy. De ser nadie me convertí en ‘la chica del accidente’. De hecho, así me llamaron durante mucho tiempo.
- Vaya etiqueta…
- Sí (ríe). ¡Malísima! (Ríe). Recuerdo que, ese día, cuando volvía a casa, me llamó mi madre y le conté que me faltaban diez minutos para llegar. Pasó una hora, pero no llegaba… Entonces, ellos se montaron en el carro y se encontraron con el helicóptero… Fue muy traumático para ellos y se volvieron muy sobreprotectores. Especialmente, mi madre. Alguien de Sony vio el programa y me llamaron meses más tarde… Porque, claro, pasé dieciséis semanas en cama.
“Cuando ya hablé con mi disquera y mi equipo de trabajo, que ya todos sabían de nuestra relación (con su esposa, Jocelyn), recibí respuestas tan hermosas… Que me lo hicieron todo fácil”
- Porque te rompiste la cadera.
- La pelvis, la clavícula… Me dieron cuarenta puntos. Para que sellara bien la pelvis, tuve que estar tumbada todo el día, mirando al techo, y haciendo todo así. Tuve que aprender a caminar otra vez y necesité cuatro meses hasta que pude hacer vida medio normal. Fue doloroso, pero más mentalmente. Menos mal que mi papá tenía un amigo psicólogo que me visitaba todas las tardes. Eso fue vital para mí, para estar bien.
- Ahora se habla de la importancia de la salud mental.
- Pero antes no. Esto fue hace viente años. Cuando estaba un poco mejor, me llamaron de Sony para que le enseñara canciones. No fue un cuento de hadas, pero se dieron las cosas. Aun así, durante todo ese primer año, era conocida como ‘la chica del accidente’. Ya después, empezaron a conocerme como Kany García y vinieron otras cosas importantes en mi vida.
- Otro aspecto que prueba tu valentía es el haber hecho pública tu situación personal. No es habitual que una artista mainstream salga del armario y mucho menos siendo mujer. ¿Cómo ha sido ese viaje personal?
- Por un lado, era una necesidad porque tenía una doble vida total y siempre he sido demasiado honesta. En mi casa, siempre me decían: ‘Lo bueno se comparte’. Y esto era muy bueno como para no compartirlo. Además, cuando íbamos a un restaurante, nos acompañaban otras amistades o fingíamos que estábamos en un grupo de amigos…
- ¿Cuánto tiempo tardaste en dar el paso?
- Pasaron tres años de relación. Cuando ya hablé con mi disquera y mi equipo de trabajo, que ya todos sabían de nuestra relación, recibí respuestas tan hermosas… Que me lo hicieron todo fácil. Recuerdo a alguien de la disquera que me dijo: ‘Cada día que no hablas, te estás matando por dentro. Te estás haciendo daño’. Se me quedó eso. Además, pensé que también le estaba haciendo daño a ella. ¿Por qué ocultar algo que está bien? Una vez que decidimos contarlo, pensábamos que estábamos listas, que yo no lo estaba, para nada. No estaba lista ni para dar entrevistas ni para hablar del tema. Pero ya han pasado seis años y puedo hablar de lo que me pregunten.
- ¿Cuál fue la reacción de tu público?
- Maravillosa. En aquel tiempo, que no había tantas redes sociales, me subieron ciento cincuenta mil seguidores en Facebook en el día que lo comuniqué. Si lo hubiera hecho hoy, hubiesen sido, probablemente, un millón y medio. Fue impresionante. Recuerdo que le dije a mi persona de confianza que no podía ni entrar a ver la red social, de lo nerviosa que estaba. Tenía vómitos, estaba mal… No sabía cómo iba a reaccionar la gente. Pero esta persona me dijo: ‘Kany, todo es amor y maravilloso. Deberías entrar a verlo’. Sólo tuve que quitar a un impertinente, que siempre hay uno que hace comentarios feos, aunque nada importante. Siempre tenemos así a uno en la familia (ríe). Esa reacción de la gente creó una credibilidad y me dio seguridad, además de otras dos cosas. La primera, solidificar la relación entre nosotras, porque empezamos a salir a las alfombras, a tomarnos fotos… La gente nos daba mucho apoyo. La segunda, recibimos una infinidad de cartas de gente de Latinoamérica y el mundo entero que nos contaba cómo realmente vive el tema LGTBI+.
- Como decíamos, no son frecuentes estos casos de mujeres en la industria musical.
- Entonces, era la única. En español, estaba sola.
- Tampoco hay muchas más referentes ahora.
- Y ahora te digo yo… Y más nada (ríe). Sí, para nosotras, se convirtió en un momento en lo que nosotras lo tomamos con más fuerza y contundencia porque me daba cuenta de la necesidad que había de hablar de lo que no se dice y de lo que tanta gente sufre, por su familia o por la sociedad. No sé… Se revolcaron muchas cosas una vez dimos ese paso.
- Oficialmente, eras heterosexual cuando conociste a la que hoy es tu mujer. ¿Cómo os conocisteis y cómo lo afrontaste?
- Mi esposa se consideró lesbiana toda la vida. De hecho, se fue de su casa a los catorce años porque tenía un conflicto complejo con su familia. En mi caso, era mi primera pareja lésbica. Y lo cuento así porque cada historia de vida es tan distinta… Hay gente que lucha desde pequeña, pero a mí no me pasó así. Cuando me enamoré, me enamoré.
- ¿No tuviste ningún conflicto interno?
- Sí, porque yo estaba casada con un hombre y llevaba trece años de relación… ¡Imagínate! De repente, llega mi personal trainer a cambiarme el mundo. Entonces, hubo un conflicto y, primeramente, una resistencia de mi parte.
- Entonces, ella fue quien te conquistó a ti.
- Sí. Totalmente. De mi parte, hubo cierta resistencia y también de algunas personas que me rodeaban porque no lo entendían… Era normal. Yo pedía que respetaran mi proceso. La gente se tiene que dar cuenta que los procesos son bien individuales y cada uno necesita su tiempo. Cuando empezó a entrenarme, le empecé a preguntar si tenía novia, porque me dijeron que tenía pareja. Ella no me quería ni hablar de eso. Ahora dice que era la persona más homofóbica del mundo y que tuvo que enfrentarse a ella misma. Todo el mundo tiene homofobia internalizada. Cuanto antes nos demos cuenta… Es igual que el racismo. Es que nos criaron así, de esa manera.
- Estás a punto de cumplir los cuarenta. ¿Te planteas ser madre?
- No.
- Estás estupendamente así, ¿no?
- Estoy estupendamente así, sí. Tengo un perro y ya (ríe).
- Hablemos de tus próximos proyectos porque estás preparando una gira.
- Es bien loco, porque, literalmente, voy a estar en toda Latinoamérica: Centroamérica y Sudamérica, Norteamérica… Luego, vengo a Europa. La idea es arrancar en España en octubre, aunque haré otra visita acá antes. Además, habrá nuevas canciones, aparte de las del álbum.
- ¿Otras colaboraciones?
- Sí. Muchas cosas que van a ir pasando, así que va a ser un año lleno de cosas lindas que me ilusionan.