El mundo del tenis está marcado por grandes nombres que han sobresalido por encima del resto. En el tenis masculino, en concreto, tres son las grandes figuras que se han erigido como los mejores de la historia. Uno de ellos, además, es español: Rafael Nadal. Los otros dos son, igualmente, excepcionales tenistas: Novak Djokovic y Roger Federer. Sin embargo, el tenis español está viviendo, en el último año, la irrupción de una nueva y joven raqueta que promete dar muchas alegrías a los aficionados gracias a un talento descomunal que parece no tener límites.
A sus diecinueve años, cumplidos el pasado cinco de mayo, Carlos Alcaraz ya ha entrado en el Olimpo del tenis por la puerta grande, haciendo mucho ruido y gritando bien fuerte que él está aquí para quedarse por mucho tiempo. El murciano se proclamó vencedor del pasado trofeo Barcelona Open Banc Sabadell y ya lo vemos codo con codo con los grandes de la raqueta. Todo el mundo habla mil maravillas de él, es la nueva esperanza del tenis español y el nombre que todo el mundo coloca en todas las quinielas para sustituir a Rafa Nadal cuando este se retire. Quién sabe. Rafa es mucho Rafa. De momento, esta tarde se enfrentan los dos en la pista, en los cuartos de final del Masters 1000 Mutua Madrid Open. Un partido donde se han enfrentado dos generaciones, un maestro y su discípulo, un mito y su fan número 1.
En la actualidad, Carlos Alcaraz ya se encuentra en el ranking de los diez mejores jugadores del mundo. De momento, es el más joven, desde Kei Nishikori, en coronarse en Umag; el más joven, desde Novak Djokovic, en ganar un partido en Roland Garros; el más joven, desde Rafa Nadal en 2004, en pasar a la tercera ronda de un Grand Slam, y el tercero más joven en alzarse con un Master 1000 en Miami. Y es que, a sus tres años, el pequeño Carlos no soñaba con coches de juguete ni con piezas de LEGO, ya que sus padres le compraron su primera raqueta de tenis a esa edad, deporte que, desde ese momento, se ha convertido en su pasión.
Sin embargo, a pesar de sus éxitos, el joven conserva la humidad y sigue haciendo una vida simple dedicada al ciento por ciento al deporte. Carlitos, como le gusta que lo llamen, nació en una familia aficionada por el tenis. Su padre, Carlos Alcaraz, es director en la escuela de tenis del Club de Campo y sus tres hermanos (Álvaro, de veintiún años, Sergio, de once y Jaime, de nueve) también juegan al tenis, muy al estilo de las célebres hermanas Williams. Asimismo, su abuelo Carlos, quien fue el primer socio del club de tenis, es su mayor fan y su principal apoyo, ya que atesora cada una de las publicaciones deportivas que reseñan el gran desempeño de su nieto en el deporte de la raqueta.
El éxito de Alcaraz comenzó a ser notable cuando con tan sólo diez años llegó a la final de la Smirka Bowl U10 de Croacia. Desde ese momento, los expertos se han enfocado en la evolución de su juego, afirmando que él podría ser perfectamente el relevo de Nadal, uno de sus grandes referentes junto al suizo Roger Federer, leyenda viva del deporte de la raqueta. No obstante, la ambición del dinero no es algo que le quite el sueño al joven tenista, ya que su enfoque está en ser el mejor deportista, no el más millonario. De hecho, otra cosa curiosa es que aún no dispone libremente de todo el dinero que está ganando. Se lo administran su padre y su madre, Virginia Garfia, a quienes como todo hijo de vecino les pide permiso para comprarse sus caprichos.
“Si es para comprarme algo de golf, que me encanta, no hay problemas. Sin embargo, lo de comprarme un coche... bueno, todavía estoy luchándolo”, confesaba en El hormiguero. Veremos si al final lo consigue. De momento ha invertido en las clases del carné de conducir, que acaba de aprobar. Los que le conocen aseguran que Carlos es muy maduro, resiliente, siempre ha tenido las cosas claras y no descuida sus estudios a pesar de que tuvo que abandonar la escuela a los catorce años. Si bien no puede ir a clase como otro alumno cualquiera, procura hacer videoconferencias con su tutora desde cualquier parte del mundo y entregar los deberes realizados en los aeropuertos, los hoteles o dondequiera que le pille su andadura tenística.
En los tiempos libres se relaja jugando al golf, pescando con su amigos y sacándose el carnet de conducir. Hasta los diez años también con el fútbol. Ahora queda por ver cuándo Carlos, madridista, hará el saque de honor en el nuevo Santiago Bernabéu, donde recientemente disfrutó de su clasificación para la final de la Champions contra el Liverpool. El club ya le ha mandado el primer aviso: “Estamos orgullosos de un gran madridista como tú”. Pese a que los deportistas deben llevar una conducta intachable porque son ejemplo para muchos chavales y por salud deben evitar cualquier exceso, sobre todo con el alcohol, el murciano reconoce que alguna vez se ha puesto más contento de lo normal.
“Me he emborrachado alguna vez, sí”, ha confesado. “Cuando voy a mi pueblo me olvido de que soy jugador de tenis y soy uno más”, ha admitido. Y claro, sale con sus colegas, aunque con moderación. Su bebida favorita, por cierto, es “ginebra con limón”, un clásico. No obstante, tampoco se piensen que nos ha salido rebelde el crío. Todo lo contrario: “No tengo hora como tal, pero siempre me dicen que no llegue tarde”, ha asegurado al ser cuestionado sobre cuándo tiene que volver a casa. En la actualidad, duerme en una sencilla cabaña en la Academia Juan Carlos Ferrero Equelite en Villena (Alicante), donde comparte residencia con otros jóvenes tenistas, entrena cuatro horas cada día y un equipo de fisioterapeutas y dietistas le miman con esmero, pero sin consentirle. Con sus 185 cm de estatura y 72 kilos de peso, Carlos levanta pasiones por todas partes. Especialmente, por su sensibilidad -nada más ganar en Miami se abrazó a su entrenador, Ferrero, que recientemente perdió a su padre, Eduardo.
En el terreno sentimental, aunque últimamente ha sido relacionado con la también tenista María González Giménez, no tiene novia. Al parecer. Ambos lo dejaron hace dos años y ella tiene ahora novio. Se conocieron de pequeños, en el club murciano en el que ambos entrenan y mantuvieron una relación durante tiempo. Se siguen mutuamente en las redes sociales, y él le ha dado like a casi todas sus fotografías. Ahora Carlitos, como le llaman sus seguidores, vive centrado en su carrera, un camino que está siendo directo al estrellato y que no quiere desaprovechar. La vida le sonríe y no quiere que nada ni nadie le agüe la fiesta.