Ahora, en este mes de mayo, se cumplen quince años del estreno de El internado en Antena 3. Fue una serie que marcó a toda una generación de adolescentes y también a todos los actores que participaron en ella. No hay que olvidar que de la ficción salieron grandes estrellas, como Ana de Armas o Blanca Suárez . Sin embargo, Daniel Retuerta no ha conseguido una carrera tan meteórica, pese a interpretar a un personaje tan famoso como al oscuro Roque. En su lugar, el actor se ha llevado la peor parte de la popularidad de El internado: ha tenido que aguantar el acoso de la audiencia, ya que sigue recibiendo insultos y amenazas a día de hoy. Así lo asegura el propio Daniel a ¡HOLA!, que también nos cuenta cómo ha evolucionado su vida y cómo es su vida actualmente.
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- Este mes se cumplen quince años del estreno de El internado. ¿Qué es lo primero que se te pasa por la cabeza? ¿Cómo ha pasado todo este tiempo para ti?
- Han estado reponiendo la serie, alcanzando las siguientes generaciones y, por lo que podemos percibir en redes, ha sido bastante heavy en Latinoamérica. Entonces, la serie sigue estando muy presente. Pero, aunque nos hemos hecho mayores y hemos crecido, sí que tengo la sensación de que no ha pasado tanto tiempo. También porque no es fácil desconectar de ella cuando el gran público sigue tan conectado.
- ¿Lo percibes en tu día a día?
- Sí. En mi día día, también. Cada equis tiempo, recibo cera por lo que hizo mi personaje. Me tratan a mí como si yo fuera el personaje. Me insultan por las redes. De hecho, hoy mismo me acaba de pasar otra vez. Hay una persona que me ha llamado hijo de… Maldicen mis muertos y cosas así. Pero, bueno, no es la misma gente.
- Es que si no…
- Hay gente que no había nacido cuando El internado se estrenó y que ahora tiene quince años. Pero reaccionan igual que las personas que tenían entonces esa edad. Me buscan en las redes sociales para darme cera. Esto me ocurre dos o tres veces por semana desde hace doce años.
- Vaya… Si te parece, hablemos primero de la serie. ¿Cómo recuerdas el inicio de las grabaciones?
- Me acuerdo que el piloto se tardó muchísimo en rodar. Querían que la serie saliera bien y hubo muchas versiones del guión. Encones, se rodaron ciertas escenas varias veces y se cambiaron ciertas cosillas. Supongo que había una presión de que fuera lo más perfecto posible. Tampoco hay mucha diferencia entre una versión y otra, pero un capítulo se graba en diez días y nosotros estuvimos un mes con el primero.
- El internado fue un auténtico bombazo. ¿Te esperabas ese éxito?
- La verdad es que sí. En la rueda de prensa, cuando nos preguntaban qué perspectivas teníamos, yo decía que cubría muchos targets y que además cultivaba en el género teenager, que solía funcionar y llevaba un tiempo sin haber una serie de institutos o colegios. Luego, el punto fuerte era el misterio, que, a excepción de Motivos personales, no se hacía algo así en España. Por ejemplo, Élite ahora sí que tiene el misterio de un asesinato.
- Cuando se estrenó Elite, ¿qué sensaciones tuviste?
- Cuando se estrenó Élite , que salió a la vez que Hit, llevaba mucho tiempo sin haber una serie de adolescentes. Desde Física o química, así que hubo muchos años de vacío. Pero, para mí, la serie en la que deberían fijarse los chavales es Sex Education , que creo que está mejor. Pero esos son gustos personales.
- ¿Cómo recuerdas los rodajes de El internado? ¿Fueron muy frenéticos?
- No los recuerdo así. También llevaba trabajando desde muy pequeño, así que, al final, estaba acostumbrado a ir a rodar y estudiar a la vez.
“Me tratan a mí como si yo fuera mi personaje. Me insultan por las redes, maldicen a mis muertos y cosas así”
- También venías de aparecer en Compañeros. ¿Guardas algún objeto de El internado?
- Me llevé el jersey. También me regalaron, en plan de coña, la soga con la que Roque apareció ahorcado. Me dijeron: “¿Quieres hacer algo con esto?”. Y me la llevé.
- ¿Con qué compañeros mantienes contacto?
- Con todos los que quieren, realmente (ríe). Con los que más hablo son Yon [González], Fernando Tielve, Jonás Berami… Tengo los teléfonos de todos y me acuerdo cuando les tengo que felicitar. Pero, aparte de que tienen agendas diferentes y tenemos que cuadrarlos, ellos viven en Madrid centro y yo sigo en Fuenlabrada. Nos llevamos muy guay, pero nunca he sido de quedar para vernos y mis colegas son los del barrio. El otro día, también me encontré con Martiño [Rivas] en Madrid y estuvimos hablando un ratín, como si no hubiera pasado el tiempo, pero no nos llamamos para quedar.
- Hace unos meses se estrenó la última entrega de James Bond con Ana de Armas. ¿Qué impresión tienes del gran salto que ella ha pegado en su carrera?
- Nosotros siempre supimos que El internado era un salto intermedio para ella. Ana tenía una carrera bien planificada, estaba muy bien asesorada y tenía mucho talento.
- Entonces, ¿ya sabías que se convertiría en una estrella?
- No me voy a apuntar ese triple, pero es verdad que ella estaba haciendo pruebas para irse a Estados Unidos y nosotros pensábamos que sí podía llegar, porque es muy buena y porque ya había hecho cosas en Cuba y en España. En este mundillo, aparte del talento, si tienes a alguien que te lleve bien y que tenga los contactos apropiados… Lo importante es que te vean y Ana es una actriz que merece la pena ver. Además, estaba muy bien asesorada por gente que podían conseguir que la vieran. Para mí, todo lo que ha conseguido es una alegría. No es sólo un triunfo en general para el buen hacer, sino también para el trabajo duro. Ella tenía su meta y lo ha llegado. No es algo que pueda decir todo el mundo.
- ¿Cómo era Ana entonces? ¿Qué destacarías de su carácter?
- Siempre la recuerdo riéndose con Martiño… Bailaba y cantaba bastante… Era una tía alegre, la verdad.
- Blanca Suárez, que también empezó en El internado, también ha conseguido un gran éxito. ¿Qué recuerdos tienes de ellas?
- Recuerdo que los dos teníamos muy buena sinergia en escena. Me gustaban mucho las escenas, mano a mano, con ella. También recuerdo que era muy dormilona y que le gustaba asaltar bastante el catering (ríe).
- En estos últimos tiempos se han producido reuniones de series míticas, como Friends o Un paso adelante, de la que se va a grabar una nueva temporada. ¿Hay idea de hacer algo parecido?
- Ya se hizo un reencuentro hace cinco años, aunque no estuvimos todos. Ana se encontraba en Estados Unidos… Yon y Martiño y Blanca tampoco vinieron… Pero estaban Raúl [Fernández de Pablo], Elena [Furiase]… Me sabe mal que la gente pensara que no era el reencuentro que esperaba, pero, bueno, también lo entiendo.
- Además de celebrarse quince años del estreno de El internado, se cumplen veinte años del final de Compañeros, que fue una serie igual de icónica. ¿Qué recuerdos guardas?
- A nivel nacional, Compañeros fue más icónica. Aunque está Verano azul, fue la primera serie española que despertó un gran fanatismo. Fue una locura. Hay familias en las que me conoce la madre, la hija y la abuela gracias a la serie. Lo que recuerdo es que Compañeros además de mostrar la realidad que sucedía, también tenía una moraleja. No como en las series teenager de ahora, que solo tratan de reflejar la parte glamourosa, sexual y fiestera de la vida adolescente. Además, Compañeros la tengo muy fresca porque todos los lunes hago un Twitch con la gente que la está viendo en Amazon. Entonces, veo los capítulos con la gente y los voy comentando. Curiosamente, los problemas que había hace veinte años son los mismos de ahora.
- ¿Mantienes relación con actores de Compañeros?
- Sí. Tengo muy buena amistad con Jorge San José y Miguel Rellán. Luego, en las redes sociales, tengo a Virginia [Rodríguez], Lara [de Miguel], Eva [Santolaria], María Garralón, aunque no hable mucho con ellas. Con Amanda [García] y Olga [Molina] que eran mis dos amigas en la serie, hace muchisisísimo que no hablo con ellas. Sé de la vida de muchos, pero con los que mantengo contacto son con Rellán y Jorge San José. También me llevo bien con Juanjo Ballesta, que estuvo en otras temporadas.
- Empezaste a hacer castings con seis años y conseguiste tu primer trabajo a los ocho.
- Me faltaban dos meses para cumplir los ocho cuando empecé en Más que amigos.
- ¿Sientes que te has perdido algo de tu infancia?
- No, la verdad. Los niños son niños salvo que las vivencias no les hagan ser niños. Sé de chavales que, de lunes a viernes, tienen clases de fútbol o natación. La diferencia es que yo tenía una tutora en Compañeros, porque yo iba a trabajar dos o tres veces por semana, como mucho. Lo único que tenía que hacer era llamar a otros chavales de clase para que me dijeran qué ejercicios había que hacer y no faltar a los exámenes. Ni iba a rodar cuando estaba en edad escolar ni tenía problemas de acostarme a las once de la noche. Yo iba a rodaje, a clase, a baloncesto, bajaba al parque… No ha sido muy distinta a la vida de otros chavales que iban a fútbol o natación.
- Si pudieras retroceder el tiempo, ¿cambiarías algo de tu vida o tendrías la misma?
- Probablemente, estudiaría otra cosa. Estudié Sonido por la privada y, a pesar de que fue una experiencia enriquecedora, jamás he podido ejercer de ello.
- ¿Por qué?
- Hice prácticas en una radio, pero como becario y no te contrataban hasta que alguien se jubilara o se fuera. Además, los que se encargan de hacer directos, normalmente, cargan y descargan camiones. Yo soy un señor de un metro y cincuenta y cinco y peso cincuenta y cinco kilos. No es que no quiera cargar, pero es muy complicado para mí. Luego, son muchas horas… Entonces, al final, estuve dos años en los que aprendí mucho, pero luego no ejercí de ello. Quizá hubiese estudiado lo mismo por la pública u otra cosa. Por ejemplo, guión. Quería estudiar Psicología, pero tuve un problema con las Matemáticas en Bachillerato y les cogí asco. Entonces, cuando me dijeron que, en la carrera, había Estadística y Trigonometría, dije que no.
“Me ha preocupado más la economía que otra cosa. Lo actoral tiene un 91% de paro o algo así. No podemos vivir solo de actuar y toca buscarse otra cosa”
- Después de El internado, ¿cómo fue tu vida? ¿Se te hizo cuesta arriba una vez que finalizó la serie?
- Cuando terminé El internado, me borré del mapa. Y no fue por mí. No sé si fue por encasillamiento o qué, pero me costó bastante volver a hacer algo en el mainstream. De hecho, lo que hice después fue Servir y proteger –más de seis años con respecto al final de El internado–. Estuve haciendo mucha webserie, mucho teatro y estudié también durante dos años. Si me hubieras preguntado lo mismo hace cinco años, te habría dicho que somos esclavos del perfil… A día de hoy, sigo currando en el teatro… No sé si por perfil o por talento, porque igual no estoy hecho para el mainstream. Me siguen preguntando que por qué me retiré… Y yo no me he retirado. Tampoco diría que me hayan retirado. Lo que sé es que las personas que tienen que citarme para opositar a un papel no lo hacen. Ellos tendrán los motivos. O bien no se acuerdan de mí o bien no les gusto.
- O a lo mejor no ha llegado un papel a tu medida.
- Pero es que lo de los papeles a medida es un poco más jorobado porque la gente que es normativa hace un casting por semana. A mi medida, ¿qué es? ¿Un señor bajito? (ríe). Me refiero a que si tengo que esperar algo de mi perfil o solo de mi perfil, significa que mi perfil concreto me perjudica o que no soy tan bueno, aunque en teatro no estoy teniendo ningún problema.
- ¿Sigues trabajando de actor y no has tirado la toalla?
- Claro. De hecho, estreno ahora una obra de microteatro. En verano, estaré con Maribel y la extraña familia, de Miguel Mihura y, en septiembre, saldrán dos obras que llevo montando desde el año. Yo hago muchas cosillas… Este verano, casi seguro, saldré en la nueva película de Norberto Ramos del Val, que es un director español que hace muchas pelis lowcost. Cosas hago, pero no todo el mundo consigue dinero para producir sus películas y, por ende, tiene dinero para pagar… Luego, en teatro, vamos a porcentaje, así que, si no viene gente, no cobras.
- Entonces, ¿cómo te mantienes? ¿Cuál es tu trabajo de día a día?
- Ahora mismo, con lo que más tengo ingresos, es con el trabajo de animador de hoteles. Estoy cuatro meses fuera de casa y ahorro todo. Con lo que ingreso ahora un poquillo es de jurado en las batallas de raperos en la liga FMS en España.
“La fama tendría que ser una consecuencia del buen hacer y no algo tan arbitrario como estar muy bueno o tener muchos seguidores”
- Antes hablabas de estudiar Psicología. ¿Cómo has llevado la fama? ¿No fue un gran impacto en tu vida?
- Me ha preocupado más la economía que otra cosa. Lo actoral tiene un 91 por ciento de paro o algo así… Una locura. Entonces, dentro de ese 9 por ciento que pueden vivir de ello, están las personas que ganan dos millones de euros y los que están por debajo del umbral de la pobreza, que está en seis mil y pico pavos o así. Hablo sólo de ese 9 por ciento, porque los demás no llegamos ni a los seis mil pavos. Por lo tanto, no podemos vivir sólo de actuar y toca buscarse otra cosa. Hasta los veinte años, yo vivía con mis padres, que no habían tocado nada de lo mío. Cuando me independicé, empecé a preocuparme por quedarme a cero. Si llevas diez años generando menos de tres mil euros al año… Evidentemente, no tengo ahorros y me tengo que dedicar a otras cosas.
- ¿Como a qué?
- He trabajado de animador en hoteles, en una inmobiliaria… A mí no se me caen los anillos, pero, realmente, si solo quieres actuar, estás jodido.
- Cuando te preguntaba por la fama, me refería a si ha sido difícil gestionarla. ¿Has necesitado ayuda terapéutica?
- No, no. La fama no la echo de menos. De verdad, me da lo mismo. Si me dieran 1.500 euros al mes por trabajar en teatro y que ni Dios se acordara de mí después de bajarse el telón… Es que me da igual. Yo quiero actuar, no ser famoso. Eso es una medida de estatus social y eso me da lo mismo. La fama tendría que ser una consecuencia del buen hacer y no algo tan arbitrario como estar muy bueno o tener muchos seguidores… No sé. Creo que no está bien planteado. Entonces, mucha gente enfoca sus percepciones artísticas a la fama y eso es un error. La mayoría de la gente no sabe quién interpreta a Simba en El Rey León y lleva ahí ocho años.
- Antes comentabas cómo El internado sigue afectándote en tu día a día. ¿Lo catalogarías de acoso?
- Sí, sí. Por supuesto. Es un tipo de acoso, aunque no sea las veinticuatro horas. No es como si estuviera en el instituto y me estuvieran insultando, pero, si haces la múltiplicación… dos o tres veces por semana, durante doce años… Sale un buen número de personas tocando las narices.
- ¿Has llegado a denunciar?
- ¿A quién? No me ha pasado lo mismo que a Candela Peña, pero sí hay gente que no le ha gustado mi personaje y me ha dicho: “Como te vea por mi barrio, te voy a reventar a hostias”. Evidentemente, eso no ha pasado en realidad. Por ejemplo, hoy me ha insultado una persona, la he denunciado y he pedido a mis seguidores que denuncien su cuenta por acoso. Nueve o diez han denunciado a esa persona, pero se han encontrado con el mismo mensaje de Instagram: que no había motivos para denunciar a esa persona, porque me está acosando por mensaje privado.
- ¿Cómo te afecta que el recibir insultos dos o tres veces a la semana?
- Estoy muy cansado. Pero es que hay veces que me hago eco y me contestan que es lo que hay, que es la fama… Pero es que hace doce años que no cobro de esa serie. Me parece lamentable.
- ¿Te ha llegado a afectar a nivel mental?
- Estoy muy cansado, muy cansado. Hace unos meses dije que cuántas personas tenemos que acabar como Verónica Forqué para que se pida un DNI a la hora de abrir una cuenta en una red social. ¿Cuánta gente se tiene que tirar por una ventana, ahorcarse o estar en tratamiento psicológico para controlar esto? Deberían identificar a la hora de abrirse una cuenta y que esté asociada a tu DNI. De esta manera, si tú incumples las normas, se te puede denunciar y puede actuar la Policía. La gente me dice que pase o que bloquee. La primeras quinientas veces, pasas. Bloqueas a Pepita hoy, pero, la semana siguiente, Juanita, que tiene catorce, va a ver El internado y va a hacer lo mismo. Son personas diferentes, pero yo soy siempre el receptor y estoy harto.
- ¿Has recurrido a ayuda terapéutica para lidiar esta situación?
- No, paso. Es que… Da igual. Lo que dice un psicólogo sobre estas situación es “es lo que hay”, “no le des importancia”, “es gente que no te conoce” o “están insultando a un personaje”. La recomendación es como que te llaman por teléfono y se han equivocado. Pero, si te levantan de la siesta todos los días durante doce años… Me están jorobando igualmente. ¿Por qué tengo que aguantar eso de gente que no conozco de nada? Muchas veces, si me encaro, me dicen que es broma. Simplemente, te usan como un cubo de mierda: se desahogan y ya está. Como tienen un móvil en sus manos y no hay una consecuencia, nadie va a hacer nada por pararte.
- Has trabajado como animador en campings, repartidor, profesor de clases particulares… ¿Te siguen reconociendo?
- No, ya no suele pasar mucho. Ahora que está en Netflix, pasa un poquito más, pero diría que he estado tranquilo los últimos seis años, salvo por redes sociales.
- ¿Tienes pareja?
- Sí.
- ¿Tienes hijos o planes de casarte?
- No tengo dinero ni para hijos ni para casarme.
- Siendo tan popular desde tan pequeño, ¿te ha costado ligar?
- Para haber sido tan conocido, he ligado poco (ríe). No diría que me ha costado, pero es que he sido de novias. He tenido un par de relaciones de dos años y medio, otra de tres… Con la persona que estoy ahora llevo tres años y medio. Entonces, si te pones a sumar… No ha habido mucho problema. Sí que es verdad que es más complicado cuando es una época de flirteo o de picaflor, porque no sabes si se van a la cama contigo o con el personaje público. Pero, al final, ganamos todos: me voy a la cama yo y te vas a la cama tú.