A sus cincuenta años recién cumplidos, Nuria Roca tiene una agenda que da vértigo: colaboradora semanal en El hormiguero , de Pablo Motos; los domingos presenta La roca, en La Sexta, y acaba de estrenar la serie Madres, donde interpreta a una cirujana. Por si no fuera suficiente, se sube al escenario del teatro Rialto, de Madrid, para interpretar La gran depresión , una función que supone su debut sobre las tablas . “Sobre todo, es una obra para pasar un rato muy divertido. Que Félix Sabroso —el director— haya confiado en mí y que Antonia San Juan haya querido protagonizarla conmigo es maravilloso”, nos dice Nuria. “Es un regalo poder experimentar y aprender algo nuevo a estas alturas. Está siendo un viaje, tanto profesional como personal”, añade sobre esta función, que permanecerá en la capital hasta finales de mayo.
—¿Cómo venderías La gran depresión para atraer al gran público?
Es una obra para pasar un rato muy divertido en el teatro. El público se divierte, se entretiene y se ver reflejada con las cosas que pasan a los personajes. De alguna manera, todos los temas que se tocan de una forma tangencial y humorística sirven para ahondar en la amistad, la felicidad, el fracaso, la madurez, la amistad entre mujeres, entre hombres…Todo lo que ocurre a nuestro alrededor se puede resumir en la amistad.
—Interpretas La gran depresión con Antonia San Juan, que esta muy curtida en los escenarios. ¿Te ha ayudado en tu debut?
—Muchísimo. Y Félix también. Estudiar el texto, levantarlo y representarlo ha sido un aprendizaje. Es verdad que, al no conocernos antes Antonia y yo, podía ser que no conectáramos, pero ha sido todo lo contrario. Ha sido una conexión instantánea, desde el primer minuto. Gracias a eso, la obra ha cogido un valor importante.
—Te tiene que gustar mucho el teatro, porque no descansas prácticamente ningún día de la semana.
—Solo los lunes. Es una paliza grande y hay días que ha sonado el despertador y no sabía lo que tenía que hacer ni en lo que estaba, pero estoy encantada.
—Además, acaba de estrenarse la nueva temporada de la serie Madres, donde interpretas a una cirujana con carácter.
—Mi hija me dice: “Mamá, eres muy borde”. El personaje tiene momentos más contundentes, pero también su parte más tierna y humana. El feeback que estoy recibiendo de todo el mundo es muy bueno, así que estoy muy feliz.
—¿Tienes algún otro proyecto en mente?
—Acabamos de estrenar Madres . También estoy en el teatro, en El Hormiguero, en La Roca… Más las cosas de publicidad… ¡Más no puedo tener! (ríe).
—¿Qué te gusta hacer cuando no trabajas?
—¡Nada! (ríe). Ahora mismo, nada. Como tengo muy poco tiempo libre, cuando lo consigo, estoy muy casera, recluida. Luego, me gusta irme a cenar, tomarme un vino, hacer un viaje… Pocas cosas más (ríe).
—Acabas de cumplir cincuenta años y estás estupenda. Supongo que te lo dirá todo el mundo.
—Estoy encantada de que me lo digas y me lo digan. Al final, me lo voy a acabar creyendo (ríe). Son unos años muy apreciables. Vamos creciendo y añadiendo cositas a la mochila, que es estupendo.
—¿Te miras más al espejo para buscar arrugas?
—No, tenemos que aprender a mirarnos bien. Me gusta cuidarme y me gusta gustar, pero sin perder la referencia nunca. Tengo cincuenta años. Si puedo aparentar unos menos, estupendo. Pero no quiero aparentar treinta, porque no los tengo.
—¿Cómo te cuidas? ¿Haces alguna rutina de deporte?
—Llevaba año y medio sin hacer nada de deporte y he vuelto a salir a andar y correr un poquito. Me cuesta la vida y soy de las que van tres semanas y luego para un mes entero… Ya no tenemos la misma capacidad de reacción que cuando tenía veinticinco o treinta. Antes, compensaba con una ensalada y ahora tengo que compensar toda una semana. Tengo que cuidarme un pocos.
—En el día de tu cumpleaños, tu marido te dijo este piropo: “Qué suerte estar a tu lado y qué buena estás, tía”.
—(Ríe). Me encanta.
—¿Suele decirte piropos?
—La verdad es que sí. Cuando me ve guapa, me lo dice (ríe). Y me gusta mucho escucharlo porque sé que es verdad. Si no, no me lo dice.
—Veintiún años de casados y en un mundo tan inestable como el del espectáculo, ¿cuál es el secreto?
—Ni idea. Solo sé que estoy con la persona con la que quiero estar y tengo la suerte de que él quiere estar conmigo. Creo que es importantísimo gustarse. Quererse es muy fácil y gustarse es muy difícil. Que después de tantos años nos sigamos gustando es maravilloso. Luego, admirar a la persona, respetarla y pasarlo bien.
—¿Qué admiras de Juan?
—Tantísimas cosas… Sobre todo, su capacidad de análisis y de trabajo. Es la persona más resolutiva que he visto en mi vida… Y la menos perezosa. Todo es bueno. Luego, ¿algo negativo? Como buena persona que todo lo hace de forma inmediata, es impaciente y todo lo quiere para ya. Pero eso te pone las pilas.
—¿Y físicamente?
—Su mirada. Me encanta. Luego, cuando ríe, su ironía… Y tiene unos brazos preciosos (ríe).
—¿Quién dirías que tiene más genio de los dos?
—Yo (ríe). Y puede parecer todo lo contrario.
—En El hormiguero, Pablo Motos siempre le presenta como el polémico Juan del Val. ¿Qué piensas cuando lo escuchas?
—Bueno, como le conozco mucho… Más que polémico, Juan es provocador. Eso es algo que tienen los que tienen mucho talento y son artistas, que tienen una capacidad de provocar maravillosa. Para mí, provocar no es algo negativo, sino positivo, porque te mueve.
—¿Y a ti te provoca en casa?
— No, porque se convierte en una conversación. Cuando Juan y yo hablamos, cada uno tiene una opinión y se convierte en un diálogo. Pero sí que es verdad que en la televisión, estamos tan acostumbrados a ver las cosas políticamente correctas y, cuando alguien dice algo que no entra en lo convencional y dice lo que pensamos y no nos atrevemos a decir, se crea polémica, claro. Y a él le da exactamente igual.
—Cuando hablan de vuestro matrimonio, los medios se refieren como pareja abierta.
—(Ríe). Eso me da tanta risa… Cómo los medios de comunicación se han quedado con un titular…. Yo he hablado de una relación que es abierta y de la infidelidad, pero jamás he hablado de lo que hago o dejo de hacer en mi relación. Faltaría más.
—¿Cómo llevan vuestros hijos el tener unos padres tan conocidos?
—Ellos pasan bastante de nosotros en cuanto a nuestra profesión, en el sentido de que muchas veces llegamos de El Hormiguero y les preguntamos si han visto la tertulia y ni saben que ha habido. Incluso, decimos en broma que nos presten un poco más de atención, ¿no?. Pero sí que es verdad que son consciente de que vamos a los sitios y lamamos la atención. Claro, es una exposición doble. Me conocen a mí y conocen a Juan. Pero mis hijos lo viven con mucha naturalidad, porque lo han vivido siempre.
—Pero parece que al mayor le provoca rechazo la fama. Al menos, eso han publicado.
—No, no. Te digo lo que es: como hay que sacar titulares, se inventan cualquier cosa. Mi hijo no ha hablado de nada parecido. Si él está encantado con la fama de sus padres. Además, estudia Publicidad, así que sabe de lo que estamos hablando. He llegado a leer cada titular… Se los inventan para llegar a más gente.
—¿Ves a tu hijo riñéndose delante de una cámara?
—La verdad es que no ha mostrado interés en eso. Él está centrado en lo que es la Publicidad. Evidentemente, lo que le gusta hacer, como a todos los de su edad, TikTok y esas cosas. Pero la comunicación de presentar programas… Creo que no.
—En El hormiguero, también coincides con Tamara Falcó. ¿Cómo es trabajar con ella?
—Tamara es una maravilla de persona. Es espontánea, es muy ella. Es imprevisible. Me gusta mucho, porque, además, es muy buena gente.