ver nica mengod© CORTESÍA VERÓNICA MENGOD

El gran regreso de Verónica Mengod: de actriz a pintora

‘He encontrado mi propio estilo y es apasionante’, confiesa la popular presentadora, que actualmente expone algunas de sus obras en Boadilla del Monte (Madrid)


1 de mayo de 2022 - 10:02 CEST

Verónica Mengod, uno de los rostros más populares del cine y de la televisión, lleva tiempo alejada de la pantalla para dedicarse a lo que ella llama su empresa: “Cuidar de mi familia y de mis nietos, ese es ahora mi trabajo”, asegura la actriz, que a sus 55 años, es abuela de seis niños. Pero Verónica ha descubierto la que se ha convertido en su nueva pasión, la pintura. Así nos lo cuenta, mientras prepara la exposición colectiva junto a sus compañeros del taller municipal de pintura que el pasado 28 de abril abrió sus puertas en el Centro de Formación de la localidad madrileña de Boadilla del Monte.

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Verónica Mengod, uno de los rostros más populares del cine y de la televisión, lleva tiempo alejada de la pantalla para dedicarse a lo que ella llama su empresa: “Cuidar de mi familia y de mis nietos, ese es ahora mi trabajo”, asegura la actriz, que a sus 55 años, es una súper abuela de seis niños . Casada con Carlos Ortiz-Echagüe, tiene dos hijos, Claudia y Alejandro, a los que hace unos años se sumó Alejandra Ortiz-Echagüe, nacida de una relación que Carlos tuvo antes de conocer a Verónica Mengod y que está casada  con el cantante Daniel Diges .

Además de ocuparse de su bonita y extensa familia, Verónica ha descubierto su nueva pasión, la pintura. Así nos lo contó, mientras preparaba la exposición colectiva junto a sus compañeros del Taller Municipal de Pintura que el pasado 28 de abril abrió sus puertas en el Centro de Formación de la localidad madrileña de Boadilla del Monte.

© CORTESÍA VERÓNICA MENGOD

Verónica, paleta y pinceles en mano, en el jardín de su casa, ante el cuadro que está pintando para su hija Claudia.

—Verónica, vaya sorpresa, ¿cómo nació en ti esta nueva vocación?

Nueva no es, porque yo pintaba desde los quince años, recuerdo que incluso gané algún concurso. Siempre me ha gustado, pinté cuadros de Sorolla porque me gusta mucho su trazo y la luz de sus obras... pero como empecé a trabajar con diecisiete años, solo pintaba cuando tenía tiempo, pero esa no era mi profesión. Entonces, cuando llegó la pandemia, de repente me dije: ‘¿Qué puedo hacer en casa?’. Y pensé que siempre me ha gustado pintar. Además, casualmente, en pandemia mucha gente se quitó de las clases.

—Y fue tu oportunidad para retomarlas.

Sí, yo vivo en Boadilla del Monte y hay unos talleres de pintura con unos profesores espectaculares. Quedaron plazas libres porque la gente mayor tenía miedo de salir de casa, y así fue como hace dos años y medio, empecé otra vez a dar clases. Pero fue hace tres meses cuando encontré mi forma de pintar y mi personalidad, que es lo difícil. Empecé a hacer un cuadro para cada uno de mis tres hijos, para cada una de su casas. Venían amigas a mi casa, los veían, les gustaban... y empezaron a encargarme y así fue como empecé a bucar mi propio estilo. Al encontrarlo es cuando explosionas, y esa es la maravilla. ¡Es apasionante! Y cuando ya tienes una línea de trabajo... Vamos, que estoy que casi no duermo.

© CORTESÍA VERÓNICA MENGOD

La actriz y presentadora junto a uno de los cuadros que expone en estos días en el Centro de Formación de la localidad madrileña de Boadilla del Monte

—¿Cómo es tu estilo?

A mí me gusta la pintura abstracta. Estoy trabajando al óleo y ahora que están muy de moda las texturas, me estoy inspirando, sobre todo, en la Naturaleza. Vivo en la urbanización El Bosque de Boadilla y salgo a pasear con el perro todos los días. Me he pasado los dos años de pandemia, mañana y tarde, metida en un bosque de encina y de jara. Tengo un cuadro que refleja la luz de una tormenta, los colores de los troncos... Ahora mismo, estoy pintando un cuadro para mi hija Claudia, que es el bosque de Boadilla, sus colores... En él aparecen líquenes, que es como un coral seco espectacular; fíjate, toda mi vida he visto los líquenes y nunca me había fijado en ellos hasta ahora. También aparece un trozo del tronco de un árbol que es muy especial.

—¿Por qué es tan especial?

Porque tengo una anécdota muy bonita. Yo estaba buscando la casa en la que vivimos, aún no tenía a mis nietos, pero mis hijos empezaban a casarse, y visionaba una casa en la que mis hijos quisieran estar con mis nietos todo el día, que fuera como un parque de atracciones para ellos. Y se lo pedí a la Virgen de la Milagrosa, que yo soy mucho de esta Virgen. Bueno, encontré la casa por una casualidad y, cinco años después, alguien me habla de una romería a la Virgen de la Milagrosa y resulta que la ermita está en el bosque de Boadilla, al lado de mi casa. ¡Es impresionante! Como soy muy devota de la Virgen de la Milagrosa, voy a visitarla y me entero de que se apareció en el único alcornoque que hay en el bosque, porque el resto son pinos y encinas. Un día me encontré una maderita del tronco de este árbol en el suelo. Y pensé, voy a poner este trozo del tronco en el cuadro de mi hija Claudia para que la proteja. Por eso, este cuadro es muy especial, porque además de líquenes, tiene esta maderita del alcornoque donde hace 35 años se apareció la Virgen de la Milagrosa.

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Detalle del cuadro que Verónica está pintando para su hija Claudia, con líquenes y un trozo del tronco del alcornoque del bosque de Boadilla en el que hace 35 año se apareció la Virgen de la Milagrosa

—¿Todas las texturas que aplicas a tus cuadros son de la naturaleza?

Sí, los líquenes, el tronco que te decía y mucha arena. Hay un río que pasa por Boadilla, que cuando se seca, queda la arena, y dependiendo del grosor, puedes trabajar con ella. Por eso, todos los cuadros que estoy haciendo están inspirados en el bosque, de hecho, estoy preparando una exposición en solitario y cuando la haga haga, se llamara La pandemia en el bosque de Boadilla, porque todos los colores giran en torno al bosque.

—¿Y ya los estás vendiendo, entonces?

Estoy haciendo para mis hijos y tengo encargos de amigas. Al final, son cuadros muy decorativos porque tienen unos colores que inundan una casa. Ahora lo que voy a hacer es producir mucho, pero sin exigencias, porque me he dado cuenta de que las exigencias no son nada buenas.

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“Me gusta la pintura abstracta. Estoy trabajando al óleo y ahora que están muy de moda las texturas, me estoy inspirando, sobre todo, en la Naturaleza”, nos cuenta la popular actriz

—Desde luego, no será nueva, pero es toda una vocación.

Toda mi vida he estado rodeada de artistas, mi padre, Julio Mengod, es compositor y de ahí me viene la parte del espectáculo. Yo empecé en El Kiosco —programa infantil que se emitió en TVE entre 1984 y 1987— porque yo cantaba y bailaba. Pero mi madre es pintora. He vivido en una casa donde te levantabas con Beethoven, Vivaldi, con Wagner y las Walkirias para ir al colegio; estábamos comiendo y, de repente, mi padre se ponía al piano a componer... y mi madre estaba todo el día pintando. Entonces, al final yo soy actriz por lo que veo en casa y porque mi padre me llevaba todo el día a los platós de telvisión. Tuve la suerte de que en un cásting me cogieron y luego tuve una época en la que me llamaban para todo. Y seguí con esta profesión. Pero, precisamente, como esta profesión es tan anárquica y tan dinámica, a mi no me gusta la monotonía. Siempre estoy buscando crecer, descubrir... Entonces esto que me ha pasado con la pintura, va mucho con mi personalidad.

—¿En qué momento de tu vida estás?

Estoy en un momento muy feliz, tranquila, cuidando de mi familia y de mis nietos, que es mi empresa y es un trabajo. Y la pintura es una pasión que me llegó y a veces la vida es así, dejarte llevar por ella y por lo que te va trayendo. A parte de pintar, lo que más me gusta de esta nueva etapa es que antes pasaba por encima de las cosas sin verlas y ahora me doy cuenta de que lo miro todo. Cuando doy un paseo voy tocando todo, voy viendo las luces de las hojas, el suelo, todo.. ¡Es apasionante porque veo la Naturaleza con otros ojos y es muy bonito!