luc a pombo© @lucapombo

La sorprendente familia de las hermanas Pombo que ha hecho historia en la aviación española

El tatarabuelo de las ‘influencers’ inició una saga de pilotos que ya va por su quinta generación. Descubrimos los pioneros y protagonistas de fascinantes capítulos de nuestra historia más reciente


26 de abril de 2022 - 11:38 CEST

Hace unas semanas, en su primera entrevista,  Lucía Pombola hermana mayor de María Pombo, hablaba con ¡HOLA! de su trabajo en una compañía aérea y del componente genético para dedicarse a esta profesión. “En mi familia, hay cinco generaciones de pilotos. El primero fue mi tatarabuelo, que, en 1913, hizo el primer Santander-Madrid. Después, sus hijos continuaron la saga, hasta el día de hoy”, nos decía Lucía, que trabaja en Air Nostrum. “Es que los Pombos son muy pilotos”, nos señalaría María semanas después. Efectivamente, su familia ha hecho historia en la aviación española.

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Lucia Pombo piloto© @luciapombo
© @luciapombo

Como nos indicaba Lucía, su tatarabuelo Juan Pombo Ybarra, nacido en 1881, inició una fascinante saga de conquistadores de cielos. Cabe señalar que, antes de surcarlos, ya era una importante personalidad en su Santander natal y no sólo por ser nieto de Juan Pombo Conejo, alcalde de la ciudad y primer presidente del Banco Santander, a quien el rey Amadeo I de Saboya el otorgaría el marquesado de Casa de Pombo. Además de convertirse en uno de los primeros automovilistas que hubo en España, Juan Pombo Ybarra también mantuvo una estrecha relación con Alfonso XIII.

El tatarabuelo de las   influencers  acogió al monarca en su primera visita a la capital cántabra, en el año 1900, al igual que en las posteriores, destacando también la de 1906, que fue la primera con la reina Victoria Eugenia. Ambos no sólo compartían aficiones –jugaban al tenis, además de disfrutar juntos de las corridas de toros, carreras de caballos y regatas–, sino que, además, Pombo Ybarra impulsó la construcción de una residencia de verano para la Familia Real en El Sardinero. Nos referimos al conocido Palacio de la Magdalena, que se entregó a Alfonso XIII en 1912.

© Cortesía de la familia Pombo
Sobre estas líneas, Juan Pombo Ybarra (derecha del todo) en un partido de tenis con Alfonso XIII (siguiente a su derecha).

El primer gran hito de la familia

Pero ya decíamos anteriormente que Juan Pombo Ybarra se hizo un nombre propio en las crónicas de la época por otro tipo de altos vuelos. Fue el 25 de febrero de 1913 cuando obtuvo el título de piloto en Pau (Francia), en tan solo nueve días. Regresó a España con un monoplano Bleirot XI –bautizado como San Ignacio– y no tardó en hacer historia: el 8 de junio de ese año, el tatarabuelo de las hermanas influencers realizó el primer trayecto aéreo entre Santander y Madrid, con escalas en Burgos, Sacedón (Guadalajara), Arganda (Madrid) y Cuatrovientos (Madrid). Así sorteó los riesgos de atravesar la Cordillera Cantábrica en avión, porque los aparatos de la época volaban a muy baja altura. Pero ahí no terminan las hazañas de Juan Pombo Ybarra, porque, en enero de 1914, estableció el  récord   nacional de ascensión con pasajero en tres mil metros. Justo dos años después, también batió el de duración al viajar de la capital cántabra a Colmenar Viejo (Madrid) en tres horas y media, sin hacer parada alguna. Como curiosidad, la avioneta se quedó atrapada en un barrizal del aeropuerto y tuvieron que sacarla con bueyes.

© @mariapombo
María, Marta y Lucía Pombo.

Pero para anécdota la que sucedió un año después. En 1917, Juan Pombo Ybarra también sobrevoló la bahía de Santander con la escritora cántabra Concepción Rodríguez-Espina y García-Tagle, más conocida como Concha Espina, que era gran amiga del piloto. De hecho, esta autora de la Generación del 98 fue una de las primeras mujeres en surcar los cielos en España. No obstante, el destino quiso que sus nombres quedaran unidos de por vida años después, sin que ellos lo llegaran a ver: Rafael Pombo Alonso-Pesquera, nieto de Juan, y María Luisa de la Serna Gutierrez-Répide, nieta de Concha Espina, contraerían matrimonio, concibiendo así al abuelo de María, Marta y Lucía Pombo , entre otros hijos.

Como era de esperar, Juan Pombo Ybarra, quien además se convirtió en presidente del equipo de fútbol Racing de Santander en 1920, transmitió su pasión por volar a su descendencia. Los tres hijos varones de los cinco que tuvo con Consuelo Alonso-Pesquera Pombo –prima suya e hija del primer Marqués de Casa Pombo– también conocieron los cielos desde edades muy tempranas: Rafael, el bisabuelo de las influencers, tanto sus dos hermanos menores, Juan Ignacio y Teodosio, volaron con su padre y alguno de ellos, con solo cinco años. No obstante, fue Juan Ignacio quien volvió a hacer historia en la aviación española.

© Cortesía de la familia Pombo
Juan Pombo Ybarra con Concha Espina sobrevolando la bahía de Santander.

El siguiente capítulo familiar: una aventura transatlántica

Nacido en 1913 –el mismo año en el que su padre completó el trayecto entre Santander y Madrid por primera vez–, Juan Ignacio Pombo Alonso-Pesquera obtuvo el título de piloto a los quince años y se preparó para la misión que hizo siete después: la llamada travesía del Atlántico Meridional. Fue un viaje entre la ciudad cántabra y México que realizó en solitario a bordo de su avioneta “Santander”, pintada con los colores heráldicos de Cantabria –blanco y rojo–. Así comenzó su recorrido el 13 de mayo de 1935, haciendo unas primeras escalas en Burgos, Madrid y Sevilla. A continuación, Pombo Alonso-Pesquera recaló en Marruecos (Agadir, Ifni, Cabo Juby y Villa Cisneros), Mauritania (Port-Étienne), Senegal (San Luis) y Gambia Británica (Bathurst). Su primera parada después de dieciocho horas y quince minutos cruzando el Atlántico fue la localidad brasileña de Natal.

Si todo fue a la perfección durante los recorridos por España, África y el océano, Juan Ignacio sufrió un peligroso percance en su primer tramo en tierras sudamericanas: se dio cuenta de que la nave perdía gasolina y tuvo que aterrizar de emergencia en Camocim, una pequeña ciudad de la costa este de Brasil. El aparato quedó prácticamente destruido tras impactar contra el suelo, y aunque, el imprevisto podría haberle costado la vida al aguerrido piloto, afortunadamente, sólo sufrió heridas leves. Pese al gran susto, Juan Ignacio no desistió en su empeño por terminar su aventura, así que continuó surcando los cielos, haciendo paradas en Paramaribo (Guyana Inglesa), Puerto España (Trinidad), Maracay (Venezuela), Barranquilla (Colombia) y Panamá.

© Cortesía de la familia Pombo
Juan Ignacio Pombo con su avioneta “Santander” en Méjico.

Ya en San José (Costa Rica), Pombo Alonso-Pesquera se encontró con otro contratiempo. Y esta vez, de salud, ya que tuvo que ser operado de urgencia de apendicitis aguda. Pero Juan Ignacio tampoco estaba dispuesto a tirar la toalla cuando le quedaban poco más de dos mil kilómetros para cumplir su misión. Por eso, tras tomarse unos días para recuperarse de su intervención quirúrgica, voló hacia Salvador y Guatemala. Finalmente, llegó a la Ciudad de México el 16 de septiembre de 1935, completando así su histórica travesía de 15.970 kilómetros en poco más de setenta y seis horas de vuelo.

No es de extrañar que Juan Ignacio acaparara titulares en los periódicos de medio mundo. Lo que él no se esperaba era que en México le esperaba una nueva aventura personal: allí, conoció a María Elena Rivero, con quien se casaría y se convertiría en padre. A pesar de crear una familia, el piloto no dejó de dar nuevos giros inesperados a su vida. Es más, regresó a España para participar en la Guerra Civil, formando parte en una treintena de acciones con el bando nacional. Sin embargo, el capítulo más sorprendente se produjo en 1977, cuando, a la edad de sesenta y cuatro años, Juan Ignacio se entregó a la fe e ingresó en el Real Monasterio de Guadalupe, en Cáceres. Sus días como monje franciscano no fueron especialmente reseñables, ya que colgaría el hábito un año después, pero supone el colofón en esta fascinante vida digna de película.

Las siguientes generaciones de pilotos

Rafael Pombo Alonso-Pesquera, bisabuelo de las influencers, no se animó a pilotar aviones, ya que prefirió ingresar en la Academia de Caballería de Madrid –participó en la Guerra Civil y le fue concedida la Medalla Militar Individual–. Además, Rafael ocupó páginas de periódicos en la época por su afición al deporte: participó en las Olimpiadas de Londres como jugador de polo y se convirtió en presidente del Racing de Santander, entre 1940 y 1943. Su otro hermano, Teodosio, sí que conquistó las nubes. Con sólo dieciséis años, se instruyó en la escuela de Alcalá de Henares. En 1928, ya una vez alcanzada la mayoría de edad, ingresó voluntario en la aviación militar y, cuando estalló la Guerra Civil, también participó en una misión en el Frente de Teruel, por la cual fue condecorado. Además, Teodosio condujo la aeronave con el que el General Franco visitó el África Occidental en 1950.

© Cortesía de la familia Pombo
© Cortesía de la familia Pombo
Arriba, Rafael Pombo Alonso Pesquera con su hermano Teodosio. (los dos del centro, uno de ellos sin gorra, que es Rafael Pombo). Abajo, Rafael Pombo Bannatyne con su hijo Víctor Pombo en el aeropuerto de Canarias.

En la tercera generación de pilotos, se encuentra Rafael Pombo Bannatyne, que es el mayor de los cinco hijos de Rafael Pombo Alonso-Pesquera y también el abuelo de las hermanas influencers. De hecho, se convirtió en capitán del ejército en la división militar del aire y luchó en la Guerra de Ifni, en la que España luchó contra Marruecos por dominar el África Occidental. Ya con veinticinco años, en 1961 –en el año que tuvo a su primer hijo, Víctor Pombo, que es el padre de María, Marta y Lucía Pombo–, Rafael comenzó a trabajar para Iberia.

Lucía Pombo, la última en continuar la saga

Más de un siglo después de que Juan Pombo Ybarra volara por primera vez, es su tataranieta Lucía, la hermana mayor de María Pombo, quien trabaja en una aerolínea. “De los cinco hermanos que tiene mi padre, uno es piloto. Menos mal que mi hermana ha seguido, porque si no, se rompía la tradición”, explica María a ¡HOLA!. “Un primo es ingeniero aeroespacial, por lo que podría acabar siendo piloto. Pero, por ahora, la única que continúa es mi hermana”, apostilla la influencer antes de confirmarnos que, entre sus familiares, se encuentra un exnovio de Terelu: Carlos Pombo, piloto de Iberia: “Sí, es primo lejano de mi padre, pero nunca hemos coincidido”.

© Cortesía de la familia Pombo
Rafael Pombo Bannatyne con Víctor Pombo en el Jumbo 747 de Iberia.

En la tripulación de la compañía española también se encuentran Javier Pombo de la Serna, que es tío paterno de las influencers y, por tanto, forma parte de la cuarta generación de navegadores aéreos; Sebastián Saenz de Santamaría Pombo y Darío Pombo Corsini, entre otros. Quien no ha seguido la tradición familiar es el padre de Lucía, Marta y María,  Víctor Pombo de la Serna, que se dedica al sector de la hostelería. “Nuestra familia es la mayor generación de pilotos en todo el mundo”, nos afirma el empresario y padre de las influencers.

 María tampoco ha heredado esa afición por surcar los cielos. “Me dan miedo los aviones y no me gusta viajar”, nos confiesa con humor. “Cada vez que tomo uno, le doy el número de vuelo a mi hermana Lucía. Antes me gustaba viajar, pero me junté con Pablo –se refiere a su marido, Pablo Castellano–, que lo odia y le dan miedo las turbulencias. Entonces, me lo pegó a mí y ahora me da miedo volar”, añade María a ¡HOLA!

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