Esta es la crónica de una aventura única que, aunque nació de un comentario inocente, se ha convertido en un ‘regalo de vida’, tal y como asegura Aldo Comas. El viernes 8 de abril de 2022 ya es una fecha marcada en rojo en la vida de más de sesenta familias de refugiados ucranianos y cincuenta voluntarios de la Asociación Diy Ukraine. Superación, solidaridad, esfuerzo y unión son palabras que definen este viaje.
“Un día dije: ‘Me voy con mi coche y un amigo a Polonia, llevo dos cajitas, ayudamos a un par de refugiados y los acogemos en casa. ¿Quién se apunta?’ —Cuenta el artista y marido de Macarena Gómez—. A la media hora, ya no podía echarme atrás. De ese calentón emocional hemos pasado a ser veinte vehículos, a tener diez mil kilos de material (comida, ropa y medicinas), veinte mil euros recaudados y más de sesenta familias de refugiados con casa”.
Esta es la historia de una aventura única que, aunque nació de un comentario inocente, se ha convertido en un “regalo de vida”, tal y como asegura Aldo Comas. El viernes 8 de abril del 2022 ya es una fecha marcada en rojo en la vida de más de 60 familias de refugiados ucranianos y 50 voluntarios de la Asociación Diy Ukraine. Superación, solidaridad, esfuerzo y unión, son palabras con las que definir este viaje. Pero, como en todas las historias, hay que empezar por el principio.
El domingo 3 de abril, a las siete y media de la tarde, Aldo Comas reúne en su casa de Gerona a 50 personas. Es su cumpleaños, también el de su hijo, Dante. Sí, nacieron el mismo día, pero esta reunión no es para soplar las velas, sino para poner en marcha la aventura que cambiará la forma de ver la vida de todos los presentes.
Los miembros de Diy Ukraine llegan a casa de Aldo Comas y Macarena Gómez a partir de las tres de la tarde para ordenar los furgones y asegurar la carga de los 20 vehículos que llevará comida, ropa y medicinas con destino Ucrania.
Esta dura aventura se ha convertido, según nos cuenta Aldo Comas, en un “regalo de vida”
Aldo es la cara visible de la Asociación, cuyo objetivo es “solucionarle un poco la vida a más de 60 familias de refugiados y ocuparnos personalmente de que el material necesario entre en el país”. Así nos lo cuenta el artista.
Va a ser un viaje de casi una semana. Un viaje duro física y psicológicamente, pero Aldo tiene el apoyo de su mujer: “estoy muy orgullosa de él y de toda la gente que está participando en esta iniciativa” y, también, el de su hijo, Dante, que, aunque solo tiene siete años, está muy concienciado con la tarea humanitaria que ha emprendido su padre. “Dante ha decidido que el dinero que le han regalado por su cumpleaños se done para la ayuda a Ucrania”, cuenta orgullo Aldo.
La aventura comienza en unas horas y para que el equipo reponga fuerzas antes de coger, como se dice, “carretera y manta”, la pareja ha organizado una barbacoa, donde además de disfrutar de “calçots y butifarra” se tiene una última reunión en el estudio de pintura de Aldo: el protocolo de seguridad, los límites de conducción y el trato a los refugiados son las indicaciones más repetidas.
Ya son casi las nueve de la noche y es momento de ir a dormir y prepararse para el comienzo del viaje.
El 4 de abril, a las siete y media de la mañana, el convoy pone rumbo a Polonia desde Gerona, con voluntarios llegados de todos los puntos de España. Aldo es quien lidera el viaje.
Asegura estar nervioso por lo que se viene y Macarena lo confirma: “se ha levantado a las cuatro de la mañana. No podía parar quieto”. La actriz no puede acompañar a su marido por motivos laborales. Sin embargo, estará muy pendiente de los logros de Diy Ukraine, ya que ella es la encargada de gestionar la llegada de las familias de refugiados: “es casi seguro que los recibamos en una casa de colonias del pueblo”.
Con todo listo para comenzar el largo viaje llega el momento de la despedida. Aldo y Macarena se funden en un largo abrazo . El último hasta dentro de seis días.
A las siete y media de la mañana comienza la aventura. Aldo es un conductor experimentado. Está acostumbrado a hacer muchos kilómetros en coche, poniendo como ejemplo sus viajes por Europa o por la costa este de los Estados Unidos. En un trayecto tan largo salen distintos temas de conversación. Como no podía ser de otra manera, uno de ellos es el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Preocupa lo que se pueda ver días más tarde en los campos de refugiados de Varsovia. Pero no todo iban a ser preocupaciones, entre kilómetros y kilómetros, amenizados por las canciones de Rigoberta Bandini o Rosalía, Aldo cuenta anécdotas de su etapa como estudiante. Durante esos años de su vida coincidió con Álvaro Falcó, quien, justo en esos momentos, estaría disfrutado de sus primeras horas de casado con Isabelle Junot. Confiesa, también, ser muy amigo de la Familia Real de Mónaco: desde sus escapadas a Ibiza con Andrea Casiraghi, hasta su estupenda relación con la princesa Carolina: “podemos pasar horas y horas escuchando música africana”.
Así, entre unos temas y otros se llega a Francia, momento en el que Aldo sorprende a todos con su perfecto francés. Tras unos cuantos cientos de kilómetros, muy cerca de Lyon, el convoy hace una parada para comer y estirar las piernas. Tras este break, los 20 vehículos siguen su camino hasta el próximo alto en el camino: Estrasburgo. Las horas en la carretera dejan en el aire más talentos ocultos de Aldo Comas. Es amante de los deportes de riesgo, como el paracaidismo y del mundo del motor. Confiesa que con 13 años competía en motocross en la modalidad de 125.
Con alguna que otra parada más se llega a Alemania. Eran las nueve de la noche. Aún quedan diez horas para llegar a Varsovia, el lugar de destino.
El martes 5 de abril, a las seis de la mañana, entran por fin en Polonia. Los kilómetros van desgastando los coches. Ya hay vehículos resentidos: ventanas rotas, ruedas desinfladas y pequeñas averías, que no impiden proseguir el viaje. Son las once de la mañana cuando Aldo recibe una llamada de Maca. Visiblemente cansado —solo ha dormido veinte minutos en más de veinticuatro horas de trayecto—, confiesa a la actriz: “Nunca había visto el tiempo pasar tan lento. La lluvia, la nieve, las tormentas, los alemanes conduciendo como locos, el frío, el hambre… Está siendo muy duro. Uno de los viajes más duros de mi vida”. Una hora después llegan al hotel de Varsovia. Tras una ducha y unas horas de descanso, los voluntarios, dirigidos por Aldo, cargan los dos camiones que pondrán rumbo a Ucrania.
El miércoles 6 de abril, el convoy se divide en dos grupos. Cada uno va a un campo de refugiados a por las distintas familias de ucranianos que regresarán a España con ellos. El grupo de Aldo Comas pone rumbo a GlobalExpo Centrum, un pabellón que recuerda a IFEMA, en Madrid. Frialdad, tristeza e incertidumbre se respira en ese lugar, donde cientos de ucranianos (matrimonios mayores, madres e hijos y hasta heridos de guerra) esperan un destino mejor. Una sensación que cala hondo entre los miembros de Diy Ukraine. “Tiene un punto muy duro. Ver a la gente que está sin nada y tiene toda su vida, literalmente, en una maleta es muy duro”, relata Aldo ante la visión. Tras volver al hotel, documentar a todos los refugiados y organizar los coches, llega el momento de regresar a España. El viaje de vuelta empieza a las dos y media de la tarde. El convoy formado ahora por más de cien personas llega a las cuatro de la madrugada a AM Flensunger Hof, un albergue cristiano en Alemania, que les dan cama y comida. A muchos les cuesta conciliar el sueño. Es el caso de Aldo, que se emociona al recordar las miradas perdidas de los niños ucranianos y acordarse de su hijo, Dante, de siete años: “Se me saltan las lágrimas. Tenemos muchos niños pequeños, niños enfermos. Yo podría ser uno de esos padres. Podría estar siendo al revés y es muy duro”.
El jueves 7 de abril, a las diez de la noche, los veinte vehículos llegan a Lyon. Descansan en un pabellón de la Cruz Roja francesa. El viernes 8 de abril, a las nueve de la mañana, comienza el día más emotivo de toda esta aventura. Antes de continuar con el viaje, empiezan las despedidas. Muchos voluntarios ponen rumbo a sus ciudades de origen junto con algunas familias de refugiados. Lyon es testigo de las lágrimas y abrazos por ese ‘adiós’. También hay hueco para la música y las sonrisas. Aldo coge una guitarra y anima a todo el grupo a cantar Let it be, de The Beatles.
Tras seis horas de viaje, a las siete de la tarde el convoy entra en España. Los veinte vehículos llegan a la localidad de Capmany, en Gerona, escoltados por la Policía Nacional y con el cálido recibimiento de los vecinos del pueblo, con Macarena Gómez a la cabeza. El lugar de destino es la Casa de Colonias del pueblo catalán. Allí, al son del himno de Ucrania, se recibe a los refugiados con flores y abrazos.
Mientras las más de sesenta familias son documentadas por las autoridades, de nuevo, las lágrimas, pero también los bailes de todos los presentes celebran las nuevas oportunidades que están naciendo en ese preciso momento.
“Ver gente que está sin nada y tiene toda su vida, literalmente, en una maleta es muy duro”, cuenta Aldo
Ha sido un viaje muy duro física y psicológicamente, pero para Macarena y Aldo ha merecido la pena: “Ha sido algo único lo que hemos conseguido. Ha sido muy bonito”, confiesa la pareja antes de anunciar que amplía la familia. “Por ahora hay seis refugiados que se vienen para casa”, asegura Aldo. “Tenemos a una abuela, a una madre y a su hija de la edad de nuestro hijo, y también a Lena, que ya es mi mejor amiga. Es pintora y va a trabajar conmigo como ayudante. ¡Se vienen todos!”. Quizá, esta primera experiencia sea la primera de algo mucho más grande: “Esto no se acaba aquí…”, sentencia Aldo.
Aldo Comas y Macarena Gómez terminan esta historia como la empezaron: unidos, con un beso de película y con el objetivo de dar una nueva vida a personas a las que, lamentablemente, les han arrebatado la suya.
Y… ¿quién sabe? Quizás esta primera aventura de Diy Ukraine sea la primera de algo mucho más grande. Así, con la promesa de Aldo de “esto no se acaba aquí…”, se pone un final feliz a una historia única.