Cierto es que lo primero que llama la atención de María Barceló es que es la tía influencer de Rafa Nadal. Sin embargo, esta mallorquina presenta desparpajo y espontaneidad suficientes como para llamar la atención por sí misma. Así queda reflejado en las redes: su cuenta de Instagram, que no para de sumar seguidores, ya registra ciento treinta mil. No obstante, María sorprende aún más en las distancias cortas con su alegría y actitud pizpireta. Así lo comprueba ¡HOLA!, mientras ella cuenta su sorprendente giro profesional o los secretos de su familia. Cómo no, también le preguntamos por algunas curiosidades de su sobrino Rafa.
— María, cuentas con un perfil profesional es bastante curioso, porque eres abogada e influencer.
— Son dos mundos que no tienen nada que ver. Yo estudié Derecho y trabajé en los juzgados un montón de años. Pero, como me gustaba tanto la moda, de siempre, le dije a mi hijo que me creara un perfil de Instagram. Ahí empecé a subir looks y la gente empezó a seguirme, a darme likes y a preguntar de dónde eran las cosas. Y me fueron subiendo los seguidores.
— Ahora tienes decenas de miles.
— Sí, ciento treinta mil seguidores… ¡Son muchos, eh! (ríe). Son muchos para vivir en Mallorca (ríe).
— ¿Sigues ejerciendo de abogada?
— No. Oposité a los juzgados y saqué la oposición de oficial, pero tengo excedencia. En algún momento, me puedo incorporar, pero no lo voy a hacer nunca jamás… Creo.
— ¿Y tienes alguna otra dedicación al margen de dedicarte a las redes?
— Sí, soy empresaria. Tengo un hotelito en el campo mallorquín, que se llama Son Sant Andreu. Era una finca de mis padres y mi hermana y yo la habilitamos para convertirla un hotelito rural. Tiene diez habitaciones y es precioso. Funciona de maravilla.
— ¿Tus hijos no piensan que es muy fuerte tener una madre influencer?
— ¡Es que es muy fuerte! (ríe). Pero les encanta. Uno tiene veintiún años y el otro dieciséis. Siempre digo que hay perfiles para todas las edades. Yo sigo a un montón de mujeres de una edad, como Susi Rejano, que me parece una señora espectacular y tiene muchísimos más seguidores que yo. Para mí es un referente, me inspira muchísimo.
— ¿Sigues a alguien más?
— A Petra Dieners. Hay muchísimas en Alemania, Francia e Italia, más que allá del perfil de Instagrammer de veinte años. Con cuarenta y tantos años, también estás en la plenitud de la vida. En mi caso, ahí tenía a mis hijos ya mayores y me di cuenta de que el Derecho no era mi mundo y lo cambié.
— Pero también fuiste madre muy joven.
— Sí, con veinticuatro.
— ¿A qué se quieren dedicar tus hijos? ¿Alguno será tenista?
— El mayor está estudiando Administración y Dirección de Empresas. El pequeño está acabando el bachillerato. Seguramente, el año que viene, va a hacer Derecho. En mi casa, todo el mundo igual.
— ¿Ninguno juega al tenis?
— El pequeño juega muy bien. Antes también jugaba al fútbol. Ahora, al igual que el mayor, entrena al pádel.
— Tu sobrino no es el único Rafa Nadal de la familia. Tu marido comparte nombre y apellido con tu sobrino. ¿A qué se dedica tu marido?
— No quiero hablar mucho de él, pero también es empresario.
— Tu sobrino Rafa hizo historia este año en Australia. ¿Cómo viviste ese momento con la familia?
— Te lo podrás imaginar, con felicidad inmensa. Todos muy contentos y felices. Lo vivimos a tope, porque es una maravilla que a estas alturas de su carrera siga haciendo lo que está consiguiendo.
— Es que dio una lección de vida, porque parecía que su vida deportiva estaba terminándose…
— Además, es una persona que nunca se da por vencido. Cualquiera hubiese desistido tras alguna lesión o por el covid, como muchos que lo hemos pasado… Ha sido una pandemia horrorosa, pero él ha seguido y ha luchado. Mira dónde está. Ha ganado Australia, Acapulco…
— ¿Sueles ir a verle a sus partidos de tenis?
— Sí. He ido al U.S. Open, Roland Garros, Wimbledon…
— Viajaréis todos en avión privado…
— Bueno, depende. También vamos en avión normal.
— A nivel deportivo, tu sobrino es el número uno. Pero, ¿cómo es Rafa Nadal cuando no juega?
— A nivel personal, es igual.
— ¿Qué te llama la atención de su carácter?
— Su bondad. Es muy bueno. Es la virtud que destacaría de él.
— Siempre se dice que detrás de un hombre hay una gran mujer, pero, con tu sobrino, también unos grandes padres. ¿Qué destacas de los de Rafa?
— La educación que le han dado. Es el reflejo como es Rafa.
— ¿Y de Mery, que es la gran desconocida?
— De ella prefiero no hablar.
— Pero tu relación con ella es buena, ¿no?
— Buenísima. La relación entre todos es muy buena. Vivimos todos juntos en la misma finca. Bueno, es una finca familiar y estamos cada uno en su casa, pero somos vecinos.
— ¿Cómo son las reuniones familiares?
— Como la de cualquier familia normal que tiene muy buena relación. Nos vemos y cada uno en su casa.
— Bueno, como todas las familias, no. No todas las personas querrían tener de vecino a un cuñado o a los suegros.
— También es verdad (ríe). Pero yo llevo muchos años y lo llevo muy bien. Todos nos hemos portado muy bien, los unos con los otros. Ha sido muy fácil, la verdad. No hemos tenido problemas.
— Entonces, ¿hacéis reuniones semanales?
— No, pero quedamos de vez en cuando.
— La pregunta del millón: ¿Cuándo se animarán Rafa y Mery a tener un niño?
— ¡Ni idea! Eso no te lo puedo decir.
— Pero, ¿lo ves cercano?
— Cuando ellos quieran y decidan. Esto es un tema tan personal… Cuando yo quería tener un hijo, no me gustaba que me lo preguntasen. Por eso, no pregunto jamás a nadie.
— También tenías vientipocos años cuando fuiste madre…
–Echa una carcajada–.
— Es verdad que tu sobrino sigue estando en lo más alto, pero la carrera de un tenista tiene fecha de caducidad.
— Todo se acaba. Pero, de momento, está luchando.