Nina Flohr, princesa de Grecia y Dinamarca por matrimonio, acaba de conseguir un nuevo título. Desde hace unos días, la mujer de Philippos de Grecia, primo de Felipe VI, también es oficialmente “heredera de la mayor flota de jets privados del mundo”. Vista Jet, la empresa de su padre, el magnate suizo Thomas Flohr, acaba de adquirir Jet Edge, una de las operadoras de vuelos chárter más importantes de Estados Unidos. Con esta compra, los Flohr suman un centenar de nuevas aeronaves a su imperio y se convierten en la mayor compañía del sector: más de 350 aviones que transportan a los ricos y famosos por todo el mundo sin tener que hacer largas colas de facturación y sin necesidad de compartir cabina con extraños.
Ahora, la empresa de los Flohr no tiene rival. Nina, bautizada como ‘la realeza de la nueva era de la aviación’, ha tenido un papel importante en el éxito del negocio familiar. La princesa, de treinta y cinco años, ha trabajado durante una década como directora creativa de Vista Jet, encargándose de perfeccionar el arte de volar en los aviones de su padre. Colaboró con la firma de lujo Moncler en el diseño de los uniformes de la tripulación de cabina, y cerró un acuerdo con Nobu, la famosa cadena de restaurantes de sushi fundada por Nobu Matsuhisa y Robert De Niro, para crear el menú más lujoso del cielo.
Volar en un avión de los Flohr es garantía de exclusividad: todos sus jets cuentan con sillones de cuero, camas confortables y hasta degustación de vinos. La compañía cuida todos los detalles a bordo e incluso se encarga de ofrecer un viaje placentero a los animales de compañía, con juguetes y comida. Para limitar el cansancio vinculado a la diferencia horaria, la presión de las cabinas es menos fuerte que en un vuelo comercial normal. Así, el viajero “puede dormir como en su casa de Saint-Moritz”.
El boom de los jets
El negocio de jets privados de los Flohr está en plena expansión desde el estallido de la pandemia. La aviación privada ha vivido un aumento increíble de la demanda en los últimos dos años. El miedo al coronavirus y la cancelación de muchos vuelos regulares durante la crisis sanitaria del Covid-19 ha hecho que la necesidad de aviones privados se dispare. Según Eurocontrol, el organismo de vigilancia del tráfico, los vuelos de este tipo se duplicaron con respecto a 2019 y representaron el 12% del transporte aéreo en 2021.
El millonario suizo Thomas Flohr, padre de Nina, fundó Vista Jet en 2004. Casi dos décadas después, es el rey de los jets privados. El magnate acaba de anunciar la compra de la firma alemana Air Hamburg con el fin de aumentar en un 30% las horas de vuelo de sus aviones. Además, Vista Jet ya cuenta con el Rolls Royce de los jets: el birreactor Global 7500 del constructor alemán Bombardier, que cuesta 72 millones de dólares. Los Flohr tienen diez aeronaves de este tipo y prevén duplicar esa cifra a finales de este año.
Nina lleva unos años alejada del negocio familiar, ya que ahora está centrada en el desarrollo de Kisawa Sanctuary, su propio resort eco-sostenible en la isla de Benguerra, en Mozambique. En noviembre, la princesa inauguró veintidós bungalows, repartidos por 300 hectáreas frente al mar. El hotel no solo ofrece máximo lujo al visitante -mayordomo y chef privados-, sino también máximo cuidado del medio ambiente -política de ‘cero residuos’-.
La princesa de Grecia también ha fundado el Centro Bazaruto de Estudios Científicos, el primer observatorio oceanográfico permanente de África, que monitorea los ecosistemas y el cambio climático en todo el Océano Índico Occidental. Para la heredera, se trata de ‘un proyecto simbiótico’ mediante el cual la hostelería con fines de lucro contribuye directamente a la investigación y las ciencias marinas.
Aunque ya no trabaja directamente en la empresa de aviación de su padre, Nina ha dejado su huella en ella. Un avión privado es diez veces más contaminante que un vuelo comercial y Vista Jet se ha fijado una meta ambiciosa: llegar a la neutralidad de carbono de aquí a 2025.