Vive a caballo entre Nueva York y España, sobre todo en estos últimos meses en los que ha estado ultimando los preparativos junto a su hija. Su boda con Philippe Junot fue uno de los acontecimientos de la vida social de los 80 y portada de ¡HOLA!, una historia que treinta y cinco años después se ha vuelto a repetir. Nació y se crio en un castillo a orillas de un lago de cuento, su juventud transitó entre Copenhague, Londres, París, Nueva York o Madrid, siempre haciendo escala en la noche marbellí o en las pistas de las mejores estaciones invernales suizas como St Moritz y Gstaad; sus tres hijos han estudiado en las escuelas más elitistas del mundo y entre sus amistades se encuentran aristócratas, herederos y artistas. Nina Wendelboe-Larsen se convirtió, el pasado 2 de abril, en la invitada perfecta y elegante con su look de Alicia Rueda, en la boda de su hija menor, Isabelle Junot, con Álvaro Falcó, en el palacio del Marqués de Mirabel, en Plasencia. “Estoy muy emocionada”, nos dice, mientras recuerda cómo junto a su ex construyeron una cosmopolita y unida modern family que tanto hablan entre ellos en español, como en inglés, danés o francés. Una divertida torre de Babel en la que todos se entienden y se comprenden.
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- Vives en Nueva York e Isabelle en España y estuvisteis bastante tiempo sin poder veros físicamente por la pandemia.
- Fue horrible, sin mis niños -ríe-. Y además me he roto el tobillo. Durante la tormenta de nieve me caí delante de la casa cuando sacaba al perro a pasear, no fue él quien me tiró, me escurrí y me lo rompí. Adoro Nueva York, pero ha sido muy difícil todo el aislamiento sin mis hijos. Soy soltera, vivo con mi perro, tengo a mis amigos, y muy bien, pero ha sido muy duro estar sin la familia.
- Finalmente pudiste venir a España semanas antes de la boda, ¿cómo ayudaste a Isabelle con los preparativos?
- ¡Espero haber podido ayudarla bien! La primera vez que fue a probarse el vestido de novia yo no estuve, me hizo una videollamada y me puse a llorar. Y dije: “Nunca más, quiero estar”. Así que estuve varias veces en las pruebas, hemos hecho juntas mi vestido y también hemos estado viendo los de Victoria. Ha sido toda una preparación que hemos disfrutado mucho. Es una gran emoción para una mamá ver a su hija casarse.
“Soy muy abuela, muy niñera. Me gustaría ocuparme de la familia, de todos”
- Y es tu hija pequeña…
- Sí, es mi bebé -ríe-. Aunque todos tiene edades muy cercanas. Tengo confianza al cien por cien en que mis hijos saben elegir. ¡Mejor que yo! -dice riendo-.
- La tarta nupcial era un Kranse Kage, una tarta típicamente danesa, en tu honor.
- Sí, me ha encantado. Intenté que bailaran un vals danés… pero no hubo manera -ríe-. Es que Isabelle es muy poco danesa, aunque habla danés. Le he preguntado si va a hablar en danés a sus hijos y me ha dicho: “no, lo haces tú” -ríe-. Y así han aprendido mis hijos, con mi madre.
- ¿Te gustaría ser abuela?
- Mucho, pero cuando puedan, hay tiempo -ríe-. Soy muy abuela, muy niñera. Me gustaría ocuparme de la familia, de todos.
- Philippe y tú os lleváis muy bien, siempre habéis sido una familia.
- ¡No recuerdo estar casada con él, hace tantos años! - ríe bromeando-. Él es una persona positiva y yo también, y hemos construido una familia moderna por el interés de nuestros hijos. Yo prefiero sentarme en la mesa con un exmarido y que los niños pudieran compartir tiempo con él y dejárselos por ejemplo en vacaciones… Él esquía muy bien, llevarlos al mar… es muy cómodo estar con él.
- ¿Cómo suegra, qué te parece Álvaro?
- ¡Yo encantada por Isabelle, pero no sabía que me iba a encantar también a mí! No tengo dudas de que es el hombre para mi hija y ella para él. Es una persona muy amable y familiar y hemos pasado mucho tiempo juntos, no solo el domingo por la tarde una hora y media de visita. Estoy muy feliz.