Ekaterina Malysheva, la diseñadora con quien Ernesto Jr. contrajo matrimonio en 2017, nunca contó con el respaldo deljefe de la Casa Guelfa. Es la nuera “odiada” del príncipe Ernesto de Hannover. Se lleva muy bien con el resto de la familia: los Hannover, los Grimaldi, los Casiraghi y tiene una relación muy estrecha con su suegra, Chantal Hochuli, pero nunca ha podido acercar posiciones con el padre de su marido. Según diferentes informaciones, éste dudó de sus intenciones y no la considera digna de llevar el título ni de defender el legado. Por eso, nunca le ha otorgado el favor de suegro.Ekaterina y la guerra La guerra entre padre e hijo (dos príncipes Ernesto) estalló definitivamente cuando el príncipe heredero tomó la decisión de casarse con Katya (su apodo). Los enfados y las discrepancias se habían mantenido en el entorno de familia esperando quizá un acercamiento, pero éste no sólo no se produjo, sino que Ernesto concedió una entrevista a la revista alemana Handelsblatt –algo excepcional- para decir que estaba en contra del matrimonio, que temía por el futuro de la fortuna familiar – ante una hipotética separación de la pareja los bienes de los Hannover se troceen- y que había dado un ultimátum a su hijo para que le devolviera todos los “regalos” recibidos desde 2004, incluido el castillo de Marienburg y otras propiedades repartidas en Alemania y Austria.Ekaterina nació en Apatity, Rusia, en julio de 1983, y creció en Praga. Su madre Svetlana es actriz de teatro y su padre, Igor, un magnate en la industria del petróleo y el gas. Estudió diseño en London College of Fashion, se formó con Elie Saab, y, en el año 2013, creó EKAT Suits. Una firma de ropa famosa por sus mallas de cuerpo entero -incluyendo trajes para esquí-, bodies y bañadores con estampado glam y pop en colores vibrantes. Antes, también trabajó como modelo al igual que su cuñada, Sassa de Osma, y Beatrice Borromeo, la nuera de la princesa Carolina, con la que comparte además interés por los documentales comprometidos. Uno de ellos “The Square” –fue la coordinadora de producción- estuvo nominado a un Oscar y ganó tres premios Emmy.Ekaterina conoció al que hoy es su marido, en 2011, en una fiesta en Londres y, seis años después, se prometieron. Cambió la fe ortodoxa rusa por el protestantismo, celebró su despedida de soltera en España y como en los cuentos de hadas hubo un final feliz -se dieron el «sí, quiero» en Hannover- que celebraron en dos Castillos: el de Marienburg y el de Herrenhausen. No faltó nadie, sólo Ernesto padre. Pensaron que se le pasaría, pero se equivocaron. El jefe de la Casa Güelfa no sólo no aprobó la boda de su heredero, sino que, tras amenazar a su hijo con desheredarlo, emprendió en 2020 una batalla familiar no vista en una casa real desde hace mucho tiempo. Dos años después se libra la contienda ante los tribunales, aunque con una última sorpresa. Justo horas antes de que empezara la batalla legal que resolverá quién se quedará con la herencia de la Casa, la portavoz del Tribunal Regional de Hannover hizo saber que Ernesto de Hannover había retirado la demanda contra su hijo, aunque con un pero… En su lugar, será la empresa de cobro de deudas EAH BetriebsgmbH, de Salzburgo, la que se ocupará de las cuestiones legales. Vender sus derechos sobre la demanda a esta compañía implica que no tendrá que asumir los costes del proceso judicial -estimados en unos 600.000 euros-; pero también que tiene que prepararse para renunciar a una parte de los cinco millones que reclamaba a su heredero, o bien del patrimonio, en el caso de que ganen la batalla contra su hijo. Ekaterina y su marido, el príncipe heredero de Hannover, Duque de Brunswick-Lüneburg y Príncipe de Gran Bretaña e Irlanda, mantienen un perfil social bajo y llevan una vida tan principesca como discreta. Viven en el palacio de Herrenhausen, que mandó construir George I en 1721 - un Versalles de la Baja Sajonia- y tienen tres hijos. Elisabeth (2018), Güelfo Augusto (2019) y Eleonora (2021).Con el segundo, llamado a ser jefe de la casa Güelfa, el matrimonio rompió con una tradición de cinco siglos. Decidieron no llamarle Ernesto, después de que de que su abuelo se negara a reconocerlo como futuro heredero. Ni siquiera el nacimiento de sus nietos ha sido motivo de acercamiento.
Ekaterina Malysheva, la diseñadora con quien Ernesto Jr. contrajo matrimonio en 2017, nunca contó con el respaldo del jefe de la Casa Güelfa. Es la nuera ‘odiada’ del príncipe Ernesto de Hannover. Se lleva muy bien con el resto de la familia: los Hannover, los Grimaldi, los Casiraghi y tiene una relación muy estrecha con su suegra, Chantal Hochuli, pero nunca ha podido acercar posiciones con el padre de su marido. Según diferentes informaciones, éste dudó de sus intenciones y no la considera digna de llevar el título ni de defender el legado. Por eso, nunca le ha otorgado el favor de suegro.
Ekaterina y la guerra
La guerra entre padre e hijo (dos príncipes Ernesto) estalló definitivamente cuando el príncipe heredero tomó la decisión de casarse con Katya (su apodo). Los enfados y las discrepancias se habían mantenido en el entorno de familia esperando quizá un acercamiento, pero éste no sólo no se produjo, sino que Ernesto concedió una entrevista a la revista alemana Handelsblatt –algo excepcional- para decir que estaba en contra del matrimonio, que temía por el futuro de la fortuna familiar – ante una hipotética separación de la pareja los bienes de los Hannover se troceen- y que había dado un ultimátum a su hijo para que le devolviera todos los ‘regalos’ recibidos desde 2004, incluido el castillo de Marienburg y otras propiedades repartidas en Alemania y Austria.
Ekaterina nació en Apatity, Rusia, en julio de 1983, y creció en Praga. Su madre Svetlana es actriz de teatro y su padre, Igor, un magnate en la industria del petróleo y el gas. Estudió diseño en London College of Fashion, se formó con Elie Saab, y, en el año 2013, creó EKAT Suits. Una firma de ropa famosa por sus mallas de cuerpo entero -incluyendo trajes para esquí-, bodies y bañadores con estampado glam y pop en colores vibrantes. Antes, también trabajó como modelo al igual que su cuñada, Sassa de Osma, y Beatrice Borromeo, la nuera de la princesa Carolina, con la que comparte además interés por los documentales comprometidos. Uno de ellos The Square –fue la coordinadora de producción- estuvo nominado a un Oscar y ganó tres premios Emmy.
Ekaterina conoció al que hoy es su marido, en 2011, en una fiesta en Londres y, seis años después, se prometieron. Cambió la fe ortodoxa rusa por el protestantismo, celebró su despedida de soltera en España y como en los cuentos de hadas hubo un final feliz -se dieron el ‘sí, quiero’ en Hannover- que celebraron en dos castillos: el de Marienburg y el de Herrenhausen. No faltó nadie, sólo Ernesto padre. Pensaron que se le pasaría, pero se equivocaron. El jefe de la Casa Güelfa no sólo no aprobó la boda de su heredero, sino que, tras amenazar a su hijo con desheredarlo, emprendió en 2020 una batalla familiar no vista en una casa real desde hace mucho tiempo.
Dos años después se libra la contienda ante los tribunales, aunque con una última sorpresa. Justo horas antes de que empezara la batalla legal que resolverá quién se quedará con la herencia de la Casa, la portavoz del Tribunal Regional de Hannover hizo saber que Ernesto de Hannover había retirado la demanda contra su hijo, aunque con un pero… En su lugar, será la empresa de cobro de deudas EAH BetriebsgmbH, de Salzburgo, la que se ocupará de las cuestiones legales. Vender sus derechos sobre la demanda a esta compañía implica que no tendrá que asumir los costes del proceso judicial -estimados en unos 600.000 euros-; pero también que tiene que prepararse para renunciar a una parte de los cinco millones que reclamaba a su heredero, o bien del patrimonio, en el caso de que ganen la batalla contra su hijo.
Ekaterina y su marido, el príncipe heredero de Hannover, Duque de Brunswick-Lüneburg y Príncipe de Gran Bretaña e Irlanda, mantienen un perfil social bajo y llevan una vida tan principesca como discreta. Viven en el palacio de Herrenhausen, que mandó construir George I en 1721 - un Versalles de la Baja Sajonia- y tienen tres hijos. Elisabeth (2018), Güelfo Augusto (2019) y Eleonora (2021). Con el segundo, llamado a ser jefe de la casa Güelfa, el matrimonio rompió con una tradición de cinco siglos. Decidieron no llamarle Ernesto, después de que de que su abuelo se negara a reconocerlo como futuro heredero. Ni siquiera el nacimiento de sus nietos ha sido motivo de acercamiento. Ekaterina tiene la ‘corona’, pero también es la Hannover repudiada. Su querida cuñada, Alessandra de Osma, ha tenido más suerte. El príncipe Ernesto está feliz con su otra muera y sus mellizos.