Sentía que tenía que hacer algo y siguiendo lo que le dictaba el corazón, Tomás Páramo recorría a principios de marzo los tres mil kilómetros que separan Madrid de la frontera de Polonia con Ucrania, cargado de material para los refugiados y sobre todo, lleno de esperanza para las personas que han tenido que dejar toda su vida atrás, huyendo del horror de la guerra . Allí descubría de primera mano la cruda realidad que vemos desde nuestras casas a través de las pantallas, la sinrazón de una guerra que ha roto las vidas de millones de personas de la noche a la mañana.
El influencer iba en una de las siete furgonetas del Convoy Esperanza (que ahora se llama Nadiya, esperanza en ucraniano) que después regresaron a España con varias familias ucranianas que aquí intentarán reconstruir sus vidas. Unas horas después de emprender este viaje que le cambiaría para siempre, nos poníamos en contacto con él y nos confesaba lo importante que era para él poder ofrecer a los refugiados una nueva oportunidad en medio del dolor.
A este viaje le ha seguido otro hasta Barcelona, para recoger a refugiados que llegaron en avión, y muchas horas recopilando ropa, mantas, material sanitario y todo lo que necesitan en la frontera. Toda ayuda es poca. A Tomás aún le cuesta hablar de la experiencia vivida sin que se le salten las lágrimas y asegura que su intención no es ser el protagonista de nada, sino conseguir que la gente no mire hacia otro lado ante este conflicto bélico que nunca pensamos que viviríamos en el siglo XXI en suelo europeo. Ha empezado a retomar su vida y compromisos profesionales y sociales, pero sin dejar de lado su colaboración con Nadiya, y durante su asistencia la semana pasada a los Premios Ídolo hemos podido hablar con él.
-Tomás, ¿cómo fue el viaje a Polonia?
-Muy duro. Es verdad que todavía estoy… De hecho, la semana pasada paré por completo mi vida y me dediqué a otra recogida que hicimos. Estoy tratando de aterrizar porque ahora siento como que estoy en otra realidad. Es cierto que esto es nuestra vida y nuestra vida sigue, pero cuando llegas allí y ves ese dolor, esos rostros del mayor dolor humano llevado a su máximo exponente, te parte por dentro.
A la ida íbamos con la adrenalina, allí llegas y no te puedes romper porque en tu rostro tienen que ver la esperanza, y bueno… Cuando te ves en un campo de refugiados y ves gente que es como tú, que de un día para otro lo ha perdido todo, familias rotas para siempre y gente con un futuro totalmente perdido, que no saben ni si su casa está en pie o sus familiares están vivos, te rompe el alma. Yo lo que más quiero conseguir con esto es que todo el mundo abra los ojos y que no miremos para otro lado. No hace falta irse allí, desde aquí podemos hacer mucho. Y, sobre todo, que abramos nuestros brazos de solidaridad de par en par porque no solo tenemos que reaccionar cuando las cosas nos pasan a nosotros en primera persona.
-¿Qué es lo más duro que viste allí?
-Pues no sabría decirte, pero creo que lo que tengo grabado en el alma -y perdón porque me cuesta hablar de esto- son las miradas de la gente. Miradas perdidas totalmente. Ver en un campo de refugiados entre casas de tela y hierro a niños que lo han perdido todo, que no tienen a su padre… Sobre todo veía a esos niños y veía a mis hijos y esas miradas, ese dolor, lo tengo grabado en el corazón.
-¿Qué te llevó a embarcarte en este viaje?
-Yo necesitaba irme allí por un lado, por el alcance que tenemos y la proyección mediática, que nos la hemos ganado a base de esfuerzo y hoy se está premiando este trabajo aquí. Pero, además, me sentía egoísta simplemente publicando iniciativas porque para mí era algo fácil y yo necesitaba remangarme y sentir ese agotamiento físico por ayudar a los que estaban sufriendo.
-¿Has llorado mucho?
-A la vuelta, mucho. De hecho llegué a mi casa y me derrumbé por completo. Todavía me cuesta dormir por las noches. Esta noche, por ejemplo, lo he pasado muy mal porque tengo pesadillas en las que aparece gente por todas partes y no sé cómo ayudarlos. Paso las noches con una ansiedad terrible, pero bueno, yo no tengo ningún problema. No quiero que la gente sienta lástima ni tampoco quiero con esto ser protagonista de nada. De hecho, agradezco mucho a todos los medios que han querido hacerse eco de esto y pido perdón por no haberles atendido como debía porque me sentía mal colgándome algún tipo de medalla.
“Cuando llegas allí y ves ese dolor, esos rostros del mayor dolor humano llevado a su máximo exponente, te parte por dentro”
-¿Cuando dijiste en casa ‘me voy’?
-Es que no lo dije. Eran las diez de la noche, estábamos preparando las cajas para para que las llevaran allí y justo llamaron diciendo que necesitaban a una persona porque se había caído alguien y dije: “Ese soy yo”. Y a las cinco de la mañana, salíamos a las seis, le escribí un mensaje a mis padres para decírselo.
-María, ¿qué te dijo?
-María estaba asustada, pero me dijo: “Sé que lo tienes que hacer porque si no, no te vas a quedar tranquilo contigo mismo”.
-Se preocuparía mucho por si te pasaba algo
-Yo sabía que no iba a pasar nada. De hecho, en ningún momento hemos pasado algún tipo de miedo. Es verdad que a lo mejor por la carretera te cruzas con un tanque y te llama la atención, pero no hay peligro. Lo duro simplemente es haber visto el campo de refugiados, la situación de la gente y el dolor de esas familias, pero verte en una situación bélica en algún momento, nunca.
-Supongo que vas a seguir ayudando
-Sí, de hecho esta semana me estoy “tratando de controlar” porque tengo que seguir también con mi vida.
-¿Barajas ir otra vez?
-Sí, sí, sí.. No veo el momento
-Nos ha sorprendido que Victoria de Marichalar también ha arrimado el hombro y os ha ayudado
-Creo que a nadie se le tiene que decir lo que tiene que hacer en esta situación porque te tiene que salir de dentro y está claro que ella no es indiferente a esta situación, le está afectando exactamente igual y lo está sufriendo. Todos tenemos que aportar nuestro granito de arena y ella es la primera que se ha querido involucrar en todo.
-Ha trabajado como una más
-Realmente, y eso se va descubriendo poco a poco, es una persona como cualquier otra. Lejos de su interés mediático, vive la vida como cualquier otro y yo creo que es normal que haya hecho lo que ha hecho.
“Me sentía egoísta simplemente publicando iniciativas porque para mí era algo fácil y yo necesitaba remangarme y sentir ese agotamiento físico por ayudar a los que estaban sufriendo”
-¿Cómo es la organización con la que colaboráis?
-Nosotros hemos ido con una organización que se creó en tres días, que se llamaba Convoy Esperanza. Luego le cambiamos el nombre por Nadiya, porque significa esperanza en ucraniano, y entonces nuestra misión era llevar material sanitario y traer a refugiados. En el primer convoy fuimos siete furgonetas, el segundo fuimos a recoger a los refugiados a Barcelona porque llegaron allí en un avión que lo ofreció el Huesca, el equipo de fútbol; y ayer llegó otro avión de refugiados. Luego, una vez que llegan aquí se organizan en familias.
-¿Tenéis pensado acoger a alguien?
-Sí. Ahora mismo está en mente, estamos apuntados. Lo que pasa es que en estas situaciones también hay que pensar un poco con la cabeza, sobre todo yo que soy muy impulsivo sentimentalmente. Con el corazón, las cosas se piensan muy rápido. Pero sí y vamos a seguir ayudando.
-El día 29 se estrena en Amazon Prime vuestro documental, ¿qué os ha parecido?
-Nos ha encantado. Es verdad que estamos muy felices. Hemos sido muy exigentes y refleja a la perfección lo que queríamos que se viese de nuestra vida. Nuestra parte humana, porque muchas veces en Instagram puedes demostrar cómo eres, pero solo hasta un punto; y todo nuestro trabajo, que queríamos ponerlo en valor y que la gente vea como es.
-¿Lo ha visto alguien más?
-Cómo cinco personas y les ha gustado mucho. María Pombo lo ha visto y dice que va a ser un éxito y Victoria de Marichalar se emocionó y cree que va a triunfar muchísimo.
-¿Qué es lo que más te ha llamado la atención al verte?
-Nos cuesta mucho vernos en la tele.
-¿Te ha llamado algo la atención al verte?
-Hay una parte que me emocionó y me cuesta mucho verla. Pero flipo con haber hecho el documental, no me lo puedo creer.
-¿Qué más planes tenéis ahora? ¿Ampliar la familia?
-Por supuesto. Pero todavía no, primero tenemos que conseguir que duerma la pequeña, pero hasta que no duerma en su cuna yo no me atrevo a tener más hijos, ¡que paso las noches sin dormir!