El vestido de novia que llevó la heredera colombiana María Claudia Echavarría en su boda con el príncipe Josef-Emanuel de Liechtenstein podría pasar a la historia de la moda nupcial. La nueva princesa de Liechtenstein escogió a su amigo de la infancia, el diseñador bogotano Esteban Cortázar, para la confección de su traje. El modisto y su musa crearon juntos uno de los vestidos más originales de los últimos años, un homenaje a la cultura de ese país sudamericano. “Está inspirado en Cartagena de Indias, y en María Claudia”, explicó Cortázar a ¡HOLA! “Buscaba algo que fuera opulento y glamouroso, pero al mismo tiempo sencillo y ligero”. El diseñador de moda superó todas las expectativas.
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El traje que lució María Claudia el viernes pasado en Cartagena, a orillas del Mar Caribe, fue elaborado con telas de principios del siglo XX: exquisitas cortinas y manteles bordados que la novia y el diseñador encontraron en varios mercados de pulgas de París. Las telas tenían bordados ángeles. La parte superior llevaba unas mangas tipo alas de mariposa o de hada, con el mismo estilo del bordado, y la parte de atrás era un corsé. Para la fiesta, la novia se cambió la falda y llevó una más sencilla.
Cortázar necesitó más de 400 horas de trabajo y tres petites-mains, que es como llaman los diseñadores a las famosas costureras de París. El traje se confeccionó en un taller de alta costura de la capital francesa, y la nueva princesa de Liechtenstein participó activamente en el proceso creativo. María Claudia es una experta en moda y trabaja desde hace años en Londres como consultora y asesora para marcas y diseñadores latinoamericanos que buscan expandirse en el mundo. Su madre, ‘Chiqui’ Echavarría, es la propietaria de Casa Chiqui, la boutique de moda e interiorismo más famosa de Cartagena de Indias.
La novia completó su estilismo con unos zapatos creados por Edgardo Osorio, diseñador de Aquazurra, que también es colombiano y gran amigo suyo. Osorio utilizó la misma tela del vestido para los zapatos de la iglesia. Para la fiesta, María Claudia llevó un calzado más casual también hecho por él.
Pese a tratarse de una boda real, la princesa casi no llevó joyas. Lució unos antiguos pendientes de su abuela y un abanico-joya creado por su prima y dama de honor, la diseñadora colombiana Lucía Echavarría. Se trataba de una pieza artesanal hecho en Mómpox, un pueblo cerca de Cartagena, elaborado en filigrana y bañado en oro. El diseño del accesorio replicaba las diferentes capas y transparencias del vestido de la novia. El bolso, hecho con la misma tela del traje, tenía unos dijes dorados con baño de oro.
“Para mí era muy importante aprovechar esta oportunidad para trabajar con amigos o diseñadores latinoamericanos”, explicó la princesa a ¡HOLA!. Al día siguiente de la ceremonia y la fiesta, María Claudia y Josef-Emanuel ofrecieron a los invitados de la realeza y la jet-set otro día memorable en la península de Barú, un sitio famoso por sus playas blancas y agua turquesa. La novia llevó un original vestido corto de redes diseñado por ella misma con la ayuda de Diego Guarnizo y Casa Chiqui, la marca de su madre. Debajo lució un bikini de la firma colombiana Juan de Dios.
La boda de María Claudia y Josef-Emanuel une a dos grandes dinastías de dos países muy diferentes y lejanos. La nueva princesa desciende de un clan de españoles que llegó a Colombia en el siglo XVII y que hizo fortuna en la agricultura, la minería y, finalmente, la construcción. María Claudia es la tercera iberoamericana que entronca con los Liechtenstein y Luxemburgo. La princesa Ángela, casada con Maximiliano de Liechtenstein, es panameña, y la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo es cubana. El príncipe es sobrino de dos monarcas europeos, los príncipes Juan Adán II de Liechtenstein y Enrique de Luxemburgo, y también está emparentado con la familia real belga.