Dos grandes dinastías se unieron el viernes pasado en la paradisíaca Cartagena de Indias, en Colombia. Josef-Emanuel von und zu Liechtenstein y María Claudia Echavarría se dieron el ‘sí, quiero’ en la iglesia de San Pedro Claver, en el casco histórico de la ciudad caribeña fundada por el conquistador español Pedro de Heredia. La ceremonia se celebró en el altar mayor, donde yacen los restos del también español Pedro Claver, el jesuita que entregó su vida a aliviar el sufrimiento de los esclavos en el siglo XVII.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Cartagena de Indias es un sitio idílico para casarse, con sus plazas, calles de adoquines y coloridos edificios coloniales. Además, es el ‘reino’ particular de los Echavarría. La familia de la nueva princesa de Liechtenstein posee una de las casas más bonitas de la ciudad, a metros del hogar de Gabriel García Márquez. El autor de El amor en los tiempos del cólera solía visitar a los Echavarría en su propiedad, un caserón plagado de rincones de ensueño y terrazas con vistas a un patio interior embriagadoramente exuberante.
La unión de dos dinastías
El novio, de treinta y dos años y arquitecto de profesión, es hijo de Nicolás de Liechtenstein y de Margarita de Luxemburgo y, por lo tanto, es sobrino de dos monarcas europeos: los príncipes Juan Adán II de Liechtenstein y Enrique de Luxemburgo. También está emparentado con la Familia Real belga. Su abuela materna era Josefina Carlota de Bélgica, hermana de los Reyes Balduino y Alberto, y gran duquesa consorte de Luxemburgo.
La novia, consultora de marcas de moda iberoamericanas en Londres, es hija del fallecido magnate colombiano Felipe Francisco Echavarría Rocha, y de Evelia de Echavarría Suárez, conocida como Chiqui, una figura prominente en la vida social y artística de Cartagena. La familia de María Claudia desciende de un clan de españoles que llegó a Colombia en el siglo XVII. Allí hicieron fortuna, primero en la agricultura, luego en la minería y, finalmente, en la construcción.
La familia de la novia es de origen español y llegó a Colombia en el siglo XVII, donde hizo fortuna. El novio es sobrino de dos monarcas, los príncipes Juan Adán II de Liechtenstein y Enrique de Luxemburgo
La boda del príncipe y la heredera, a la que sus amigos y familiares llaman Cloclo, reunió a la realeza y la jet set internacional en la Ciudad Vieja amurallada, a orillas del Mar Caribe. La novia también está muy ligada al Gotha europeo. Una de sus tías, María Eugenia Garcés de Campagna, fue relacionada en su juventud con Carlos de Inglaterra. Su primo, Sebastián Echavarría, es un banquero cuya abuela fue la condesa Consuelo Crespi, una de las mujeres más elegantes del mundo y descubridora de diseñadores como Valentino.
Cumbre real
El príncipe Josef-Emanuel estuvo arropado por sus padres y sus hermanas, las princesas Anunciata y Astrid, que se casaron el año pasado. Ambas asistieron con sus maridos. El príncipe Juan Adán de Liechtenstein, tío paterno del novio, no asistió. Pero sí lo hizo su hijo mayor, Luis, príncipe heredero y regente de ese pequeño país, y su hermana, la princesa Nora, viuda del aristócrata español Vicente Sartorius, marqués de Mariño.
Al estar emparentado con la Familia Real belga, el novio también invitó a la princesa Laura de Bélgica, hija de la princesa Astrid y del archiduque Lorenzo de Austria-Este. La sobrina de los Reyes de los Belgas asistió con su prometido, William Ivys, y con sus hermanos, los príncipes Joaquín y Luisa.
María Claudia llevó un vestido de Esteban Cortázar realizado con antiguos bordados que compró en un mercado de pulgas de París
El gran duque Enrique de Luxemburgo, tío materno del novio, acudió con tres de sus cinco hijos: el príncipe Félix, acompañado por su mujer, Claire; la princesa Alejandra, y el príncipe Sebastián. Y entre los representantes de la realeza y la nobleza europeas también figuraban el príncipe Antonius von Fürstenberg, exmarido de Matilde Borromeo; los príncipes Juan Cristóbal y Olympia Bonaparte, descendientes del emperador francés, y la princesa Mafalda de Hesse y el heredero alemán Rolf Sachs, hijo del magnate Gunter Sachs.
También hubo una delegación de aristócratas españoles, encabezada por Teresa Sartorius, hija de la princesa Nora y hermana de Isabel Sartorius; Cósima Ramírez, hija del periodista Pedro J. Ramírez y de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada, y las hermanas Sol y Luna de Medina y Orleans-Braganza. Entre las personalidades de la sociedad colombiana figuraban Lina Botero, hija del genial escultor Fernando Botero, y varios miembros de familias como Santo Domingo, Uribe y Pastrana.
Homenaje a Colombia
Fue un día emotivo, especialmente para la novia, que no pudo caminar hasta el altar del brazo de su padre. Felipe Francisco Echavarría falleció en 2002, a los cincuenta y dos años. No obstante, María Claudia deslumbró en el día de su boda. Entró junto a su hermano, Felipe, que se casó en la misma iglesia en 2014. Detrás de ella, sus tres damas de honor, sus primas: Gabriella Campagna, Lucía Echavarría y Adriana Aparicio. La novia rindió homenaje al diseño colombiano con un vestido de su amigo, el diseñador bogotano Esteban Cortázar. El traje estaba elaborado con telas de principios del siglo pasado: cortinas y manteles bordados comprados en los mercados de pulgas de París. Fue confeccionado en un taller de alta costura de la capital francesa y requirió más de cuatrocientas horas de trabajo. La parte superior llevaba unas mangas tipo alas de mariposa o de hada, con el mismo estilo de bordado, y la parte de atrás era un corsé.
La ceremonia se celebró en la iglesia de San Pedro Claver, en el casco histórico de la ciudad, donde yacen los restos del jesuita español que da nombre al templo
La princesa completó su estilismo con zapatos de su amigo, el diseñador colombiano Edgardo Osorio. También llevó unos pendientes que pertenecieron a su abuela y un abanico-joya creado por su prima Lucía Echavarría, con la ayuda de artesanos del pequeño y pintoresco pueblo de Santa Cruz de Mompóx, muy cerca de Cartagena.
“Nunca tuve la menor duda de que Esteban sería quien diseñara mi vestido”, reconoció María Claudia a ¡HOLA! “Nuestra cercanía y nuestro amor mutuo por Cartagena hizo que fuese un proceso muy especial, muy íntimo”. “Clo y yo somos amigos desde que éramos unos niños. Siempre soñamos con este momento. Esto no fue un vestido más, ni un trabajo más. Es algo que hice con todo el amor”, explicó el propio Cortázar a ¡HOLA! “Buscaba algo que fuera opulento y glamuroso, pero al mismo tiempo sencillo y ligero”.
La madre de la novia, Chiqui, que llevó un vestido del diseñador Alexander McQueen, es dueña de la tienda de moda y decoración Casa Chiqui de Cartagena. “Este es el matrimonio de mi única hija mujer. Es mi hermosa princesa. Lo más lindo es que se casa realmente enamorada. Es muy lindo ver ese amor entre ellos dos”, reveló Chiqui a ¡HOLA!
Música hasta el amanecer
Tras la ceremonia, los novios ofrecieron una cena y un baile en la casa familiar de los Echavarría, dentro del centro amurallado de Cartagena. Los vecinos de la ciudad salieron a saludar a los recién casados y bailaron al compás de la salsa y otros ritmos locales. “Quería hacer la fiesta en mi casa porque nosotros siempre hemos sido muy familiares y quería que este evento fuera así”, explicó la madre de la novia a ¡HOLA! “Me siento muy emocionada por el momento que está viviendo mi hija. La familia del novio es muy especial y quieren mucho a Cloclo”, añadió.
Entre las invitadas españolas se encontraban Teresa Sartorius, Naty Abascal, Cósima Ramírez y las hermanas Sol y Luna de Medina
María Claudia cambió la falda de su vestido por una más sencilla. Durante la velada, los invitados degustaron la cocina típica de Colombia con un menú elaborado por el chef Juan Felipe, del restaurante Don Juan. La tarta nupcial, de coco y mamey, fue hecha por Mila, la pastelera más famosa de Cartagena. Durante el baile, a ritmo de música latina, se sirvieron pizzas de Juan del Mar, otro conocido local de la zona. La realeza y la alta sociedad bailaron hasta el amanecer.
Al día siguiente, los novios dieron otra fiesta en la península de Barú, a 45 minutos en lancha de Cartagena, famosa por sus playas blancas y su agua turquesa.
El novio reunió en Cartagena a todos sus primos, las nuevas generaciones de las Familias Reales de Liech-tenstein, Luxemburgo y Bélgica
“Para mí ha sido muy importante mostrarles a nuestros invitados Colombia a través de nuestros ojos… Por eso decidimos hacer la cena en la casa de mi mamá”, dijo la novia a ¡HOLA!
La boda de María Claudia y su príncipe azul en la Ciudad Vieja podría haber sido una de esas fábulas de realismo mágico escritas por García Márquez: una mezcla de fantasía y realidad.