Nuria Roca se partió en dos al escuchar la historia de Elena Panasyuk, una mujer ucraniana residente en España que ha viajado a Polonia de la mano de la Fundación Madrina para, junto con 30 voluntarios, recoger a 250 refugiados, madres y niños. La presentadora no pudo contener las lágrimas mientras conversaba con Panasyuk y confesó, muy emocionada, que se conocían personalmente. Al despedirse de ella, Nuria le deseó mucha suerte y Elena, también al borde de llanto, respondió: "Muchas gracias, cariño". Tras la conexión, la comunicadora valenciana explicó a los espectadores, con más calma, el motivo de su emoción. "Esto es lo que sucede cuando conoces de primera mano los testimonios", dijo. En ese momento intervino Juan del Val para que su mujer pudiera reponerse. "Cuando existe un vínculo emocional y tú conoces a esta mujer. Antes de comenzar este conflicto ya hablabas de ella y te emocionabas con su vida, la conoces", añadió.
Nuria tomó la palabra de nuevo, ya más tranquila, para relatar el horror que ha vivido Elena Panasyuk y toda su familia. "A mi me ha contado muchas veces su historia, su padre era técnico nuclear en Chernóbil cuando sucedió la catástrofe. Ella y su hermana fueron niñas evacuadas", explicó. Según dijo, "están acostumbrados a vivir la tragedia y se reponen". "Me fascina la fuerza que tiene", destacó.
Panasyuk se fue el pasado viernes a Varsovia, Polonia, para ayudar a los refugiados. El camino hasta llegar no fue nada fácil. Tardaron 40 horas, pero la ilusión que sentían era más fuerte que los obstáculos. "Ya descansaré cuando vuelva a España", aseguró a Nuria Roca. Sin embargo, su relato no se quedó ahí. Panasyuk también contó que llevaba varios días sin saber nada de su padre, de 80 años. El hombre vive en Irpin (Ucrania) y no tiene intención de moverse de allí. "Él ha decidido quedarse. Me ha dicho: 'Yo he nacido en 1942, en la guerra, y voy a morir con la guerra'. Así que no quiso moverse". Lo último que supo de su progenitor es que estaba bien. "Vive en una chalé, con su pozo de agua, tiene su punto de electricidad propio y alimentos para resistir dos meses más o menos", declaró Panasyuk con esperanza.
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El camino de vuelta a España también será complicado, pero Panasyuk cree que será mucho más emotivo, ya que lo harán con "250 esperanzas" a bordo del convoy. De momento, este viaje no ha abierto viejas heridas a Panasyuk, como la que vivió de pequeña tras la catástrofe de Chernóbil. "Ahora no pienso en nada. Simplemente voy paso a paso. Hago lo que tengo que hacer y luego ya reflexionaré", finalizó con gran entereza.