Entre el cielo y el mar, dos mundos muy distintos en una misma y sorprendente imagen
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Lo que perciben nuestros ojos en la superficie muchas veces no tiene nada que ver con el mundo que se esconde bajo las aguas y, si miramos los dos a la vez, el resultado es mágico. Eso es lo que ha hecho el fotógrafo David Doubilet, que ha capturado fascinantes imágenes por todo el planeta, desde la Gran Barrera de Coral hasta la gélida Antártida, para mostrarnos los contrastes de estos mundos tan diferentes.
En la imagen principal, una medusa melena de león en medio de un parque nacional de Canadá; al lado, los coloridos corales de Papúa Nueva Guinea; sobre estas líneas, una colonia de pingüinos jugando en una isla del Ártico, y un gran iceberg, en la Isla Devon, en Canadá. Abajo, dos temidas especies marinas campando a sus anchas: unos tiburones en la Polinesia Francesa y mantarrayas en Gran Caimán.
Sale a la luz una maravilla desconocida de la Antártida: una colonia con millones de nidos de peces de hielo
Un grupo de exploradores, a bordo del buque oceanográfico Polarstern , del instituto alemán Alfred Wegener, ha descubierto algo impactante bajo la plataforma de hielo de Filchner, en el sur del mar de Weddell: un área de 240 kilómetros cuadrados (como el tamaño de la isla de Malta) literalmente cubierta por nidos de draco o peces de hielo. Dichos nidos, que miden unos setenta y cinco centímetros de diámetro y son construidos con piedras, se encuentran a 400 metros de profundidad y calculan que habrá alrededor de sesenta millones.
¡Bebé a bordo! La clase de natación de una pequeña cría de hipopótamo en Kenia
Los hipopótamos nacen en el agua y aprenden a nadar enseguida, sin embargo, al principio, necesitan un poco de ayuda, porque se cansan muy rápido, como se ve en estas imágenes, en las que una cría va a lomos de su madre en una de sus primeras clases de natación en el Parque Nacional Tsavo West, en Kenia. A pesar de su apariencia, con las patas muy cortas y muy pesados, estos animales, cuando crecen, se convierten en ágiles nadadores y también en unos buenos corredores fuera del agua, llegando a alcanzar hasta treinta kilómetros por hora.