Es un nuevo comienzo para Iñaki Urdangarin. Ha decidido “mirar hacia delante” y quiere “construir un nuevo futuro” tras conseguir la libertad condicional, tal y como él mismo confesó al periodista Juanma Castaño en la Cadena COPE. Ya no tiene que rendir cuentas de sus movimientos, es un hombre libre , y lo celebró este fin de semana junto a su hijo Pablo en Barcelona, la ciudad donde vivió sus años más felices en familia, con la infanta Cristina.
La Ciudad Condal forma parte de su pasado, pero también de su presente. Allí reside el segundo de sus cuatro hijos, que sigue sus pasos en el mundo del balonmano e incluso forma parte del mismo equipo, el Barça, con el que llegó a lo más alto (entre 1986 y el 2000 ganó seis Copas de Europa y diez Ligas como azulgrana) y en el que, como él mismo confirmó, va a realizar unas prácticas no remuneradas para poder acabar su formación como coach.
El Palau Blaugrana es su segunda casa (todavía guarda su camiseta con el dorsal número 7), y tras asistir al acto organizado por el club para conmemorar el 50º aniversario del primer partido del Barça de balonmano, Iñaki y Pablo regresaron a otro lugar lleno de recuerdos: el barrio de Pedralbes .
Padre e hijo disfrutaron de una comida en un exclusivo restaurante próximo al moderno ‘palacete de Pedralbes’, el que fue su hogar durante más de seis años, hasta que se mudaron al otro lado del Atlántico, a Washington D.C. en 2009. Pablo y sus hermanos crecieron en esta zona residencial de Barcelona (conocida por sus zonas verdes y su ambiente familiar) e incluso estudiaron en uno de sus prestigiosos colegios, el Liceo Francés.
En 2015, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin cerraron la venta de la vivienda, y desde entonces, tanto el exterior como el interior del espacio han sido reformados en varias ocasiones.
Barcelona, la ciudad del encuentro secreto
Tal y como informó ¡HOLA! en exclusiva, Barcelona también fue la ciudad del encuentro secreto entre la Infanta e Iñaki para meditar sobre el futuro de su matrimonio el pasado 12 de febrero.
Tres semanas después de encontrarse en Ginebra, doña Cristina e Urdangarin volvieron al lugar donde habían formado una familia, y unos meses antes, paseaban de la mano.
La Infanta se quedó en un hotel de Pedralbes donde primero, sin testigos, se encontró con su hijo Pablo, al que no había podido ver en medio de la tormenta mediática. Después, juntos, marcaron el arranque de los nuevos días, acudiendo al pabellón blaugrana para disfrutar de partido de balonmano Barça-Bidasoa en la Liga Asobal (y del que el primero se proclamó vencedor).
No hacía falta hablar. Las miradas entre madre e hijo lo dijeron todo: es una nueva etapa para todos.