La larga lucha de Britney Spears por recuperar su libertad dejando atrás la tutela paterna ha servido de inspiración y de ejemplo. No es ella la única artista que se ha visto superada en un momento de su vida por la presión y la fama, obligando a la familia a tomar la difícil decisión de limitar sus movimientos. Es precisamente esto lo que le ha ocurrido también a la actriz Amanda Bynes, cuya historia es casi una copia de la de la cantante de Ups! I did it again. A punto de cumplir 35 años, la intérprete conocida por títulos como Hairspray o Ella es el chico ha recurrido a la justicia para poner fin a la tutela que sus padres ejercen sobre sus asuntos, sobre todo económicos, desde 2013. Nueve años en los que sus decisiones han estado controladas por sus progenitores, que ahora están de acuerdo con su hija en que ha llegado el momento de dejarla volar.
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Lynn y Rick Bynes tenían el control de los asuntos de Amanda, pero, al contrario que en el caso de Britney Spears, consideran que ya está preparada para asumir responsabilidades. “Sus padres están felices, encantados de recibir esta buena noticia. Los profesionales dicen que está lista para tomar sus propias decisiones. Apoyan al cien por cien la petición de Amanda de poner fin a su tutela y están muy orgullosos de ella y del duro trabajo que ha hecho para llegar hasta aquí” apuntó su abogada Tamar Arminak. El letrado de la intérprete, David A. Esquibias, aseguró por su parte que ella está también ansiosa por poner fin a su tutela. Pero ¿cómo llegó Amanda a esta situación?
Su carrera despegó cuando era apenas una niña en el canal Nickelodeon, que competía con Disney en captar potenciales talentos infantiles para sus programas. Su serie Todo eso y más estuvo en antena durante seis años (1996 a 2002), aunque ella se marchó antes para protagonizar un spin off con nombre propio, The Amanda Show (entre 1999 y 2002). Aunque su talento se materializó en diversos proyectos cinematográficos como Hairspray, Love Wrecked, Robots o Easy A, llegó un momento en su trayectoria en el que sus adicciones y polémicas opacaron sus éxitos.
A partir de 2010 su nombre se relacionó en varias ocasiones con el exceso: fue detenida por posesión de sustancias ilegales, estuvo implicada en un accidente de coche y en la provocación de un incendio, comenzó a tener problemas en sus rodajes por la adicción a diversas sustancias… La factura que le pasaron estas actuaciones no fue solo personal sino profesional pues Hollywood comenzó a cuestionarse su contratación. El comportamiento errático en su vida se trasladó además al plano virtual y sus perfiles se convirtieron en espejo de comentarios muy criticados, por ejemplo anunció que dejaba la interpretación cuando estaba bajo la influencia de las drogas e incluso le pidió el presidente Obama que sancionara a las autoridades que la habían detenido.
En 2013 tocó fondo y fue ingresada en una clínica de desintoxicación donde recuperó el rumbo. Cinco años más tarde (en 2018) recordó el lado oscuro de su fama, asegurando que hacía cuatro años que había abandonado las sustancias y agradeciendo a sus padres su ayuda. “No tenía ningún propósito en la vida. Había trabajado todo el tiempo y ahora no estaba haciendo nada. Tenía todo el tiempo del mundo disponible” dijo entonces acerca de su retirada de la primera línea de los focos en 2010, momento en el que se acentuaron sus problemas. En los últimos años ha trabajado en su salud mental y en su sueño de dedicarse al diseño de moda, para lo que se ha formado académicamente.
Un cambio de rumbo personal y profesional en el que cuenta con el apoyo incondicional de su pareja Paul Michael, con quien se comprometió en 2020 (el romántico día de San Valentín). La pandemia les ha impedido de momento celebrar su boda, pero está entre sus planes. En esto también se parece a Britney…