Nunca fueron un matrimonio del espectáculo al uso. Eligieron Nueva York en lugar de Los Ángeles, una casa en el centro y una vida discreta alejada de focos y alfombras. Y les ha salido bien. Sarah Jessica Parker y su marido, Matthew Broderick, van camino de celebrar sus bodas de plata en primavera. Y, como regalo, el regreso a las tablas con la función Plaza Suite, de Neil Simon, un prolífico autor estadounidense fallecido en 2018, que tuvieron que suspender por el coronavirus hace dos años, apenas llegados a Broadway desde Boston.
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Ahora, el telón vuele a levantarse en el teatro Hudson desde el pasado viernes con sus protagonistas, que interpretan a tres matrimonios diferentes, emocionados por los aplausos del público. Repiten así el éxito que ya tuvieron en 1996 cuando se subieron por primera vez juntos al escenario en How to Succeed in Business Without Really Trying. La pareja se conoció a través del hermano de la actriz y se casaron el 19 de mayo de 1997, un año antes de que ella se convirtiera en la famosa Carrie Bradshaw, de Sexo en Nueva York . Son padres de tres hijos: James Wilkie, de diecinueve años, y las gemelas Marion Loretta y Tabitha Hodge, de doce, junto a los que viven en el West Village, en una casa de cinco pisos y 1300 metros cuadrados, más 200 de patio, resultado de unir dos propiedades que compraron en 2016 por unos treinta y dos millones de euros.