A golpe de hechos y de nuevas imágenes, Iñaki Urdangarin y Ainhoa se van encargando de dinamitar incógnitas y especulaciones semana tras semana.
Han dado el salto a la ‘libertad’, no se esconden, aunque tampoco se lo ponen fácil a los fotógrafos, y siguen afianzando su relación a pasos agigantados.
El beso de los dos compañeros de trabajo publicado por ¡Hola! en exclusiva, después de su clase de yoga, confirmó de manera rotunda que seguían juntos contra viento y marea… Y, ahora, una semana después y por si todavía quedaba alguna duda, las nuevas instantáneas, también exclusivas, nos muestran cómo van aumentando los ‘dominios’ para sus encuentros.
El mismo día en el que se publicaron sus fotografías paseando muy cariñosos por una playa acordaron aparcar su relación, sus encuentros secretos, pero el tiempo de espera ya ha pasado. Solo han necesitado un mes para poner encima de la mesa que lo que los une es algo muy serio.
Se dijo que Urdangarin se había arrepentido, que estaría intentando recomponer su matrimonio y que su mujer le perdonara, pero las imágenes cuentan otra historia. Finalmente, al menos, hay una ‘sentencia’: Iñaki no ha roto con Ainhoa, pero sí con la infanta.
Nuevo ‘refugio’
Urdangarin y Armentia ya no solo se ven en el trabajo, cuando comparten aficiones, o se escapan de fin de semana; ahora tienen un nuevo escenario para sus citas: el hogar de la madre de Iñaki. Un piso de grandes dimensiones que se ubica en Ciudad Jardín, una urbanización privada de 27.000 metros cuadrados con zonas comunes y cerrada a la que se accede por puertas automáticas correderas. Parece su nuevo ‘refugio’.
Ya no solo se ven en el trabajo, cuando comparten pasiones como el yoga, o se escapan de fin de semana; ahora tienen un nuevo escenario para sus citas: el hogar de la madre de Iñaki
Con las verjas a su espalda, vemos a Ainhoa saliendo del complejo con toda la naturalidad en moto y con casco. No una tarde, sino dos… Y, también, en el mismo escenario, aunque en diferentes días, a Iñaki, con su madre, Claire Liebaert Courtain, quien se ha convertido en el bastión de su vida mientras su hijo se enfrenta a cambios cruciales.
Semana tras semana y aunque el exjugador de balonmano ha ido alternando citas con sus hijos, su compañera de trabajo y su familia, nunca falta el paseo con la matriarca. Con una mano, muestra de su destreza y forma física, lleva su bici sin problema; con la otra entrelaza los dedos de su madre cuando salen de la urbanización para dar largos paseos por Vitoria.
Presentaciones
A sus ochenta y seis años, es el corazón de los Urdangarin, el remanso de paz y el escudo de su hijo, pero también, una persona incondicional y muy cercana a la infanta Cristina, tal y como confirmó tras conocerse la relación de su hijo con Ainhoa. Un nombre que Claire evitó pronunciar ante las cámaras cuando, respondiendo a las preguntas, dijo que no la conocía.
Cuatro semanas después, todo apunta a que las presentaciones ya se han hecho, aunque puede que, en los momentos en los que Ainhoa visitó a Iñaki, la madre de este se encontrara ausente de su domicilio. La misma casa en la que, a lo largo de los últimos doce años, la infanta doña Cristina y sus hijos siempre encontraron un hogar cuando viajaban a Vitoria.
Juntos de nuevo
De puertas para dentro todo es posible y de cara a las cámaras la vida sigue. Desde el 19 de febrero ya no se preocupan de mantener la distancia, aunque siguen evitando por todos los medios que se les fotografíe juntos más allá de las puertas de Imaz & Asociados, el despacho de abogados donde trabajan… O cuando acuden a la escuela de yoga Sanatana Dharma buscando el equilibrio, el conocimiento pleno, una mente clara y un corazón abierto. ‘Conocerte a ti mismo’, puede leerse en la puerta de entrada. Una nueva filosofía de vida más allá de la pasión por el deporte que también comparten.
Ainhoa hace muchos planes con sus hijos, sigue viendo a sus amigas y queda con su marido para hacer gestiones, mientras Iñaki sale de paseo con su madre, Claire Liebaert, sin soltarla de la mano
Allí, y después de su beso tras un cristal traslúcido, volvían a retomar estos días la rutina como si no hubiera pasado nada. Mismo horario, mismo grupo y misma actitud. Entrada y salida por separado vistiendo ambos ropa deportiva y camino de sus casas sin hacer declaraciones, justo antes del fin de semana.
Dos días que Ainhoa dedicó fundamentalmente a sus hijos, aunque también hizo planes con sus amigas y hasta con su marido, con el que se le vio haciendo gestiones en una sucursal bancaria. Relajados y charlando con normalidad… La vida sigue.