Ni en sus peores pesadillas —o sus mejores sueños, cualquiera sabe—, Ainhoa Armentia pensaba que de la noche a la mañana iba a convertirse en la persona más buscada y fotografiada del año. Pero desde que salieron a la luz las fotografías con las que la alavesa e Iñaki Urdangarin fueron pillados in franganti, mientras disfrutaban de un paseo por la playa de Bidart en actitud bastante cariñosa, Ainhoa pasó a ser personaje de interés informativo... en primer grado.
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Imaginamos el terrible momento de la vasca frente al espejo la noche anterior al que iba a ser su ‘bautismo’ mediático, después de que toda España supiera de su affaire real. “Y yo, mañana, ¿qué me pongo?”, debía decirse a sí misma, como millones de mujeres ante una cita importante, pero, en su caso, visualizándose en su primer paseíllo a la fama, atravesando un enjambre de reporteros para acceder a la sede de Imaz & Asociados, el despacho de abogados en el que trabaja junto al todavía marido de la Infanta Cristina, desde que éste obtuvo el tercer grado penitenciario.
Aquella gélida mañana de enero, la vitoriana salió más o menos airosa del trance. Con su larga melena rubia pulida y brillante, un chaquetón de piel de granja y su rostro ‘protegido’ bajo la mascarilla, esta madre de familia de cuarenta y tres años, que se describe a sí misma en su perfil de Linkedin como ‘emprendedora, polivalente y resolutiva’, resolvió efectivamente la tremenda papeleta. Todos se fijaron y analizaron su estilismo, en apariencia correcto, de abriguito, falda corta, medias de color burdeos y... ¡botines blancos! Y parece que este color es uno de los favoritos de Ainhoa para el calzado, ya que en una de sus últimas imágenes, llegando junto a Iñaki a la oficina, también combinaba unos zapatos de tacón de este tono con medias oscuras.
“Estas cosas pasan”, sentenció Pablo Urdangarin en su primera reacción tras salir a la luz el escándalo amoroso que afecta a la relación de sus padres. Pero, donde verdaderamente parece que “pasan cosas” es en el armario de la administrativa vasca. Desde aquella primera y sustancial aparición en vivo, la alavesa ha ido relajando la producción de sus estilismos, en favor de atuendos mucho más sporty, de andar por casa. Y tras lo visto, últimamente, en su armario hay toda una galería de abrigos acolchados: chalecos, plumíferos y anoraks de todo corte y color.
Puede que así se encuentre en su verdadero elemento o puede que quiera mantener un perfil bajo, muy bajo, si está tratando de retomar su vida de antes. Aunque, a tenor de las últimas informaciones publicadas por ¡HOLA!, lo suyo con el ex duque va muy en serio. Se consolida. Y eso que, recientemente, Ainhoa fue fotografiada junto a su marido, Manuel Ruiz, y sus dos hijos adolescentes, como si nada hubiera pasado. En esas instantáneas, que vimos también en ¡HOLA!, la alavesa hacía de nuevo alarde de su gusto por las prendas sport, con leggins y su prenda de abrigo favorita: un acolchado, por supuesto.
Pero si Ainhoa piensa que el amor lo puede todo y que su historia con el exduque tiene un futuro, debería reflexionar también sobre su futura exposición mediática y sus estilismos y tomar nota de una de las célebres máximas de Coco Chanel: “No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase”.