El pasado fin de semana St. Mortiz fue una fiesta. La estación de esquí preferida de la realeza y la jet set internacional volvió a convertirse, una vez más, en un auténtico desfile de ilustres apellidos. Príncipes y princesas (de Olympia y Pablo de Grecia a Pierre y Andrea Casiraghi), aristócratas (Fernando Martínez de Irujo) y socialites (de Eugenie y Stavros Niarchos a Bianca Brandolini) se reunieron para celebrar el 90º aniversario de un club tan exclusivo como el propio destino invernal: el Corviglia Club.
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Tiene fama de ser la ‘hermandad’ de esquiadores más elitista del mundo, y existe un buen motivo para ello: apenas cuenta con ciento treinta socios. El príncipe Augusto Ruffo di Calabria, sobrino de la reina Paola de los Belgas, ocupa el cargo de presidente de este club al que sólo se puede acceder por invitación personal. De ahí que sus miembros suelan bromear con que la lista de personas que no consiguen formar parte de esta institución es casi tan impresionante como la de los que sí están dentro; y ahora, camino de conmemorar casi un siglo de vida, se han reunido en una gran fiesta que, como no podía ser de otra forma, comenzó con una jornada de esquí.
Olympia de Grecia y sus ‘Glamour Girls’
El Corviglia Club, que ofrece la más amplia gama de pistas para diferentes niveles, preparó diversas actividades en la nieve que pusieron a prueba a sus experimentados esquiadores. Entre ellos, Olympia de Grecia que participó en una divertida prueba de eslalon junto a algunas de sus amigas. El equipo de la princesa helena (que estuvo acompañada por sus padres, los príncipes Pablo y Marie-Chantal), también habitués de St. Moritz, logró hacerse con uno de los trofeos de la jornada. Si bien su victoria las convirtió en las grandes protagonistas del día, su glamouroso atuendo tampoco pasó desapercibido.
Ataviadas con jerséis rosas y luciendo, sobre sus cabezas, unas llamativas coronas de flores, celebraron su victoria brindando con unas copas en las que se podía leer ‘Glamour Girl’. Todo un guiño a la historia del club, que en 1939 instauró la tradición de elegir cada año a una ‘Chica glamourosa’, un título que han ostentado desde Christina Onassis (elegida en el año 1971) a la princesa Mónica Liechtenstein (en 1960).
Además de sus padres, Olympia tuvo oportunidad de reencontrarse con sus tíos Philippos y Nina de Grecia, a los que no se les había visto públicamente desde su paso por el altar, el pasado mes de octubre, en la Catedral de Santa María de Atenas. El hijo pequeño de los reyes Constantino y Ana María de Grecia y su esposa guardan, también, un especial recuerdo de St. Moritz, dado que fue allí donde se casaron, en una íntima ceremonia civil, en el año 2020.
Aunque la Casa Real griega estuvo muy presente, los helenos no fueron los únicos príncipes que asistieron a esta exclusiva cita en los Alpes suizos. A ellos se sumaron el príncipe Eduardo de Inglaterra, conde de Wessex, así como los hermanos Pierre y Andrea Casiraghi, que trajeron todo el glamour de Mónaco al destino invernal.
El hijo mayor de Carolina de Mónaco estuvo acompañado por su esposa, Tatiana Santo Domingo , mientras que Pierre, en esta ocasión, acudió solo, sin su esposa, Beatrice Borromeo.
Fernando Martínez de Irujo continúa la tradición de los Alba en St. Moritz
Entre los aristócratas que vieron nacer el Club Corviglia, allá por los años 30 del siglo pasado, había un español: Jacobo Fitz-James Stuart, abuelo del actual Duque de Alba y padre de la recordada Cayetana Fitz-James Stuart.
El que fuera 17º Duque de Alba inculcó en su única hija la pasión por el deporte, y, también por esta estación de esquí con más de 150 años de antigüedad. Entre los primeros recuerdos que Cayetana guardaba de su infancia estaba su primer viaje al extranjero, cuando su padre la llevó a St. Moritz. Allí esquió por primera vez, y nueve años más tarde, incluso ganaría un trofeo de velocidad en categoría junior.
Hoy esa estela la continúa su hijo pequeño, Fernando Martínez de Irujo, marqués de San Vicente del Barco, quien no quiso faltar al 90º aniversario esta elitista hermandad ni a la fiesta posterior que se organizó para los invitados.
El esquí, la otra afición de Lady Louise Windsor
Sabemos que a Lady Louise Windsor le unía a su abuelo, el duque de Edimburgo, su gran pasión por el enganche ecuestre. La primogénita de los Condes de Wessex es una ávida conductora de carruajes de caballos. De hecho, el marido de Isabel II, le dejó como legado el coche que él mismo diseñó. Pero, más allá de este tipo de competiciones, parece que la hija del príncipe Eduardo también comparte otra afición con su familia, la de esquiar. Y, tal y como se puede observar en estas imágenes junto a sus padres, ha estado recorriendo las pistas de St. Moritz.
De los Agnelli a los Niarchos, las grandes sagas se dan cita en el Corviglia Club
Las sagas industriales de Europa también pertenecen al elitista Club Corviglia. Desde los Agnelli a los Niarchos. La mejor prueba de ello fue la presencia de los hermanos Eugenie y Stavros, quien se presentó en la estación suiza junto a su mujer, Dasha Zhukova.
El nieto del conocido armador griego y la heredera de una de las grandes fortunas rusas, al igual que Philppos de Grecia y Nina Flohr, se dieron el ‘sí, quiero’ en St. Moritz. La pareja celebró su fastuosa boda en el lujoso hotel Kulm, fundado por Johannes Badrutt, el inventor de los deportes de invierno que puso de moda esta estación de esquí en 1864, cuando invitó a un grupo de aristócratas ingleses a descubrir el valle de Engandina y la magia de los Alpes suizos. Desde entonces este paraíso en las alturas se ha tornado en un destino irresistible, tanto para príncipes, aristócratas, zares -el zar Nicolás II y su familia-, y hasta el Shah de Irán -que, según se comenta, no contaba con unas grandes dotes para el esquí-. La leyenda de St. Moritz y la del Corviglia Club continúa.