Iñaki Urdangarin hace mucho tiempo que “dejó atrás” el anillo de casado, pero sorprendentemente, después de todo lo que ha pasado, su mujer sigue llevando la alianza que le puso su marido hace 24 años en la catedral de Barcelona. Antes en la mano derecha, ahora en la izquierda. No solo es su compromiso con Urdangarin -un recordatorio del amor entregado y recibido-, también lo es con Dios, la familia que han creado y el respeto al sacramento. Como su hermana, la infanta Elena, que dijo que no se volvería a casar (y lo ha cumplido de momento), doña Cristina es una mujer profundamente creyente y, también, de voluntad inquebrantable.
Ha pasado por muchas y por mucho y no va a dejar que la presión afecte a su vida. Ni a la hora de dar el paso de la separación definitiva -a lo que su círculo apunta que sucederá seguramente-, ni mucho menos tomando decisiones apresuradas ante las especulaciones. Y esto incluye desde el futuro de su matrimonio a su anillo de casada El símbolo de “la eternidad” que continúa acompañándola y que de alguna manera la delata: sigue queriendo a su marido.
Se dijo que había sido un desliz, que Urdangarin se había arrepentido y no seguía con Armentia; que estaría intentando recomponer su matrimonio y que su mujer le perdonara, pero las imágenes que ¡HOLA! publica en exclusiva esta semana cuentan una historia diferente. Finalmente, y con las pruebas sobre la mesa, al menos hay una “sentencia”: Iñaki no ha roto con Armentia, pero sí que le ha roto el corazón a su mujer.
Desde que salieron publicadas las fotografías más comprometidas de su marido, siempre según su entorno, doña Cristina ha llorado, ha pasado noches en vela, ha perdido mucho peso… Y, tras el dolor de la traición también tuvo momentos de duda (de nuevo, los hijos y la familia en la balanza) y hasta una esperanza de futuro lejano (la última), pero finalmente y, aunque en cuestiones de amor no nada hay escrito, no fue posible.
La hermana del rey se lo contó a su entorno casi al tiempo que llegaba a Barcelona para reunirse con sus hijos: “no quería retomar nada con su marido y ya solo se verían cuando se encontraran en familia”. Y también lo anunciaba de alguna manera en su primera aparición pública junto a su hijo Pablo. Sin Iñaki a su lado -éste pasaba el fin de semana con su compañera de trabajo-, encarando la situación y dando un paso hacia su nueva vida.
Cuenta con el amor y el apoyo incondicional de sus hijos y tomará las decisiones que tenga que tomar con mucha calma porque quiere poner todo en orden y porque tiene muy presente que es el padre de sus hijos. En sus manos también está crear el escenario correcto para los tiempos futuros, tenga o no esa esperanza interna de regresar allí donde lo dejaron.
De momento, el domingo 20 de febrero, doña Cristina volvía a su casa de Ginebra junto a Irene sabiendo que no hay un futuro en común con su marido.