La imagen de Iñaki Urdangarín y Ainhoa Armentia cogidos de la mano cambió la vida de dos familias, pero lejos de la idea de que pudieran estar librando una batalla, los protagonistas ‘responden’ a la situación con unión y entendimiento. Todo por el bien de sus hijos.
Las informaciones que llegaban a nuestra redacción en días pasados apuntaban a que Ainhoa y su marido habrían dado el paso de poner fin a su matrimonio, después de diecinueve años —el último, de crisis—, y, ahora, ante las nuevas imágenes, las de una familia feliz disfrutando de su fin de semana , aunque pudiera parecer que se han reconciliado, la conclusión es la misma: no hay vuelta atrás.
La situación podría ser confusa y hasta puede que los dos matrimonios hayan dejado una puerta abierta —en cuestiones de amor no hay nada escrito—, pero, de momento, y en los tres entornos (Borbón-Urdangarín-Armentia), la respuesta siempre es la misma: “Los matrimonios están rotos y la relación de Iñaki y Ainhoa es seria”.
Más tranquila, tras copar junto a Iñaki las noticias de la crónica social durante semanas, Armentia intenta seguir con su vida. El primer fin de semana de febrero se reencontraba en la casa familiar con su marido , Manuel Ruiz, y el pasado sábado (12 de febrero) volvían a reunirse los cuatro para acudir a un partido de fútbol del más pequeño de sus hijos.
Cercanos y muy cariñosos, los cuatro dejaron claro que son una familia unida y que la relación entre ellos sigue siendo buena. Lo demostraron en las gradas, donde se vio a Ainhoa con una gran sonrisa —también seria, sentada al lado de su marido—; en el campo, al que bajaron para felicitar al pequeño, de trece años, por su buen juego, y disfrutando de un agradable paseo de camino a casa, aunque, eso sí, cada uno a la suya. Manuel Ruiz se fue al domicilio que han compartido con sus dos hijos hasta dos días después de que salieran a la luz las fotografías de su mujer con el exduque de Palma. Y Ainhoa regresó al hogar de su padre, donde buscó refugio el 21 de enero.
Tras el partido, Manuel Ruiz se fue a la casa que han compartido con sus dos hijos y Ainhoa regresó al domicilio de su padre, donde buscó refugio tras ser fotografiada junto a Iñaki Urdangarín
Desde que saltó a primera plana, y al igual que su compañero de trabajo, rara vez se la ha visto sola. Siempre va rodeada de su gente. El círculo más íntimo en el que ha encontrado cariño, lealtad y el mejor apoyo.
Armentia y Ruiz se casaron el 24 de mayo de 2003, en la basílica de San Prudencio (patrón de los alaveses), y comenzaron su vida en un piso de ochenta metros (ahora alquilado). Desde 2016, vivían en otra casa mucho más luminosa y casi el doble de grande, en pleno centro.
Manuel trabaja en Mercedes, la principal fábrica de Vitoria, y es un hombre agradable, discreto y muy querido. Y de Ainhoa también hay una buena opinión en Vitoria, donde se la define como “maja, alegre, simpática, muy desinhibida y con mucho carácter”.