Por lo visto, no existe actividad que, sea la que sea, Manuel Díaz, ‘El Cordobés’, no esté dispuesto a probar. Curioso e inquieto, es de los que piensan que de todo se aprende y no deja nada librado al azar. Consagrado como una de las grandes figuras del toreo en las últimas tres décadas, resulta sorprendente verle ahora ejercer de chef en el programa de Telemadrid Hasta la cocina, donde no solo se encarga de elaborar sus platos, sino que también acepta cocinar las recetas más variopintas que le proponen. El torero, además, no solo se luce, con el mandil puesto, entre fogones, sino también entrevistando a sus invitados, personas anónimas de la Comunidad de Madrid y algún que otro rostro conocido, como el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.
—¿Dónde se sienten más nervios, Manuel, en los ruedos o en el plató?
—He de confesar que estoy pasando más nervios ahora, sobre todo por el respeto que le tengo a esta profesión, que no controlo tanto como el mundo del toro. No cabe duda de que, para mí, es una gran responsabilidad. Pero, al mismo tiempo, una oportunidad que no he querido desaprovechar.
—¿Y qué te da más miedo: un toro o las críticas televisivas?
—Lo que más temo son las críticas de los invitados que vienen y me dicen: ‘¡Manuel, no sabes ni pelar una cebolla!’ (risas). Por otra parte, me he dado cuenta de que, en el mundo de la televisión, es todo muy frío y que todos dependemos de un número. Afortunadamente, nosotros, de momento, estamos funcionando bien. En la cadena, están muy contentos.
—¿Dónde queda el mundo del toreo en tu vida?
—El año pasado toreé seis corridas porque mi intención era que no me retirasen de los ruedos mis operaciones de las caderas. Quería cerrar bien mi ciclo. Ahora, en el dos mil veintidós, tengo un par de proyectos muy bonitos, cerca del verano, pensando ya en la retirada definitiva. No quiero adelantar nada, pero quiero que ese día estén conmigo mis hijos, Alba, Manuel y Triana, que sean quienes me corten la coleta como torero y me den la alternativa como padre dedicado a ellos al cien por cien.
—Volviendo al tema de la cocina. Hay muchas personas que la descubrieron en el confinamiento. ¿A ti te ocurrió lo mismo o te ha gustado siempre cocinar?
—Yo he sido un cocinero de supervivencia, porque viví mucho tiempo solo en Getafe y no podía comer todos los días fuera de casa. Salía muy caro y había poca economía.
—¿Qué tipo de cocina prefieres?
—La nuestra, la mediterránea. Me gustan los pucheros, los potajes, las cremas y los arroces. También las pizzas. Nosotros preparamos, en casa, unas con masa de coliflor que son mucho más sanas.
—En el campo se suele comer diferente a la ciudad, ¿qué receta es la que no suele faltar en vuestra mesa?
—Nosotros somos mucho de sopas, que a mi mujer le encantan. Siempre hay una de primer plato.
El diestro vivió con preocupación la reciente operación de corazón de su padre, Manuel Benítez, ‘El Cordobés’: “Estaba dispuesto a ir a verle”
—¿Cuál es tu especialidad, ese plato con el que sales por la «puerta grande»?
—Ja, ja, ja, ja… Yo creo que la paella. Y los risottos también. La verdad es que le tengo muy bien cogido el punto al arroz.
—¿Soléis hacer alguna receta típica de la tierra natal de tu mujer, Venezuela?
—Sí. Comemos muchas arepas. Ella compra la harina y las prepara. Las congelamos y muchas noches las tomamos. Y también solemos preparar algo de cocina árabe, porque Virginia tiene descendencia por parte de padre. Su madre, que cocina muy bien, nos prepara unas hamburguesas típicas espectaculares.
—Acabas de celebrar de tu decimoctavo aniversario de boda con Virginia Troconis, con quien te casaste por lo civil. ¿Nunca habéis pensado en volver a celebrarla religiosamente?
—Sí, sí, nos hemos planteado casarnos por la Iglesia y creo que algún día será posible. Nos encantaría. Además, estoy convencidísimo de que Vicky (Martín Berrocal) nos facilitaría las cosas y que ella estaría incluso en la boda.
—La semana pasada, tu padre, Manuel Benítez, fue operado del corazón en Córdoba. Una noticia inesperada. ¿Cómo la recibiste tú?
—Con la lógica preocupación y tristeza, porque la verdad es que no es agradable. Estuve hablando con mi hermano, Julio, y le dije que estaba dispuesto a ir a verle, que no me importaría. Lo que deseo es que se mejore y le vaya muy bien.
—¿Sabes cómo está después del alta?
—Fue una operación bastante de urgencia, pero ha ido todo bien y ya está en su casa. Además, veo a Julio tranquilo y eso me tranquiliza a mí.
Solomillo en su jugo
Ingredientes: ● 1 medallón de solomillo de ternera de 150-200 g ● 100 g de judías verdes redondas ● 1 zanahoria
Para el jugo: ● Huesos de ternera (cadera o rodilla) ● 2 zanahorias ● 1 cebolla ● 2 dientes de ajo ● 3 piezas de champiñones ● 1 vaso de sidra de vino tinto ● 1 l de agua (iremos viendo según se vaya haciendo) ● Mantequilla (1 cucharadita) ● Cebollino de decoración
Elaboración
- Lavamos, pelamos y cortamos toda la verdura del jugo.
- Marcamos en la olla los huesos, se doran y añadimos la verdura.
- Añadimos vino, dejamos que reduzca.
- Añadimos agua (dejamos cocer 2-3 horas).
- Colamos el caldo y lo reducimos al máximo, que quede espeso. Ligaremos con la mantequilla.
- Limpiamos las judías verdes y troceamos (dependiendo del tamaño). Pelamos y cortamos la zanahoria en juliana.
- Salteamos la verduras y, cuando estén al dente, añadimos «brandy», flambeamos y reservamos.
- Marcamos el solomillo en el punto deseado.
Emplatado
- Base de zanahoria y judía, el solomillo encima y salseamos.
- Añadiremos cebollino picado de decoración.