"Nunca he pensado en mis joyas como trofeos. Estoy aquí para cuidarlas y amarlas, solo somos guardianes temporales de la belleza". Así hablaba de sus piezas una de las mayores coleccionistas de alta joyería del siglo XX, Elizabeth Taylor. La bellísima actriz adoraba las gemas y estableció una relación especial con grandes casas como Bvlgari. Poseía muchas de las piezas más exclusivas de la casa, que, a través de diferentes subastas y ventas privadas, ha podido recuperar nueve de esas creaciones para reunirlas en su propio archivo, Colección Heritage de Bulgari. Sin embargo, Elizabeth Taylor, quien llevaba impresionante joyas a diario y en cualquier situación, desde un rodaje hasta un café con amigos, hubiera odiado que sus joyas se mantuvieran bajo llave, y por eso, siempre que la ocasión lo merece, la firma italiana las cede a sus musas para que puedan hacerlas brillar como en su momento lo hiciera la propia actriz. La última de estas cesiones ha tenido lugar esta noche, en los premios Goya 2022, y Nieves Álvarez ha sido la elegida.
Nieves Álvarez ha sido una de las más elegantes de una gala repleta de looks festivos con muchos paillettes en tonos sobrios. Ella no se ha desmarcado en su elección cromática (blanco y negro), pero sin duda ha resaltado gracias a un impresionante vestido de Alta Costura de Stéphane Rolland, su diseñador preferido en las grandes citas. Se trata de un diseño con falsas aberturas y cola que vimos recientemente en pasarela, en la Semana de la Costura de París celebrada en enero, y que ella ha defendido en la alfombra roja desplegada en el Palau de Les Arts de Valencia como la gran modelo que es. Lo ha completado con un maquillaje natural creado por Ramón Ríos con productos de Charlotte Tilbury Beauty, zapatos de Christian Louboutin y las espectaculares joyas del archivo histórico de Bvlgari.
Embajadora de Bvlgari desde hace años, Nieves luce joyas de la casa italiana en la mayoría de sus eventos. Sin embargo, la pieza central que ha escogido hoy para completar su espectacular vestido bicolor es, sin duda, una de las más especiales que ha llevado hasta la fecha. Además de pendientes y brazaletes del archivo histórico Bvlgari, la modelo ha lucido el anillo Trombino, una impresionante creación de platino y diamantes coronada por un gran zafiro cabujón. La creación data de 1971 y Liz Taylor lo compró para acompañar uno de los collares más especiales de su colección: un sautoir que el actor Richard Burton, su gran amor y con quien se casó dos veces, le regaló por su cuadragésimo cumpleaños, en 1972. El espectacular collar de diamantes contaba, como el anillo, con un inmenso zafiro de 65 quilates. Se vendió años después por 5,9 millones de dólares (cerca de 5,2 millones de euros) y ha vuelto a aparecer sobre la alfombra roja de la mano de actrices tan elegantísimas como Jessica Chastain, quien, en el Festival de Cannes 2013, también llevó el Trombino.
El otro gran amor de Elizabeth Taylor, la Alta Joyería
A lo largo de toda su vida, Elizabeth Taylor atesoró un increíble joyero con 270 piezas de Alta Joyería firmadas por las mejores marcas: Cartier, Tiffany & Co., Van Cleef & Arpels... y Bvlgari, casa con la que estableció un vínculo especial desde que, a principios de los años 60, se instalara en Roma para rodar Cleopatra. Fue en esa producción donde conoció al actor Richard Burton, con quien vivió una de las historias de amor más apasionadas del siglo pasado. Ambos estaban casados cuando protagonizaron la película -una de las más caras de la industria, por cierto-, pero nada más verse se desató una conexión que les uniría hasta el fin de sus días y por encima de sus posteriores matrimonios. "No puedo vivir si ti. Lo eres todo para mí, el aire que respiro, mi sangre, mi mente, mi imaginación”, le escribió él a ella, y su pasión se selló a través de la otra obsesión de Taylor: las joyas.
De hecho, dicen, la tienda de Bvlgari en Vía Condotti era uno de los escondites preferidos de la pareja cuando saltó a la luz su affaire. Una vez separados de sus respectivas parejas -la intérprete Sybil Williams, en el caso de Burton, y el cantante Eddie Fisher, el cuarto marido de Taylor-, la pareja se comprometió, primera de las grandes fechas que el actor escogió para regalarle una pieza de Bvlgari a su adorada Liz. Con el anillo de compromiso de esmeraldas comenzó una antología que, después, se completó con el espectacular broche de esmeraldas y diamantes que llevó en su boda, en 1964, y con el collar sautoir con el zafiro azul en el que Burton sentía reflejados los ojos de la actriz.
Elizabeth Taylor se convirtió en una experta en piedras preciosas y supo apreciar la artesanía detrás de los diseños más especiales. Continuó coleccionando piezas de Bvlgari más allá de su matrimonio con Burton, de quien se separó (por segunda vez y tras un primer intento que solo duró 18 meses) en 1976. Sin embargo, la pareja se quiso hasta el fin de sus días, igual que la actriz inglesa siguió amando las joyas. De hecho, una de sus frases más famosas sobre Alta Joyería bien podría referirse al amor: "Adoro usar gemas, pero no porque sean mías. No puedes poseer el resplandor, solo puedes admirarlo”