Sebastián Castella tiene el porte del torero y la sensibilidad del artista. Frente al toro o ante el lienzo, él arriesga y gana. La tauromaquia y la pintura son dos modos de vida muy diferentes. En el primero, la adrenalina sale a borbotones. En el segundo, la paz manda. En 2020, tras retirarse de los ruedos (nunca se sabe si temporal o definitivamente), después de veinte años de carrera ascendente, Sebastián Castella, el mejor diestro galo de la historia, ha encontrado en las artes plásticas una nueva manera de expresarse y de ser él mismo. Lo acompaña en esta fascinante aventura su amor, Katia Sol, la atractiva fotógrafa rusa con la que camina de la mano por este mundo desconocido hasta ahora para él, que explora y conquista. Sebastián y Katia juntos son arte.
En exclusiva, Sebastián nos cuenta cómo ha cambiado su vida desde que protagonizó su elegante despedida de los ruedos: “Allá donde esté —escribió en un emotivo comunicado que compartió en los medios para hacer pública la noticia—, haciendo lo que haga, siempre diré con orgullo que he sido, soy y seré torero”. Dieciséis meses después de estas palabras, el hombre que revolucionó por su valor los alberos nos abre las puertas de su casa sevillana y nos presenta a Katia, la musa que lo inspira a crear sobre lienzos y capotes su particular historia y visión del mundo.
“Katia es mi musa, mi inspiración diaria, no solo en el arte, sino también en la vida. Ella llegó cuando yo estaba preparado”
—Sebastián, ¿qué significa el arte para ti?
—El arte es la expresión de uno mismo, de lo que uno lleva dentro. En estos momentos, intento exteriorizarlo con la pintura. Katia viene del mundo del arte. Por eso, junto a ella, estoy descubriendo nuevos horizontes y aprendo a disfrutar mucho de esta faceta de artista plástico. Ahora que vivo alejado de los toros, estoy más relajado y he aprendido a plasmar la vida a través de los colores. Me ayuda mucho la tremenda paz que tengo. Para mí, es una terapia ponerme delante de un lienzo y expresarme en él.
—Katia, ¿y en tu caso?
—Arte es aquello que mueve los corazones. Si estás delante de un cuadro y se te mueve algo por dentro, ese es tu cuadro. En mi caso, la fotografía ha sido mi gran inspiradora, no solo por estudiar Historia del Arte, sino por crear yo misma y transmitir mi mundo.
—El posado que habéis protagonizado para nosotros, y que reproducimos en estas páginas, tiene un toque muy artístico.
KATIA.—Queríamos enseñar nuestro día a día. Yo aprendo mucho de Sebastián y también le enseño lo que he aprendido yo en mi carrera.
SEBASTIÁN.—Preferíamos hacer unas fotos con un plus que reflejara nuestro sentido artístico.
—Del estoque en la mano al pincel… ¿Hay algo del mundo de la tauromaquia que se asemeje al hecho de enfrentarte a un lienzo en blanco?
—Sinceramente, son dos mundos muy diferentes. No tiene nada que ver estar frente a un animal con dos cuernos, que te quiere quitar la vida, con estar delante de un lienzo en blanco. En el mundo del toro, continuamente te expones a la muerte y creas una obra efímera en cada corrida. Como pintor, es difícil llegar a sentir algo tan fuerte. Como ya he dicho antes, para mí la pintura es paz y tranquilidad. Antes, todo lo vivía a mil por hora, y en estos momentos, vivo a cero por hora.
“No sé si volveré o no a los toros, pero sí sé que el mundo que estoy conociendo en estos momentos me aporta muchísimo”
—O vives de una manera muy distinta a tu anterior forma de vida.
—No sé si volveré o no a los toros, pero sí sé que el mundo que estoy conociendo en estos momentos me aporta muchísimo. Katia, que es una artista; mi amigo y hermano Domingo Zapata, y tantos otros artistas plásticos me están abriendo nuevos caminos y horizontes. Estuve tan metido desde niño en mi profesión taurina que no conocía otras cosas. Ahora que me he relajado, he aprendido a darles importancia a otras cosas y a otras personas.
—¿Qué te aporta la tauromaquia en tu vida actual?
—La tauromaquia es toda mi historia y eso es lo que puedo contar en un lienzo en blanco… o rosado, porque mis capotes son un lienzo vivo con mi historia. Esos capotes ya tienen una historia y yo, encima, intento plasmar otra.
Amor a primera vista
—Katia, Sebastián… ¿cuándo y cómo os disteis cuenta de que formabais un gran equipo de vida?
K.—Sinceramente, pasó sin saber cómo pasó.
S.—Hay cosas que puedes explicar y otras para las que no encuentras palabras para explicarlas.
K.—Lo vi por primera vez en el aparcamiento de una ganadería. Yo no sabía quién era, porque no estaba muy interesada en la tauromaquia, pero lo vi sentado en el coche… y ya. Me enamoré. Tiempo después, él me contó lo mismo: cuando me vio bajar del coche, le gusté. Ese mismo día nos hablamos, él me escribió, nos vimos a las dos semanas…
“Lo vi por primera vez en el aparcamiento de una ganadería. Lo vi sentado en el coche… y ya. Me enamoré. Tiempo después, él me contó que había sentido lo mismo”, dice Katia
—¡Y ya no os separasteis! Amor a primera vista.
S.—Muy intenso y muy puro. Para mí ella es… No sé si decir la palabra, pero es mi musa, mi inspiración diaria, no solo en el arte, sino también en la vida. La conocí y descubrí mucho en ella. No es fácil hablar de una persona cuando está delante, pero cuando es tu amor no hay problema. En la vida, hay muchas cuestiones inexplicables. Puedes saber por qué llega algo a tu vida, pero no cuándo va a llegar. Ella llegó cuando yo estaba preparado.
—¿Piensas lo mismo, Katia?
K.—Los dos nos encontramos en el momento justo. Lo he pensado mucho. Antes su vida era el toro y así no podríamos haber desarrollado una relación tan verdadera. No habríamos llegado a conocernos como ahora, de esta manera tan profunda y con una gran conexión artística, emocional y espiritual. Nos conocimos cuando ambos ya habíamos vivido y sabíamos lo que queríamos y lo que no queríamos en la vida. Sabiendo diferenciar el amor del egoísmo para compartir y crecer juntos. Nos gusta pasar tiempo juntos haciendo deporte, leyendo…
S.—Tendiendo la ropa —añade Sebastián, entre risas—.
K.—Sí, de muchas formas. Él es independiente y yo también lo soy, quizá, hasta más. A los dos nos gusta tener nuestro espacio, pero siempre se da entre nosotros una conexión que no perdemos. Si él siguiera en activo toreando…, me pondría los cuernos con el toro.
“Nos conocimos cuando ambos ya habíamos vivido y sabíamos lo que queríamos y lo que no queríamos en la vida”
—Sebastián era famoso por su extremo valor en la plaza, por su atrevido acercamiento al astado.
K.—Si un día yo lo veo en la plaza… ¡No sé de qué me voy a morir, si del miedo o de la felicidad por él!